sábado, 28 de mayo de 2011

FACEBOOK, OTRA VEZ

¿Es obligatorio aceptar todas las invitaciones que se reciben para agregar 'nuevos' contactos a la cuenta de Facebook? ¿No existe la posibilidad de que quien administra la cuenta decida a quién acepta y a quién rechaza? ¿Cabe el reclamo o la queja de aquél que no es aceptado?




Mi lista de Facebook no alcanza la centena de personas (ni siquiera llega a setenta)y aún así considero que no debería rebasar los cincuenta. Sospecho que hay algunos colados que pronto borraré. Porque como he referido en otro momento, desde el principio me plantee tener amistades, no contactos. Personas, no estadísticas. Tampoco me interesa estar en ningún ranking de nada ni afear mi Perfil con miles de contactos, que quién sabe en qué momento de mi existencia (real/virtual) podré atender.




La lista, he referido, son apenas sesenta personas y estoy seguro de que la cantidad se dobla si sumo a aquellos que he denegado el acceso o a quienes he borrado de la lista por morosos o por ocupar en vano un lugar en mi espacio. Y abundan aquellos que después de muchos meses de no enviarme un 'hola', se desplayan en mensajes pueriles, quejicas, molestos, en los cuales me reclaman que los haya eliminado (el término acá es importante porque bordea metafóricamente el deseo de la acción).




Con las amistades uno intercambia cotidianamente (no cada que se necesita un favor) saludos, mensajes con palabras que son buenos deseos, notas relevantes, momentos chuscos, pero también las tristezas, los aciertos, los chismecillos y toda una gama de sentimientos que no es posible, para mí, que no soy nativo digital, compartir con miles de contactos que no son sino anónimos con rostro (Perfil), a quienes no les interesa mi devenir cotidiano ni con quienes me obliga nada. Que sea una red no significa que deba ser desmesurada, mema, cenutria, metastásica.




Si en la realidad no soy popular ni amiguero ni socialité ¿por qué habría de serlo en la virtualidad? ¿Qué me ordena o manda aceptar como amigo/a a alguien que en un momento de ociosidad o como parte de una ansiedad metrofílica decide enviarme una solicitud de amistad? ¿Tengo derecho o no, a elegir a mis contactos y de borrarlos cuando guste?




Hasta donde sé, no se penaliza el contacto borrado (tampoco me dan una cuota por eliminarlos). Pero sí gano en espacio y tiempo para compartir/me con quienes gustosamente me han invitado a agregarlos o han aceptado mi propuesta de amistad, no de contacto. Es con esas personas de nombre propio y vida real, con quienes disfruto también al acontencer virtual, no como una obligatoriedad más sino como una prolongación de lo vivido en la cotidianeidad.




Por mí, que la página se expanda para dar cabida al billón de contactos. Que ganen puntos los más populares. Que revienten de envidia los que no logran rebasar el millar de agregados. Que me borren de sus listados quienes no tienen interés en mi persona. Mientras exista la posibilidad de gestionar a quién quiere uno tener en su cuenta, seguiré dándome a través de estos espacios con mis amistades, y mantendré mi cerco para impedir que se me cuelen facebook-adictos que por el momento, no estoy interesado en complacer.




A mis amistades, gracias una vez más, por permitirme formar parte de su virtualidad.




jueves, 26 de mayo de 2011

LA FUNCIÓN DELTA

Casi siempre lo que más nos agrada, culmina pronto. Al menos esa es la sensación que resbala de mis goces cuando me descubro a gusto en un sitio, dentro de un cuerpo, leyendo un libro. Entonces, en la cumbre del goce, me despeño. Precisamente por la caída es que soy consciente del efecto estético.


La función Delta, de Rosa Montero me ha corroborado lo anterior. Durante dos semanas y media me he extraviado en las páginas de esta deliciosa novela para encontrarme en las incongruencias que viven y habitan los personajes, en sus miedos, en sus aspiraciones. He subido de la mano de la narradora hasta el pináculo más alto del placer estético, para derrumbarme en caída libre con el dolor que asiste (sin piedad) a los protagonistas.


Placer en el dolor. Dolor en el gozo. La contradicción nos da cuenta de lo paradójica que es, cuando no absurda, la condición humana.


La vida en sus matices, queriendo asirla con amarras racionalistas o dejándola a la deriva emocional, nos revela que posee sus propias reglas aunque éstas no sean tales. Lo cierto, es que somos los sujetos los que vivimos, los que morimos y quienes la adjetivamos en vano.


