lunes, 27 de diciembre de 2010

CHINGAOS LOS UNOS A LOS OTROS

Como para bastantes no es posible resistirse a la tentación de enumerar las maravillas de este paisito y de lo linda que es su gente, y sólo para ser fiel a mí mismo, despido el año con esta entrada, que si bien no ofuscará el optimismo de aquell@s que no conocen otra realidad que la televisada, si me liberará del estrés que me causa el furor del seudo benevolente espíritu de fin de año.

"Que todos tus sueños se hagan realidad en 2011", repite merolica la banda de mexicanitos y mexicanitas que de verdad desea, que el año que viene sea mejor. Válido el anhelo, sin duda, patético es que esperen que a fuer de repetir el abracadabra la puerta del bienestar tan añorado se abra y nos transporte al paraíso. Ese edén que para más inri no es el mismo para cada un@ de los habitantes de este país corruto, ensangrentado y hecho pedazos.

Mi sueño es más iluso aún: visibilizar el racismo rapante que nos atraviesa a todos y a todas y dejarnos de la mentira esa de “feliz navidad y próspero año nuevo”. ¿Sabe la gente lo que dice cuando repite hasta el hartazgo la misma frase? Me encamorra escuchar una y otra vez terrible sentencia y me agota tener que bordear con diplomacia el no responder lo mismo.

Cierto es que las palabras hacen cosas, pero no por arte de magia. Y en un país poblado por racistas –mal disimulados, por cierto-, la frase puede traducirse: ojalá el próximo año me vaya chingón a mí y tú sigas siendo la misma lacra que siempre has sido. Amén. ¿Exagero? Tal vez. Pero a mí el espíritu navideño no me ofusca el seso ni me edulcora la realidad. Es precisamente en fechas como éstas cuando más visible resulta la actitud avasalladora con la que nos conducimos puntualmente.

Ahí donde un mexica se chinga al otro (porque el primero es más cabrón/a o el segundo es más pendej@) se cumple el espíritu discriminatorio que habita en nosotr@s. Superada –es un decir- la batalla del sexismo y la de la diversidad sexual –pongamos que en eso andamos- se torna urgente buscar otra/s marcas/s que permitan diferenciarnos a unos de los otros. La guerra es –y siempre ha sido- entre crioll@s (güerit@s, de apellido extranjero, católic@s de rancio abolengos), mestiz@s (priet@s, aspiracionistas, mixturizad@s, fronteriz@s) y l@s indi@s (indígenas, ignorantes, idólatras, rústic@s). A grandes rasgos, el mosaico mexica es así.

La tan referida multiculturalidad mexicana en los textos, en la vida cotidiana es un campo de batalla donde gana no el más cabrón sino el menos pendejo; para eso se nos educa desde pequeños: chinga porque atrás vienen chingando. Por eso no vale estudiar, conducirse de cierta manera entendida como correcta, pagar impuestos, respetar la ley, el dolor de la conquista (anterior a la conquista española) se lleva en los genes –es otro decir- y se traduce en una existencia jodida que se vive jodiendo. No hay tregua para el mexicanito. No existe paz para la mexicana.

La cadena de poder que en otras partes del mundo se sobrelleva con cierta inteligencia, en suelo azteca es una carnicería constante: la sed de sangre de Huitzilopochtli es infinita. Por ello es común observar al criollo humillar al mestizo (o al mestizo blanqueado a otro todavía prieto) en los puestos laborales, en las curules, en los programas de televisión. Y más cotidiano es observar al prieto chingar a otro más prieto que él o más jodido o que por razones de azar, se halla en posición subordinada: el policía o agente de tránsito o guardia de seguridad que se agandalla a los otros, nomás porque son pendejos y él es muy chingón. Y luego las humillaciones constantes que padece el indígena (sobre todo si es mujer) por parte de criollos (güeros) y mestizos (prietos). Después se dice, que el indio es ladino, que es como decir que hay que joderlo porque cuando puede el también chinga.

Para que se produzca el vasallaje deben concurrir ciertos factores (y no son los únicos, desde luego): que el sujeto que tiene el poder sea prieto (o güero), analfabeto (en el porcentaje que se guste, si acaso hay graduaciones), regularmente feo (gordo, contrahecho no es sino un plus), ejerciendo un puesto de poder que le da para mal comer y que le disgusta, pero que le permite volcar sus frustraciones en todos aquellos que tienen la desgracia de pasar por su feudo. Si además porta charola y arma, el escenario no puede resultar más perfecto para chingar sin límite.

El nuestro es un país jodido porque no quiere reconocer la miseria humana que lo empantana y no le permite salir a flote (su fe y su dependencia a la televisión pública lo asfixia pero no lo ahoga) ni hundirse definitivamente. En el momento en que cada habitante de este país visibilice su racismo podría pactar mediante la educación (crítica, reflexiva) otras maneras de convivir menos enfermas, patológicas, desgastante, jodidas que tienen a este país en una tensión constante.

Hace años (ignoro la realidad ahora), Brasil asumió que era un país racista. Tras el escándalo que la novedad causó se trabajó en esa realidad que se creía superada. Las fronteras se cruzan pero no se desdibujan afirman quienes hacen Border Studies, pero no por ello se dejan de atravesar límites, de saltar verjas, de ir al encuentro de Lo otro, de los Otros.

