domingo, 9 de junio de 2013

CAMPAÑAS "BASURA"

Sucede a veces, cuando no se tiene nada más que perder y se está hasta la madre de lo mismo, si acaso más jodido, que alguien se arriesga y se lanza al abismo, a la calle, a la plaza, al cercado electrificado o contra la pared. Otras veces, se vuelca sobre la crítica mordaz de la realidad social (y otras realidades) con el intento de interpelar a otros para que rompan sus estados de reposo e instarlos a que se echen andar por volición, informados, convencidos.

En un Estado (de sitio) como el nuestro; el mejor, según la mirada miope de quien enuncia que “seguiremos creando las condiciones para que Veracruz sea el mejor lugar para ver crecer a nuestros hijos”[1], es posible que suceda (casi) todo y que (casi) nada cambie. Sólo así el ciudadano informado (es un decir), se (medio) explica que el premio a buen gobierno municipal y el premio relacionado a cuestiones del trabajo periodístico los hayan recibido quien “no sólo cambió Xalapa, sino también nuestras vidas”, y el garante del mejor estado (de degradación).

Sin embargo, es de agradecer que la contradicción no siempre devenga esquizofrenia, a veces también produce monstruos; tal es el caso del felino propuesto para la alcaldía de Xalapa, la fea (lo dicho: transformó todo ahí donde tocó), quien sin proponérselo (lo cual no se requiere en un tiempo/espacio en-redado y viral) ha conseguido focalizar la atención de bastantes (votantes o no): “Aunque no pertenece a ningún partido político, en pocos días se ha ganado la simpatía de miles de ciudadanos hartos de los políticos. Se trata del gato Morris, un minino que contiende por la alcaldía de Xalapa”[2].

Lo preocupante acá no es que se le dé la opción al ciudadano para votar entre un animal u otra bestia, sino lo que un acontecimiento así oculta, lo que no termina de revelar, lo que queda en la penumbra. Plantear “no más ratas en Xalapa”, exige preguntarnos a quién hemos votado en las elecciones anteriores (sean municipales, estatales o federales), porque esos sujetos no llegaron ahí solos, sino por mediación del voto de la ciudadanía. Porque resulta fácil pedir que se reflexione el voto que emitiremos en un mes aproximadamente, que demandar a los votados cuentas por el trabajo (no) realizado.

Pero acá nos va mejor confundirnos con el ruido de las campañas que encarar a las autoridades para que asuman la responsabilidad por las acciones y las omisiones cometidas durante su trienio. A mí me preocupa, no tanto que sean los de siempre quienes demandan los elijamos porque a Veracruz le conviene (¿por qué?), o vivir el dulce sabor de la política y otras frases que no alcanzan la categoría de enunciado por carecer de verbo y a veces, de sujeto enunciador (“Por nuestros hijos”, “Hogar dulce hogar”, por ejemplo), luego entonces, ¿a quién interpelan? Me causa incertidumbre que frente a las promesas de servicios públicos de primera calidad, mejores trabajos y mejores sueldos, no existe ninguna (o yo la ignoro) que refiera el aspecto de la seguridad. 

Nadie ha dicho esta boca es mía en materia de ofrecer soluciones para recuperar la seguridad pública que ahora, lo sabemos y parece que nos hemos resignado ante ese hecho: no es tal. A menos que apelemos al estado de sitio encubierto bajo la forma de patrullaje, alcoholímetros, retenes y otros mecanismos de vigilancia y control, la inseguridad sigue enmarcando la cotidianeidad: la gente se sigue perdiendo (por ejemplo, yo podría de repente desaparecer) por “arte de magia”, los cuerpos siguen siendo “levantados” y arrojados quién sabe dónde, el número de cuerpos supliciados que terminan sus días en una fosa común no se sabe… mi rabia tal vez es ilegítima, quizás hasta innecesaria.

Un gato para candidato funge muy bien como distractor en momentos en que deberíamos estar haciendo algo más puntual, decisivo. La broma es bienvenida siempre; alivia, consuela, genera risas; pero la situación del municipio y del Estado (de no gracia) exige otro tipo de acciones para que no hagamos lo mismo. Elegiremos lo mismo para quejarnos después, si acaso lo hacemos; para constatar que éstos como los otros también son ineptos cuyos intereses personales son el gran motor de sus supuestas convicciones ciudadanas y políticas. Otra vez el problema a resolver es el tráfico (no la cantidad de autos que circulan por la ciudad), la basura (no los hábitos de consumo de las personas), el des/empleo (no la precariedad laboral), entre otros males, y nuevamente se ofrecen las mismas promesas… a lo mejor mi rabia ni existe. A nadie le importa.

Estoy de acuerdo que “A Xalapa le conviene votar por otro animal”, pero ello no nos garantiza que nos irá mejor como ciudadanía: ya tenemos uno en la presidencia y tampoco ha mostrado más destreza. No me basta que me digan que debo elegir entre dos males, ¿por qué debe ser así?, ¿no nos merecemos otra vida? Quiero votar por una opción política con propuestas inteligentes, verosímiles, modestas y no por un redentor (o maga) desbordado (a) de hipocresía. Lo dicho, un animal, sí, pero racional.