La función Delta nos sitúa en la reflexión de la propia existencia. No puedo imaginar ni aventurarme siquiera a qué sabrá esta novela si el lector se halla en su veintena de vida. Tampoco sé (ahora), cómo se recibe a los sesenta o más. Pero en mis treinta y muchos, es una cristal que se hace añicos frente a mis ojos y me hace ver luz ahí donde hay sombras, y me oscurece el paisaje luminoso. La diferencia es el fragmento. El instante. La variación diferencial del ángulo. La función Delta.


No es una novela triste aunque celebra la vida. Tampoco es un relato alegre en tanto que empuja a pensar en la muerte (propia). Pero es un texto que humaniza a quien lo lee, porque devuelve la propia imagen pasando de la trampa que suelen reflejar los espejos. Montero ha conformado una superficie pulida que sí es capaz de revelarnos las imperfecciones.


La novela se disfruta y se padece, se sufre y motiva. Anima. Un pedazo de vida en el papel, para animarnos a asumir la existencia como si fuera real. De carne y huesos.


Montero, R., (1997) La función Delta, Madrid, Debate.

lunes, 23 de mayo de 2011

¿Y EL FIN DEL MUNDO?

Cuando me había hecho a la idea de que al fin este planeta tendría un respiro, sucedió que el mundo no se acabó. Y despertamos al domingo, con los mismos cenutrios de siempre afeándonos el espacio. Porque la fealdad es más fuerte que la muerte y tiene además, sus formas de resistir y prospera.


Me habría gustado que una parte del mundo se hubiera acabado. España no habría tenido que pasar por el deshonor de votar al PP sólo para desquitarse del PSOE. Y con ello situarse del lado de los agoreros, populistas, presentadores de soluciones fáciles, irracionales, inviables. Pero el mundo no se acabó y he ahí los resultados: la deshonra.


La televisión continúa escupiendo su basura y la clase política cobrando del erario público por su ineficacia, saqueando las arcas del Estado sin inmutarse. Las campañas, repitiendo merolicas las mismas mentiras. Idénticos reproches. No hay nada nuevo bajo el mismo sol.


Quienes marcharon siguen descansando sus pies y su voz de la acción de semanas anteriores. La vida conserva su inercia. La tasa de muertos, se mantiene casi constante. La corrupción, inalterable. Y yo sigo acá, con mi rabia volcada en palabras. Con la resistencia en mínimos porque espero, aunque me desborda el cansancio.


La jerarquía eclesiástica mantiene sus anatemas contra los de siempre y el infierno tan prometido y el cielo tan temido, no llegan. Ni llegarán. Sospecho que el mundo es infinito para las medidas de tiempo con que registramos la sucesión temporal, y apenas habrá humano que registre el bajón de la cortina. El mundo no se acabó y la gente sigue reproduciéndose (quizá preventivamente, por si acaso hay una considerable baja en la población) viciosa, ignorante, animalmente. Porque sí. Porque es bonito tener un hijo. Porque así es.


La pobreza se mantiene con su ritmo de crecimiento fluctuante (pero tiende a la alza), a la expectativa de los resultados de las Bolsas: a más puntos ganados, más pobres sumándose a la estadística de la miseria. Los mercados continúan gobernando a los Estados y la sinvergüencería es el valor más cotizado entre las personas. ¿Quién salvará a Libia y a Siria de sus tiranos? ¿Queda aún tiempo para ver prosperar el estado de Palestina?


Si el mundo hubiera concluido su ciclo vital, probablemente seríamos gozosos residuos carbónicos mezclándonos ya con otras partículas más universales y viajando en un espacio y tiempo, que se antoja infinito. El Paraíso. Pero no fue así. Otro sueño roto guardado en mi zurrón.


La humanidad no se merece un desenlace de esta naturaleza: apocalíptica, cristiana, anunciada previo pago por evento. Cientos de miles de años de evolución no pueden concluir con un final indigno. Por eso amanecimos al domingo (y al lunes) con las mismas miserias de siempre y los idénticos sueños de cada día. Si acaso, con el alivio de que no haya sido cierto el augurio del loco. Y en la mente de algunos, tal vez, el compromiso de empezar a vivir dignamente. Quién sabe. A mí haber despertado tras un descanso en compañía, me ha decepcionado. Me habría gustado amanecer infinitamente en otra orilla.

miércoles, 18 de mayo de 2011

¿TIEMPOS MEJORES?