A mí ningún “feliz navidad y próspero año nuevo” me blanquea la piel (que me gusta mi prietud) ni me borra las heridas que la discriminación ha fijado en mi persona ni las que yo he colocado sobre otros cuerpos. Tampoco me hace olvidar que detrás de ese saludo existe un deseo perverso de chingarme y colocarme en posición de subalternidad (ni quiero olvidar para no dejar de resistir) ni me enajena con la posibilidad de que a fuerza de repetir la frasecita mañana será diferente.
Más bien me hace insistir en la necesidad de asumir nuestras diferencias, no como carencias sino como piezas de un puzzle que habría que integrar, dejar de pedir tolerancia y exigir respeto. Construir esa educación integral que puede devolvernos la condición de humano que hemos perdido en esta guerra absurda de chingarnos los unos a los otros que hemos asumido como consigna vital, esencialista del denominado espíritu mexicano. A mí este discurso, no me convence.


jueves, 23 de diciembre de 2010

DESCOLONIZAR LA IMAGINACIÓN

En el alba del fin de año (y de la primera década de este siglo, pródigo en desgracias de todo tipo) aún es posible toparse con buenas noticias, si el sustantivo permite ilusamente ser adjetivado. En la Argentina se ha condenado a cadena perpetua al criminal (lo de ex dictador es una cuestión que yo no entiendo, ¿se puede ser ‘ex’ dictador?) Jorge Videla. Una noticia, que aunque llega tarde, adornará de menos grisura las celebraciones decembrinas de cientos de víctimas de este tipo que sembró el terror en el Cono Sur. Una suerte de justicia y reparación aunque no sea posible cambiar la realidad. Peor es nada.

En México, en cambio, nos desayunamos con la noticia de los treinta millones de dólares que la familia de diego ceballos pagó por su rescate. Felices ellos, supongo. A mí me da rabia. Yo no hallo motivo para celebrar dicho acto, pues conociendo la calaña de político que es y ha sido, no es exagerado aventurar que mucho de ese dinero fue obtenido de manera turbia en su paso por el serivicio público, es decir, ese rescate (muy probablemente) se pagó con una buena parte de dinero de l@s contribuyentes. Ahora no son bastantes quienes recuerdan la manera ilícita en que este sujeto adquirió distintas propiedades en el pasado reciente. Pero como en este paisito somos proclives a olvidar, las cosas pasan sin que se exija la explicación de cómo han ocurrido.

Si los cenutrios olvidan lo que ha ocurrido unas horas atrás, qué pueden recordar sobre sucesos acaecidos hace diez, veinte o treinta años; algunos recuerdan de puro milagro el día de su cumpleaños, otros, ni eso. Una gran parte de mexicanitos no son capaces de reclamar justicia, reparación ni de exigir reivindicación alguna porque han pasado por alto el expolio económico, afectivo, educativo y de otros tipos, que ha padecido y sigue padeciendo. El olvido es una estrategia de supervivencia, una política de estado, pero también una forma de aniquilación. Así parece ser la suerte de la gente de este país.

Aún recuerdo las declaraciones de monseñor mullor asegurando que maciel –el verdadero siervo de dios- fue una ‘mancha artificial’ en el pontificado del papa cirquero. O a la canis ladrans del Anáhuac enunciar sin vergüenza que ‘existe mucha podredumbre en algunos mexicanos’ (no se mordió la lengua porque habla con la cola la miserable). Si aceptamos este tipo de declaraciones como verdad, entonces podemos tragarnos sin dificultad que dios es amor, que cristo resucitó al tercer día, que superman existe, que la barbie es inteligente y yo soy el hombre más feliz del mundo. La mentira vertebrando las relaciones entre unas y otros, como lo ha evidenciado wikileaks.

¿Qué podemos esperar para el año que se avecina? Lo ignoro. Pero no una mejoría en las maneras en como se ha venido conduciendo la política de este paisito y sí un empeoramiento de la realidad cotidiana de bastantes (el inverosímil aumento –de menos de 2 pesos- al salario mínimo -ínfimo- sólo confirma el absurdo que significa vivir en México). Para cambiar los hábitos adquiridos hay que modificar las condiciones (ambientales y sociales) en los que éstos se desarrollan, lo que puede entenderse como largar lejos a quienes nos des/gobiernan (que los secuestren y no nos lo devuelvan), sellar la boca de quienes se asumen como voceros de nuestras necesidades, salvaguardas de los valores (¿qué se entiende por valor?) y demás sandeces.

A mí el arribo del nuevo año no me significa ninguna esperanza que no me haya dado ya, en otro tiempo, la idea de darle a la gente de este país una educación crítica que le ayude a desasnarse (descolonizarse la imaginación) para pensarse y actuar, de otra manera. Es posible. Lo creo.

viernes, 17 de diciembre de 2010

¿PUEDE EL INTOLERANTE HABLAR DE TOLERANCIA?

