lunes, 3 de junio de 2024

Malsano vivir

Habituado a las desventuras que da la malandanza despertar este día con la sensación de un “desagrado” no menor me hice pensar el clásico: “¿soy yo o se trata de una cuestión generalizada?”. Tras aventurarme por las mismas calles de siempre me convencí de que efectivamente había un sentimiento de mala esperanza supurando de las paredes durmientes y los muros vacíos de la ciudad; una quieta mala hora brotaba de las bocas cerradas y caía a pleno sol sobre las espaldas corvas de bastantes. Se sabe que la ley de Murphy es casi tan cierta como la de la gravitación universal: y en este paisito si algo podía salir mal, ha resultado peor. La tómbola (presuntamente no cargada) ha arrojado un premio ganador envenenado que andando el tiempo intoxicará a más de uno o una. También se sabe que muchas veces ganar en realidad supone perder. Eso sí, quienes pierden, perdedores son, somos. Seremos. Dicho esto, sin fatalidad ni humor derrotista, puesto que estábamos sabidos de la existencia de líneas rojas que no había que cruzar y se han atravesado todas. La obediencia, como su contrario, también tiene consecuencias en quienes hacen lo que les ordenan. No es posible vivir a golpe de tarjeta de bienestares fugaces, tantas veces, mal habidos sin pagar por ello más temprano que tarde. Bancarrota del alma le llaman. Deliberadamente he utilizado expresiones con el adverbio mal: malquerencia es la que experimento, malhumor, mal-trato poselectoral, maledicencia, mal-dad. Malos quienes se autonombran buenos. Buenos para qué. La sequía abrasa el planeta, pero corre gozosa en otros lares la fuente de la felicidad; saltan las gotas burbujeantes, danzan de júbilo manantiales de origen sospechoso. Es injusto que el bienestar de pocos se sostenga deliberadamente en el mal-estar de muchos. Malos aires se avecinan luego desta celebración de pocos. Y, sin embargo, al mal paso darle prisa. Hace falta hacer una revolución, una revuelta; una vuelta (o varias) de tuerca a los tornillos del sistema. Encarar al mal encarado sistema que pseuda premia mientras maltrata, expropia, expolia, desentraña (es mala entraña) al sujeto para llenar sus oquedades de visionados, likes, compartidos. Una versión digital de la card del bienestar. Si, así como se acaba el agua (los manantiales y glaciares de donde surge) se nos agotara la paciencia; si igual que se termina el saldo pudiéramos fin a la prudencia, a la esperanza, a la ilusión de ser felices sin hacer apenas nada para obtenerla quizá la historia contada sería distinta, otra. Se necesitan más abrazos en la sien de tanto malandro que ha medrado con el poder para beneficio de unos cuantos (aunque fuera miles los pringados por el maná, proporcionalmente son pocos frente a 130 millones de habitantes). La malamente también piensa.Toca ahora mal-obrar para intentar recuperar la dignidad que un puñado de votos (millones de votos) ha robado a quienes actuamos sin mala-fe. Malhadados todos. Bienvenidos quienes estén con disposición a luchar.