El inquilino de Los Pinos recién se dio cuenta de que el país se tambalea (¿habrá visto la manifestación de españoles en la Puerta del Sol?) y que él es quien lo dirige. De modo que se subió al cargo (metafóricamente, of course) y llamó a los mexicas "a mantener viva la esperanza de construir mejores tiempos” y llamó a poner los cimientos de un mejor país en el ámbito educativo, de salud, económico y de seguridad.


La nota publicada en Milenio Diario, da cuenta de un detalle obviado pero significativo. El señor llama a construir (tiempos mejores, igual que Yuri hace 27 años en el OTI) como si de pronto le hubiese sido revelado que la nación está en ruinas. Ya se sabe que para que algo colapse no se requiere necesariamente de un terremoto o de un bombardeo. Y en el caso del país, se ha ido derrumbando de a poco, bala a bala, muerto a muerto. Pero también a base de recibir mentiras e injusticias por parte de la clase política y económica que vampiriza a la patria (que juran amar).


Como de ilusiones y sueños estoy empachado, que el señor refiera sus intenciones de (re)construir lo que él considere necesita ser repellado, no me desvela. Paciencia es la que acumulo cada día para que llegue la fecha en la que se retire a descansar y a intentar olvidar el oprobio que ha significado su paso por el servicio público (del que sin duda, se ha servido convenientemente).



Y a la par de esa esperanza, cobijo el terror de saber, que al igual que los españolitos, no tenemos opciones inteligentes para la elección federal del año entrante. Pero no creo que acá nos apostemos ¿ante El Ángel? para exigir el cambio de candidatos, de partidos, de mentiras recicladas en verdades que sirven a los intereses de pocos. La profundización de la democracia, piden en la Península saqueada y harta. Yo pediría la demolición del sistema político y una construcción significativa en la que participaran quienes saben, quienes tienen experiencia en este tipo de situaciones, quienes de verdad tienen vocación de servicio.

Ya sé que no me conformo con estar jodido, sino que encima, loco. Pero me gustaría un cambio radical (de raíz) que siente las bases pero también los mecanismos (y las metodologías) para edificar una sociedad curada, restituida de sus injusticias, desmemoriada a fuer de televisión y feriados sin fin. Lavada de tanta indignidad causada por una pobreza material pero también intelectual, circunstancial pero también fruto de la pereza y la ignorancia. Injusta, en todo caso.



Si el señor de Los Pinos, quiere ser recordado (le entró la obsesión por ser héroe, en plena posmodernidad que pasa de los mismos) que se vaya con dignidad ya mismo. Nos acortaría un año la espera de una movilización auténtica que posibilite la construcción del país. Y yo le garantizo, un sitio especial en mi recuerdo. Resisto porque espero, pero a veces, sólo a veces, dan ganas de no aguardar más. A mí los sueños de heroicidad no me molan, en todo caso, me joden.

domingo, 8 de mayo de 2011

RESISTO PORQUE ESPERO

La marcha llegó al punto final del recorrido. Y Sicilia ha mencionado en el zócalo de la Ciudad de México, y a lo largo de su peregrinación (laica), algunos aspectos que en diferentes entradas de este blog, he escrito y huelga decir, que quienes las conocen, me han criticado por ello. Ante una situación así: la indiferencia.








Ahora me sorprende (es un decir) que algunos de estos se sientan 'iluminados' por las palabras del poeta, como si éstas hubieran descendido desde un Olimpo a sus mortales oídos para sacudirlos y hacerles ver, esa realidad que antes les parecía una nebulosa, y ahora gracias al mesías, lo ven todo como en un espejo (real). Necios, suelo decir, abundan. Y contra ello, paciencia o huida.








Sicilia ha leído los nombres de las víctimas de esta guerra insulsa del inquilino de Los Pinos contra el narcotráfico. Lo celebro, nombrarlos es una manera de honrar su memoria. Hace algunos meses referí que, una forma de justicia (siempre incompleta, ergo, injusta) sería la edificiación de un monumento en el cual yazcan los nombres estos cuerpos devenidos en cifras y en olvido. Estadística deshumanizada que es apenas ahora cuando acuña un matiz humano. Nominalista, me llamaron por expresar mi pensamiento.