Sólo existe algo más intolerante que un judío: un museo de la tolerancia financiado por judíos. Es verdad. El pretendido museo de la memoria y la tolerancia en pleno centro de la Ciudad de México, es un ejemplo concreto de lo que se puede hacer usando convenientemente las palabras (y el dinero): una paradoja. Un monstruo. Una contradicción. Una lección genuina de intolerancia mal disimulada.
¿Qué se espera de un museo que se presenta como salvaguarda del recuerdo de algunas de las atrocidades cometidas en el siglo XX? Sin duda, bastante, pero no se imagina uno -al menos nunca pasó por mi ingenua mente-, que el acceso al sitio exige un ritual como quien ingresa a la sala de espera de un aeorpuerto. Fuera metales y un trato de presunto delincuente (quien cree en el sujeto, asume a priori que no puede hacernos daño, que no tiene intención de hacer un daño), que contraviene el espíritu -digo yo, que no sé de estos asuntos- de la tolerancia.
Pero viniendo de judíos -lo que la mayoría puede entender por tales- no debería sorprender. Dentro, toda la estructura coopera para que el visitante se sienta oprimido y de este modo comparta la sensación de asfixia y dolor que padecieron los millones de judío en los campos de concentración. Pero no solamente judíos, también hubo gitanos, homosexuales, disidentes, republicanos y más, detalle que apenas asoma en el recorrido. La información es pertinente, acertada y sesgada, desde luego. Se dedica mucho tiempo-espacio a la tragedia judía y se reparte el resto de la muestra dando cuenta de otros 'holocaustos': Yugoslavia, Ruanda, Sudán, Guatemala pero en ningún momento, en las pulcras paredes del museo-barraca se visibiliza lo que los judíos están haciendo (ahora mismo) con el pueblo palestino.
Memoria selectiva, dirán los entendidos. Falta de espacio, alegarán otros. Lo cierto es que en el imperio del revanchismo no hubo lugar para la autocrítica. Los judíos no se plantean qué hubiera ocurrido si Hitler hubiese ganado la Guerra. ¿Cuestión incómoda? ¿Los genes sobrevivientes tienen dañado ese codón? Tan valiosa es la vida de un judío como la de un habitante del guetto en que éstos resentidos (no encuentro otra palabra) han convertido a Palestina.
En el museo hay lugar reservado para tomar lecciones de tolerancia (si la iglesia del mal puede predicar el bien) y derechos humanos traducidos a algunas de las lenguas indígenas de este país. ¿Acaso una mazahua o un totonaca podrá burlar el cerco selectivo discriminatorio que existe a la entrada de este sitio? ¿Podrá algún seri leer/escuchar sus derechos en sus propia lengua en un lugar que no pensó en cómo faciliarle la entrada? ¿A un indígena le sobran 55 pesos para pagar el peaje? Casi al final del recorrido uno termina compartiendo con Zizek la defensa de la intolerancia.
Pues el tour nos reserva su máximo horror al final del paseo. Para salir de ese espacio pulcramente opresivo hay que pasar por la tienda de souvenirs (no, no hay restos del holocausto a todo por 10 euros) y atravesar una puerta giratoria, que más bien parece una cerca, pues los barrotes de la misma terminan en puntas. Sí, en ganchos que pueden herir la piel, como si aquél presunto delincuente que osó entrar al templo del recuerdo, quisiera huir sin pagar la cuota al dolor que no debe olvidarse. Más contradicción sólo en el vaticano y la iglesia falsa.
Cuando uno pone el pie fuera de ese lugar y mira la Alameda, la gente, las otras verdades y los otros dolores, corrobora que toda la vida (precaria por definición) sin tener monumentos, museos, altares, también debería ser aprehendida y aprendida como digna de ser vivida, cuidada, recordada, celebrada.
¿Puede el intolerante hablar de tolerancia? Sí, sin duda, para muestra, un museo de la memoria y la tolerancia. Aprender desde y en la contradicción.

martes, 7 de diciembre de 2010

EN EL PAÍS DE LOS CENUTRIOS, EL SELEMBO ES SECRETARIO...

Para adornarnos los días guadalupanos, hay seres que se visten de 'milagros', y lo hacen de tal modo que incluso se los creen; ya veces, con un poco de tozudez, hasta se logra convencer de la existencia de los mismo a muchos y a muchas más. Tal es el caso de lujambio (minúscula obligatoria), quien ha dicho -según fuentes dignas de él, como sería un noticiario de azteca- que "lo que pasa es que somos muy autocríticos", pero que los resultados obtenidos en PISA "están por encima de la media de Latinoamérica". Me duelen las manos de tanto aplaudir semejante barbaridad.
Pero si ya hasta me creo que se va ganando 'la guerra contra la minoría ridícula'. Con afirmaciones de este tipo, no se necesita ni dios ni guadalupe sino vergüenza. ¿Quién le pidió al señor su opinión respecto a los resultados preliminares -eufemismo para endulcorar lo que es tan amargo como cierto e incómodo para bastantes- que PISA dio a conocer este día? Que yo sepa, nadie. Y muy pocos serán los que se detengan a reflexionar, comparar, analizar las causas de tales resultados. ¿Para qué sí ya se sabe? Ni yo haré acá relación suscinta de presuntos factores. La educación en este país, es una desgracia nacional que no agobia a nadie.
Hay que ser consciente del papel fundamental que la educación de los habitantes de un país representa para el desarrollo integral de un pubelo, para sentir pesar (vergüenza, tristeza, indignación) por estos resultados nada sorprendentes. Lo cierto es que no se hace nada -esa es la realidad, no haré concesiones- para que se obtengan otros resultados (favorables, se entiende). De modo, que una vez pasada la plañidera por la educación de este país (ya imagino la pantomima de siempre: las Normales no sirven, los maestros no hacen su trabajo, se invierte más en educación que en seguridad pública -lo cual explicaría lo desastroso también de la seguridad pública- y una lista extensa de pretextos) sólo quedará el silencio y el olvido.
Porque amplios sectores de este jodido país recuerda con detalles el final del último reality stupid show que la lección de matemáticas del día anterior; antes conoce al dedillo los pesares de amor de fulana que su número de RFC; primero repite sin césar que 'la navidad la hacemos todos' que ponerse a hacer -y bien hecho- su deber como ciudadano. Así pasa en este paisito que asna de pura hambre (de todas las hambres) que tiene.
Sólo para desmentir al secretario, anexo estractos del Diario Milenio y El Universal, en ninguna de ambas notas, los datos permiten inferir y asegurar, lo que el Gran Maestro refiere con orgullo:
"México ocupa el último lugar de los 30 países miembros de de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos que participaron en el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés), y la posición 48 en el ranking que incluye también a 27 países asociados al organismo internacional, es decir 57 naciones en total" (http://impreso.milenio.com/node/7156004)

