lunes, 2 de julio de 2012

CIUDADANÍA Y RABIA

No por esperado duele más. En mi caso, me jode. Cuesta creer que para bastantes sea preferible abrazarse a la ilusión que al compromiso: México mío ¿qué te hemos hecho? Respóndeme. Y desde luego que lo hace, pero quienes escuchan son los menos. Quienes reaccionan, actúan y responden, menos todavía.

Lo que me jode, lo que más jode, es que tengamos que esperar otros seis años más ¡seis más!, para aspirar a una renovación de poderes. De elección en elección voy sumando años, achaques, rabias y decepciones. No creo llegar hasta las próximas votaciones presidenciales y si lo hago ¿con qué fuerzas lo haré? ¿Con qué ilusiones? Yo he vivido varios sexenios y puedo decir que con ello he aprendido algo, pero quienes no saben que existen opciones ¿qué será de esos seres?

Pienso en las criaturas que cursan (y/o concluyen) la Primaria y las que este ciclo escolar ingresarán a ella. Su educación básica, y media superior, y superior estará encuadrada por un sexenio de más de lo mismo (¡Por Zeus, que sea una Casandra loca y que no se cumpla mi vaticinio!). Antecedidas, sus vidas, por seis años de violencia. Esa generación (o dos) no conocen otro tipo de realidad y muy probablemente tampoco la conocerán.

Ciudadanos en la telerealidad, para ellos votar será otro juego más de los muchos que videojuegan. Y sabemos, que en la distopía digital (virtual, no-realidad) el compromiso no existe, la realidad se diluye, la conciencia del ser-con-el-otro se debilita cuando no se anula. Esa es mi dolencia matutina: la esperanza torpedada a fuer de creer en los cuentos de hadas, en el mundo feliz, en la vida sin asunción de deberes y responsabilidades y a cambio, creerse merecedor de tanto.

Me niego a creer que sólo los pueblos educados votan por la izquierda, que acá en Tenochtitlan no tenemos izquierda sino izquierdosos, pero no debatiré al respecto. Insisto, considero que votar por otro tipo de proyectos más incluyentes, críticos, con propuestas sociales ‘realizables’, comprometidos y corresponsables implican una conciencia de ser y estar en posiciones de desventaja y desear, no sin esfuerzo y disciplina, alcanzar otro mejor, deseable y posible.

Será que como no creo en los milagros, pocas veces me he sentado a esperar que el viento barra el polvo del frente de mi casa, y lo hago yo cada día, ora con gusto, ora con mohína, pero limpio.

Me duele el exceso de conciencia.

Ahora querría tener fe para abrazarme a un madero y esperar a que la luz iluminara mi grisura. Pero aunque vivo en una tierra irisada por todas partes, el estado de sangre luce más precisamente por su encuadre arcoíris. Así mi ánimo, que en realidad es mi sentimiento: jodido, gris y desconcertado pero al mismo tiempo, una rabia que me dinamiza. No me sentaré a llorar ni a lamentar. He madrugado, he realizado mis primeros deberes del día y cumpliré con todos con aquellos que deba sacar adelante. Yo no soy de los que se comprometen y cumplen. Soy de los que cumplen. Punto.

Pasado el trago amargo, el salobre sabor de la desilusión (advertida, sabida, revelada) viene la respuesta dinámica: el trabajo comprometido, el estudio a fondo, el ejercicio de la ciudadanía en los detalles mínimos: no tirar basura en la calle, no joder al vecino, bajarle al ruido del auto, pagar los impuestos, no estacionarse en sitios prohibidos, atravesar la calles en las esquinas y con semáforo, no caer en el soborno ni en el chantaje, no robar la señal del cable, acudir a las juntas y reuniones escolares y/o laborales, dejar de parir como si fuera un mandato extrahumano, santificar al vodka y la vida buena, aprender a leer críticamente (no a decodificar, que eso hasta PN lo hace), saberse en relación con el otro, cuidarnos.

Qué difícil es la ciudadanía. Es más sencillo votar en tanto acto ‘extraordinario’ que aplicarse en la rutina. Yo no lloraré porque se pierde tiempo valioso en enjugarse las lágrimas y la patria, tan maltrecha como está, requiere con urgencia ciudadanas y ciudadanos, no seres dolientes. Me lanzo a mis deberes. Comparto mi abrazo y mi beso. Resisto, debe ser, porque espero.