El poeta ha pedido que se larguen todos quienes estorban. Ha dicho que se vaya calderón. Llevo mucho tiempo escribiendo en esta tribuna que cualquiera que se dirija a ese sujeto enfermo de (no) poder lo legitima. No es a ese seudo destinatario con quien se debe hablar, sino con el senado y los diputados que han sido cómplices de esta acción fallida de pronto descubierta como sanguinaria, inútil, cara, excesiva y deshumanizante. Es a esa clase política cancerosa a quien hay que dirigir la consigna expresada en la Argentina (y en otras partes del mundo donde el pueblo despierta y decide sacudirse la sarna política y empresarial): "que se larguen todos".








Urge echar fuera del erario público, de la vida social y política, de la economía desasangrada de este país, a quienes vampirizan a la sociedad y la empantanan más en esta miseria endulcorada con telenovelas, talk shows y futbol. Sólo cuando la clase media se sintió 'tocada' por esta situación sangrienta ha empezado a reaccionar. Peor habría sido que no despertara de su letargo. Pero falta (faltan) más.








Una ignominia es este teatro de sangre y balas, de represión y barbarie disfrazado de seguridad. No sé cómo es que ahora estos manifestantes se llaman cansados, sorprendidos, 'hasta la madre' después de 40 mil muertos (peor habría sido esperar unas centenas más, es cierto) cuando desde los primeros muertos se vio que en esta lucha no había ni estrategia ni sentido común. Fue evidente que este señor armó su guerra para legitimarse en el poder, lo cual afortunadamente no logrará y cuya frustración le acompañará a la par de su pensión vitalicia por haber matado (hasta ahora) al 0.04% de la población mexicana. Y a la que sigue viva, envileciéndola al llamarla cómplice de asesinos sino se baila el son que el señor quiere.








Ojalá la masa indignada (seguramente ya leyó el texto Indignaos de Stephane Hessel) prolongue su 'enchilamiento' hasta mañana, y más allá de la euforia del 10 de mayo y se mantenga en sus reclamos, porque suele pasar que el grito de hoy, es silencio mañana. O peor aún, deviene reproche contra quienes no gritaron in situ junto a ellos.








Yo seguiré escribiendo para aligerar mi impotencia cotidiana contra la maquinaria del poder, que pese a su obsesión por controlarlo todo, aún no me descubre e ignora que resisto (existo). Que los pies, las manos y las gargantas de quienes se han manifestado (ojalá fueran millones para convocar a lecciones adelantadas) descansen, para que recuperada su energía, mantengan su rabia encendida, porque la mía, es incombustible.

miércoles, 4 de mayo de 2011

SE BUSCA PRESIDENTE CON CAPACIDAD DE CONVOCATORIA

El inquilino de Los Pinos ¿contraataca? El que se largó al vaticano como jefe de estado (deplorable) y pidió a nombre de los mexicanos (ni de las mexicanas, supongo; ni en el mío, desde luego) al papa sátrapa que visite la patria necesitada de consuelo. El que se embarcó y embarrancó a un pueblo en su absurda lucha contra el narcotráfico. El que tiene que hacerse un hueco en el intermedio de un partido de futbol nacional para aspirar a ser atendido. El que repite merolico 'basta ya', se finge mustio y pide la colaboración de todos.




¿Yo lo mandé a desenvainar la espada y a jugar a quijote en tiempos de la Internet? ¿Me consultó a mí, ciudadano, vía diputados y/o representantes legales, antes de emprender esta masacre que no tiene fin? ¿Yo lo conminé con mi voto -o sin él- a sacrificar a tantos y tantas por los que ni siquiera es capaz de dolerse, que no orar, que sus ruegos tienen a todos sin preocupaciones?




El señor de la banda tricolor en su desesperación (es un decir) por legitimar y para legitimarse (oh, su gran dolencia) apela ahora al pueblo bajo el chantaje vil de que esta guerra es de todos. Yo mientras pueda, diré, que mía no es. Habiendo tantas estrategias para combatir las drogas eligió la más cara -sensu estrictu- y también la más inútil. Ya que andaba de catoliquero hubiera pedido el milagro de limpiar el país de tanto sátrapa; seguro que la patria estaría acéfala ahora mismo. Pero ni el beatificado es milagroso ni el penitente es tal.




A mí el cuento de la seguridad me ofende. Suele pasar que detrás de la palabreja, se escondan formas de exclusión, marginación, injusticia y demás, que no son visibilizadas (ni denunciadas, menos aún reparadas). Debió apostar por la educación -integral, no pactos patito), el empleo remunerado (si se endeudó a lo tonto, pudo hacerlo en nombre de una causa justa), la eliminación de privilegios a la parásita clase empresarial y política (hay excepciones en ambos bandos, desde luego). Pero apostó por la que pensó (¿?) le daría renombre y haría volver arrepentidos a sus plantas a quienes no lo votaron.