"Al dar a conocer los primeros resultados del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) 2009, México ocupó el lugar 48 (420 puntos en promedio) de entre 65 naciones, 33 de la OCDE, en las asignaturas de lectura, matemáticas y ciencias, con una escala que va de los 262 a los 698 puntos" (http://www.e-consulta.com/index.php?option=com_content&task=view&id=63665&Itemid=27).

viernes, 26 de noviembre de 2010

ASÍ EN EL CIELO COMO EN LA TIERRA

In memoriam: SCR
Muy pronto la tierra estará tragándose los restos de un marica más, que por vivir de otra manera: torcida, inmoral, irresponsable, ha muerto en la ignominia. Si acaso un último privilegio antes de morir: volvió a sentir el calor de una cama luego de haber dormido tantas veces en el suelo o en las bancas de los parques.

No se puede quejar, dirán muchos. Al menos no murió en la calle, dirán piadosas otras. Lo que nadie se atreverá a decir, es que afortunadamente, ya está muerto. Ahora sí viviremos con tranquilidad, sin esa opresión que nos sitiaba el pecho cuando aparecía, fantasmal, venido de la nada. No más tener que fingir no verlo, ni dar vueltas a ciertas calles para eludir su presencia. Qué bueno que ya descansa en paz porque también nosotros descansaremos del oprobio que su existencia penosa nos causaba.

Ya no cabe la posibilidad de sobornar a la conciencia porque al fin ha quedado fuera del alcance de nuestros ojos. Dios lo tenga en su gloria que es donde debió estar desde hace tiempo. Allá y no acá, contaminándonos, provocándonos, desestabilizando nuestras precarias vidas. Pero al fin dejó de sufrir. Y con ese cierre también nosotros entramos en un sosiego que solía verse interrumpido cuando como una aparición, tomaba por asalto nuestra rutina.

Acá en la casa nunca le negamos un vaso de agua –el vaso era de unicel-. Siempre le ofrecimos un taco –en plato desechable y jamás sentado en el comedor-. Pero él seguía en lo suyo. Quién sabe qué hacía, en qué se gastaba el dinero; de todos los trabajos que tuvo salió mal. Yo no sé por qué eligió esa vida, él se buscó todo lo que le pasó. Uno no está para juzgarlo, allá Dios que lo juzgue y lo perdone.

Y Dios que acepta sugerencias, seguramente lo pondrá donde ha colocado a los muertos por sida, por cáncer, por muerte violenta a causa de la elección sexual, a los lapidados cada día por alejarse de la heteronorma. Ahí donde los leprosos, los vagabundos, los que caen como perro en mitad de las calles, las esquinas, los lotes baldíos, en la basura. Lo sentará en un lugar que podrá llamar suyo, apropiárselo sin temer a ser despojado ni humillado ni dejado fuera de ningún lugar. Ya no existe afuera.

Al fin en paz. Y con su muerte nos devuelve la tranquilidad a todos. ¿Cómo es que vivió tanto tiempo así? Decía que se pasaba días sin comer. Luego me comentaban, allá lo vimos, andaba con unos hombres, borracho, riéndose. Porque el paria además debe abstenerse de acceder a la alegría para ser también miserable. Cómo pudo perderse de esa manera. No se preguntan: quién sabe si no se estaría buscando en ese laberinto de basura y hambre, de insomnio y enfermedad ¿No será que ahora que está muerto se halló consigo mismo?

Imagino sus cuchicheos y sus lágrimas. Los recuerdos que como moscas llegan en torno a su ataúd -que hay que pagar entre todos; aún muerto nos sigue chingando- para honrar su existencia. Nadie sabe lo que hacía en las plataformas, siempre perdía el dinero ¿Sabía leer? Cada vez que regresaba había que comprarle el boleto del autobús. Sólo Dios sabe qué vida llevó. ¿Alguien se lo habrá preguntado?

El mismo final que… siquiera a éste lo estamos velando, al otro… y sin decirlo, piensan en el final que me desean para corroborar que su hipótesis, como palabra de Dios, se cumplirá según lo anunciado. Víboras, ratas, arañas. Disfrazan de piedad su indiferencia; sería más sencillo mostrarse agradecidas porque nunca más aparecerá, salido de la nada, para afearles el paisaje, apestarles el aire, ensuciarles la mano, macharles el brillo del piso.

Esta noche la tierra engullirá lo que queda de un cuerpo reducido, estigmatizado, jodido. Un cuerpo que al final de sus años eligió sufrir en vano aspirando a recibir una misericordia que no vendría de ninguna parte. No hay amor fuera de uno mismo. No viene del exterior sino de adentro. Quién sabe si lo habrá llegado a saber, a vivir, a enunciar. Al menos tuvo el privilegio de morir en una cama. Millones, ni eso. Amén.

YO IN-MIGRANTE

Descolonizar la imaginación para pensarme de otras maneras.
crac
Hay momentos en que el ocio puede ser un incentivo para el recuerdo. Y qué tipo de recuerdos. Pienso en la operación truculenta de FB cuando por alguna razón algorítmica te sugiere agregar a alguien porque es de tu edad o habita la misma ciudad en la que se des/vive. El pasado está a un click de nosotros, un ayer al que se accede escalonadamente: un perfil te lleva a otro y a otro, y a uno más hasta en-redar completamente a quien navega: el voyeur muere por exceso.

¿Qué se encuentra cuando se viaja al pasado? Nada (la melancolía es un privilegio de pocos). Porque uno suele aventurarse en ese viaje con los recuerdos mediados por una existencia recorrida, una vida des/gastada y transformada por la cotidianeidad. Lo que FB nos revela es la vida vivida. Los cuerpos sobre los que hay huellas, surcos, adornos y carencias, excesos y faltas. Mujeres y hombres que de muchas maneras dan cuenta de sus años consumidos, de su paso por la tierra. Que han cumplido cabalmente (¿irreflexivamente?) el mandato heterosexual: matrimonio y prole.

El ejercicio dotado de una dosis de masoquismo, sin duda, es también un mirador hacia ése que se fue y que se ha transformado de manera diferencial: se es y no se es al mismo tiempo. Al observar esos cuerpos miro también el mío doblemente situado: en el ayer que recuerdo, y en el ahora desde donde contemplo y enuncio. Qué diferente habrían sido mis días si no hubiese salido de aquella ciudad.

Hoy tengo claro que existen dos decisiones acertadas en mi vida: haber salido de Tuxpan y no haber vuelto jamás. Qué vida tan mal vivida habría sido la mía de haberme quedado allí (mientras escribo, un tío agoniza en esa ciudad que es ingrata con quienes no siguen su moral acartonada). Y miro con asombro –quizá con envidia, dirían algunos- lo orgullosos que están de habitar esa ciudad quienes posan en paisajes urbanos o naturales y signan en su perfil Tuxpan de Rodríguez Cano, Veracruz. Me agobia el exceso, me irrita la necesidad de apellidar a una ciudad como si alguien más quisiera arrebatársela. Yo no.

Pocos entenderían – tampoco hay necesidad de ello- lo feliz que se puede ser deambulando por otras geografías llevando la marca del terruño en las profundidades del recuerdo, en los abismos que a veces gratamente pueden forjarse en la memoria. Desenraizado, tal vez; sin espacio que habitar, nunca. Llega el momento en que a pesar del azar uno elige donde construirse otra vida y acierta. El paraíso no está en un único lugar. Yo lo sé, yo lo vivo.

martes, 23 de noviembre de 2010

LA SLOW LIFE DEL VATICANO

Llegamos tarde al caso Maciel: B-16*
Llegaste tarde tú, ciego guiando a otros ciegos.


Humanizar la sexualidad, exige el Vaticano o su vocero o quien sea. ¡Crista! He estado cogiendo como (o con) animal en todo este tiempo. ¡Dios mía! Ahora entiendo aquello ‘de a perrito’, ‘de chivito en precipicio’, ‘de pollito rostizado’. Pero ahora que sé que debo humanizar el ejercicio de mis prácticas sexuales, seguiré aquellas que cuentan con la venia de su santidad.



De modo que practicaré ‘la de basílica de san Pedro’: hincado ante mí, en la boca te la meto y hasta adentro (recuérdese esa foto entre Wojtyla y Maciel; dignos príncipes de la iglesia). Otra: ‘la de la argolla del pescador': de rodillas te pillo y me besas el anillo. Una más, que seguro me llevará a la ascensión fast track, 'la del buen pastor': adivina quién soy, tumbado boca bajo, con el sagrado cayado te doy.



Seguramente la iglesia, mater et magistera –sic- (las únicas subalternidades femeninas que ‘tolera’, editará un manual para enseñarnos a vivir humanamente la sexualidad con condón –made in Vaticano, con indulgencia plenaria incluida- de una forma que glorifiquemos la gran obra de (su) Dios.



Ojalá no se demoren, no sea que cuando salga el librito yo ya haya muerto o se me haya extinguido el deseo carnal. Con lo lentitos que son estos siervos de Yahveh (53 años les tomó identificar como criminal –falso profeta, dixit- al más businessman de los últimos años que han tenido). Aunque si lo comparamos con el tiempo que les tomó darse cuenta de que Galileo era inocente, podemos perdonar a Benedicto su demora de más de cinco décadas. Así, es fácil creer en la eternidad. Amén.