Y le falló al señor. Y le seguriá fallando porque además de voluntad necesitaba (le urge) inteligencia, prudencia y sensibilidad. Para que la droga no llegue a tus hijos, reza el spot "oficialero"; cuando la droga no viene, la mayoría va a ella. El discurso de que ésta llega es más dogma que realidad.




Por qué el señor no se pone a leer, a reflexionar, a pensar antes de aparecer ante la televisión e incordiarnos con sus discursos huecos que con un mínimo de conocimientos de semiótica, uno no se cree. Entre las faramallas del señor y sus palabras (las que lee, se entiende) media un Golfo de México. Afortunadamente él se lo cree. El mismo que felicitó a Piñeira por rescatar a sus mineros y que deja morir a los de su patria. El que promueve el paisito por fuera, y lo destruye por y desde adentro. El que no se cree aún el cargo y está harto de la performance institucional que no convence.




Tengo la certeza de que si supiera quién no votó por él, ya lo habría desaparecido de este mundo, tal es la inquina que este señor tiene contra quienes no apostamos por él ni creemos en su figura, palabras ni acciones. Debe ser jodido vivir sabiendo que más de la mitad del país que des-gobierna, ni se inmuta por conocer si el señor duerme o sueña. Después de todo, él vive en un México muy distinto al que habitan bastantes, al que habito yo. En el mío, su guerra, no son mis guerras.

lunes, 2 de mayo de 2011

LA VIDA DESPUÉS DE BIN LADEN

¿Es el mundo un sitio más seguro tras la muerte de Osaba Bin Laden? ¿Se justifica el regocijo de muchos devenido en fiesta patriotera? ¿La euforia de la muerte violenta de este sujeto restituye la dignidad a las víctimas de los atentados mandados a hacer por el difunto? ¿El carnaval en lugar del duelo, dignifica la memoria de quienes ayer lloraron y hoy saltan jubilosos?




Me parece que el festejo desmedido, independientemente de las múltiples razones que puedan existir para celebrar, es un señuelo para quienes, sumidos en su pena, pueden interpretar este gozo como una afrenta a su muerto. Después de todos, Bin Laden era una persona (con todo y su proceder cuestionable) y su muerte es digna de ser llorada por algunos. Pero es común, que seres triunfalistas, den cabida a emociones que una vez agotadas no han enriquecido ni aliviado el ánimo. Pasada la euforia, la resaca revelará, que diez años después del 11-S, los muertos siguen estando muertos, y lo perdido, perdido está para siempre.




El carnaval avivado desde altas esferas políticas es mera llamarada de petate: incluso brincan de gusto seres que no tienen vela en el entierro, tal es la memez de bastantes. Y cuando el combustible cese, descubrirán que la vida, el mundo, en realidad no habrá cambiado mucho. Quizá un poco ellos, que en su euforia habrán dado salida a sus represiones, pesares, deseos de venganza (que no de justicia), desquite, revancha. Más allá de ello, la pátina existencial sigue cubriendo el día a día de este mundo de suyo convulsionado.




Vender la idea que tras la muerte de Bin Laden el mundo será más seguro, es como regar con agua reciclada un jardín de flores de plástico. Ni las absurdas, invasivas y abrumadoras medidas de seguridad de aeropuertos, embajadas y otros sitios serán eliminadas ni bajarán la guardia. Y para tener el control (el miedo) de la población, surgirá otro 'malo' a cual atacar, otro enemigo dañino en potencia y que merece ser destruido.




La construcción de un otro hostil, permite que quien tiene el poder lo conserve y manipule a voluntad, el miedo de sus gobernados, tal es la lógica de las sociedades contemporáneas, aniñadas, zozobrantes, pusilánimes, artríticas. Demandan al ogro que los cuide de otros más malos, sólo porque han oído que los hay peores que el que los tiene cautivos.




No me sumo a la celebración de la muerte de Bin Laden, en su calidad de persona, merece más honra que la de un muerto exhumado para ser exhibido y captar almas/euros. Qué pena que la muerte violenta de un sujeto, sea motivo de júbilo para quienes no han sabido asimilar el dolor, la pena, la derrota; sin perdón, no puede haber descanso. La guerra, creo yo, continúa.