Milenio Diario: http://impreso.milenio.com/node/8869875 (23.11.2010)


PS. Y el que con toda y fe en su dios toma sus precauciones es onésimo cepeda, que no pudiéndolo librar del infarto su señor, cambió de hospital para no ser arraigado. Dichosos los que creen si haber visto.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

CIUDADES ALEPH; CIUDADANOS PARANOICOS

Pertenezco a una categoría de ciudadano al que el Estado (renqueante, enclenque, pero Estado al fin y al cabo) le procura más inconvenientes que bienestar. Es verdad. Con todo y que asumo la precariedad de la existencia como quien dice "el papa cree en su dios", no me es suficiente para sobrevivir al intríngulis burocrático en que se ha convertido (y va rumbo a peor) la vida en las ciudades (sobre todo).

Pero de todos los discursos que el Estado arroja sobre nuestras espaldas, el que más desazones me causa es el de la seguridad, el cual parece ser la "gallina de oro" de la ratio decidendi de los políticos.

La seguridad en sí, no me causa urticaria, sino la manera en que se expresa y cobra forma (se incardia) en la corporalidad de los sujetos: retenes, arcos metálicos, porras de diversos materiales, sensores, las omnipresentes cámaras y el vasallaje al que se es sometido, cuando por tu (su es demasiado respeto para dárselo a un subalterno) seguridad, unas manazas amaestradas (capacitadas, en el argot de la simulación) para invadir el cuerpo auscultan en busca de amenzas. El peligro previniéndose de sí mismo.

Sin embargo, cada cerco (de cualquier naturaleza) que debo sortear cotidianamente no me hace sentir más seguro, al contrario, dispara mi ansiedad a niveles que casi saludan de beso a la paranoia. ¿Cuidarme de qué? ¿Protegerme de quién? ¿A dónde van las miríadas de imágenes obtenidas cada día? ¿Por qué el Estado y otras instituciones deben cuidarme de ellos mismos provocándome el terror, primero, para ofrecerme el auxilio y el consuelo después? ¿De qué está enferma la sociedad posindustrial?

Recuerdo cómo se elogiaba la libertad de la que se gozaba en Occidente cuando el bloque oriental era el malo por espiar, maniatar y cercenar las garantías individuales de sus ciudadanos. Pero cayó el Muro y con él, el supuesto bienestar de los sujetos occidentales. Allá se infló la burbuja del "todo vale" y acá se nos subió al tren del "cuidado, peligro inminente". ¿Para qué sirve el entramado represivo que padecemos los ciudadanos en nombre de la seguridad si ésta deviene inseguridad?

Habría que reforzarla, dirían sin sonrojo los prototalitaristas, que ese es su negocio: vigiliar y castigar, y cobran por ello. Yo, en cambio, apelo a la abolición de tanto cerco. La existencia del ciudadano común se ha convertido en un camino minado de candados, despojos y una fuerte dosis de sospechosismo con el que se debe lidiar un día sí y otro también. Sospechoso a priori (y la apariencia es un factor que juega en contra o a favor del sujeto) sin derecho a recibir disculpas: es por tu seguridad ya sabes, no te quejes.
Y sin embargo, ningún dispositivo de seguridad ha impedido que sigan volando aviones cargados con materiales explosivos, que asalten y violen en el transporte público, que roben y secuestren en bancos y cajeros automáticos, que dinamiten autos y edificios, que estallen granadas en los espacios públicos, que muchos sean asesinados en hospitales, cárceles y aun en su propio hogar. Podría ser peor, argüirán los cínicos.
El panóptico es rey en las ciudades Aleph, que crea ciudadanos paranoicos, esquizoides, alienados, oprimidos, residuales, desechables. ¿Alguien conoce las ganancias que genera el mercado de la seguridad? Por ahí empezaría yo para desmontar el mito del "es por tu bien", y reformular la noción que del término tiene la ciudadanía y contrastarla con aquello que dicen entender los políticos.
No sé los demás, pero yo sigo resistiéndome a habitar y vivir la ciudad como si ésta fuera una gran jaula en la que yo, convertido en pájaro, puedo cantar, si quiero, pero jamás volar.

martes, 9 de noviembre de 2010

PERIMETRANDO EL NANOLUGAR

¿Quién okupa los espacios llenos? ¿Qué los llena? Abundan los sitios colmados, próximos a desbordar, saturados. Es posible leer en la entrada de los estacionamientos: no hay lugar. En las puertas de acceso de las escuelas: cupo lleno. En los centros de trabajo: no hay vacantes. Doquiera que se deslice la mirada se topará con espacios copados, tapiados, clausurados, negados para el acceso. Hay salidas de emergencia pero no entradas urgentes. La invención del espacio trajo consigo también la materialidad del límite. El cerco. La puerta cerrada. El no.

Sin embargo, el impedimento que deja afuera a muchos no obsta para permitir el acceso –siempre se puede hacer un huequito- a ciertos sujetos, objetos, discursos o acciones. Es decir, el espacio cerrado también inventó la excepción. Esa frontera que cuela y determina lo que ingresa y lo que no. Sobre la ósmosis también aplican restricciones.

Probablemente en ningún otro tiempo, el espacio había cobrado la importancia que tiene ahora, que se tasa en cantidades de varias cifras y se multiplica sólo para reducirlo, atomizarlo y con ello impedir el acceso al mismo. El nanolugar es demasiado pequeño para ser habitado por un ser humano. O por su pensamiento. Bytes versus metros cuadrados. La experiencia del lugar se asume, la mayoría de las veces, a partir de la exclusión: lo no andado, lo no recorrido, lo no habitable. El no-lugar ha devenido en no-estar, en un estar siendo sin ser.

Deambular por la frontera convierte la existencia en un perimetraje. Dar vueltas sobre el contorno de los cuerpos, de las cosas, mirar de lejos a las personas, no tocarlas, enlazarse a partir de ondas electromagnéticas y de microondas, asépticamente. Sentir/se implica el re/conocimiento del lugar, el área, el volumen, la densidad de los cuerpos. Pero la vida que aspira a ser unidimensional impide el encuentro. Sin espacio tampoco hay tiempo. ¡Viva la eternidad! Parece ser la consigna de este mundo.

La condición de tránsfuga resulta ser el estado vital de los sujetos en un siglo en el que habiendo tanto espacio -aun virtual- no hay lugar para la contemplación, el reposo ni la queja. ¿Queda espacio para el amor? ¿Y para el deseo? La vida se reduce a un existir en un “desespacio” y a destiempo. ¿No hay opción? Cómo se responde a esta condena si todo está lleno, está cerrado y se arriba tarde a todas partes. Si acaso se llega.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

I DO NOT WANT TO ADD THIS CONTACT

Flotsam and jetsam
Pierrot Lunar, filósofo ídem.
Que la vida hay que asumirla sin tanto peso, estoy de acuerdo. Pero que haya que vivirla con ligereza, nuncamente. No es mi caso. Si bien no soy un tipo que suele complejizarse la existencia tampoco pertenezco al club de aquellos que van de sabedores del buen vivir, es decir, pasar todo porque mañana es otro día o porque mañana dios dirá o porque mañana es para siempre.
En ese sentido, opto por una existencia sin enredos más que aquellos que una existencia pretendidamente Queer me aporta, que no es poco. Todo aquello que pueda ser interpretado -por mí, of course- como excedente queda afuera, antes de que se acumule en algún rincón de mí y termine por establecer con ello un nexo perverso que confunda con querencia. De esta manera, es posible vivir ligero de equipaje.
Por esta razón, hace unos meses decidí limpiar mi lista de MSN y la lista de FB: no al expolio afectivo, advertí, no soy hucha de quejicas, agregué días después, y en un par de horas, adelgacé la cifra de direcciones electrónicas que había en ambas redes. Quiero personas no contactos, concluí. Desde luego que mi acción fue considerada de injusta, arrebatada, intolerante, agresiva, ciberantropófaga y demás piedritas, porque algunos seres que súbitamente descubrieron que me querían, quedaron fuera de la selecta enumeración.
Desde luego que no recuelé, y lo borrado, eliminado está, y me he cuidado de agregar nuevas direcciones en ambas listas para no engrosarlas innecesariamente. Insisto, quiero personas, no contactos. No envidio a quienes se ufanan de tener más de mil enlistados en su red; no les envidio porque tampoco les entiendo ¿en qué momento es posible establecer un diálogo -que no chateo ni intercambios de OK o de emoticonos- con tantos amigos (que la palabra amiga no la ha descubierto feis). Yo que soy de pensamiento limitado y de habilidad verbal estrecha, no puedo.
Entre mis deficiencias se halla el hecho de que ignoro cómo se responde a un OK. Jamás he sabido qué significa ese par de letras, mi cerebro no acierta a descifrar si esa expresión significa: ah, sí, entiendo; a mí qué me importa; mjm; ah; bien por ti, ajá; qué pena por ti; mi vida es otra; o una función fática sensu estrictu. Y de seres que han poblado sus charlas de OK está lleno el ciberespacio, encamorran. Y como no tengo tiempo para aprender otros idiomas twitterizados que reducen el pensamiento a un átomo fonético, me deshago de excedentes electrónicos y felices todos y todas.
Yo puedo presumir -si es posible tal expresión- de contar con pocos contactos, pero todos con nombres propios e historias que los conforman como sujetos, seres que conozco y por quienes manfiesto un sentimiento de afecto y que me corresponden, personas que se dejan en el tablero de su computadora pedacitos de piel porque quieren compartirse conmigo y no individuos obligados a "seguirme la corriente" vulgarizando mi espacio con un OK (un jajaja, xD o un emoticono).
Es verdad que nadie me obligó a ingresar al truculento juego de las redes sociales, pero también es cierto que nada me obliga a tener en mi listado de direcciones a nadie que no vaya más allá del estatus de contacto. Son las trampas que la comunicación masiva pone al individuo en aras de beneficios para algunos cuantos, je ne sais pas. Pero mientras pueda eludirlas, lo haré, ¿quién quiere más de mil contactos si ese alguien no es capaz de articular un saludo o un enunciado coherente con uno solo? Definitivamente, yo no.

martes, 26 de octubre de 2010

DE LA INTOLERANCIA Y OTRAS VIRTUDES

Me han llamado intolerante más veces que por mi nombre. Sí, lo soy, empezando por mi intolerancia a la lactosa hasta mi declarada aversión hacia la cenutriez. ¿Debo permitir que estos males pasen por mi cuerpo a fuer de ser políticamente correcto?
He sido señalado por estar 'fuera de lugar' y obviado cuando creo estar 'adentro'. ¿Rabia? Sí. ¿Cansancio? También. Revanchismo, nunca. Llega el momento -ah, la edad- en que se es capaz de mirar hacia atrás sin nostalgia ni rencor, con una suerte de cariño propio como si se quisiera a otro, a ese otro que también nos habita.
Y sin embargo, todavía se estrellan sobre mi cuerpo dardos como éste: te odio de manera poética -sic-. ¿Cómo se responde a un odio de esta naturaleza? ¿Necesito cargar con una metáfora más sobre mi cuerpo para devenir tolerante? Porque por no asumir una declaración de este tipo se me acusa de intolerante. ¿No he tenido ya suficiente con los odios reales por los que he pasado como para verme afrentado ahora por uno metafórico? ¡Jesuqueersta! ¿Desde cuándo al subalterno se le niega -a priori- la posibilidad de la agencia?
Mi geometría da cuenta de un vivir en resistencia y no por ello declaro mi vida una agonía, sino un tiempo bien vivido. Y sin embargo, guardo en cada cicatriz -pequeños mapas de los espacios andados- una enorme esperanza en la idea de que otros mundos, son posibles. Hay que construirlos, sí.
Así va el mundo, el mío, of course, que el otro es bastante grande como para abarcarlo. En todo caso, no es mi meta.

sábado, 23 de octubre de 2010

¿TÚ QUÉ HAS HECHO POR VERACRUZ?

¿Y tú qué has hecho por Veracruz? reza un cartel cutre pegado en paredes y cristales de edificios cercanos al centro histórico de Xalapa. La pregunta no solamente es pretenciosa sino invasiva. ¿A quién le importa lo que yo he hecho por Veracruz? ¿Cuál veracruz? ¿Y si no he hecho nada qué? ¿Cuál es mi deber por Veracruz?
Seguramente la pregunta no se la hace el gobernador saliente que va harto cansado de hacer por Veracruz, ni creo que se la realice el regente electo que desde ya, ha realizado por Veracruz, más que los siete millones de habitantes del Estado. La pregunta es invasiva, absurda, necia, tiránica.
Bajo una estrategia efectista -quizá dé resultado y por eso siguen ahí, los carteles insulsos- se pretende despertar en el ciudadano (y la ciudadana) la conciencia de deber con un Estado que lo tiene todo y que necesita nada. Nada, salvo que uno se avasalle al poder rouge que sigue reinando en la entidad. Un deber que quienes tendrían que cumplirlo, bajo el argumento de "el gobierno somos todos pero cobro sólo yo", diluye su responsabilidad y endilga a quien guste, tal compromiso.
Una legislatura y una fracción de la sociedad hipócrita que se rasga las vestiduras farisaicas y clama la aprobación de un ley a favor de los animales, desplazando otras más urgentes como una que otorgue la ciudadanía plena a los indígenas, por ejemplo. No entiendo que una legislatura proanimalista cacaree que un toro merece respeto, un perro un hogar y un gato una comida justa mientras que en las calles de la ciudad -y las que ustedes miren- pululan ancianos hambrientos, infantes con harapos, personas sin hogar.
Primero mi perro, que me cuida y después el vagabundo que afea mi cuadra, parece ser el mensaje. ¿Desde cuándo un animal está en la misma línea de dignidad que una persona? Que les preocupa el maltrato animal. A mí también. Pero de ahí a primar unos derechos animales frente a unos legítimamente humanos, me hace pensar en qué he hecho por Veracruz. Pues ahí les va:
No votar por candidatos oligofrénicos. No rendir pleitesía a la zafiez. No hacer bandera con causas injustas y sobre todo, seguir denunciando que lo que acá se vive no es una democracia sino una desfachatez en la que el feo es rey y el tonto, pajecito. La bonita reina y la subalterna, la misma población jodida de siempre.
¿Qué he hecho yo por Veracruz? Este blog para seguir respirando el aire enrojecido de la ciudad.

viernes, 8 de octubre de 2010

REIVINDICACIÓN DEL 'NO'

Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol, dice el vate bíblico. Efectivamente, lo que empieza está condenado a concluir, así sea la presunta eternidad que algunos ilusos reclaman para su dios. Amén. Así también concluye mi paciencia y mi tolerancia hacia ciertas prácticas que pasando por caritativas o de buena voluntad son fraudulentas y perniciosas por decir lo menos.

Es tiempo de reivindicar el derecho a decir no y a que tal expresión sea respetada y no vilipendiada. No y punto. No al juego sucio de gobernantes corruptos o mediocres –en algunos coinciden ambos adjetivos – que en nombre de la solidaridad, la patria y demás narrativas amañadas reclaman que sea la sociedad quien resuelva las problemáticas que su incapacidad no consigue. Si no pueden que se vayan todas y todos.

No pido un Estado asistencialista o tutelar sino uno efectivo. Si un gobierno es rebasado por circunstancias previsibles no es mala suerte sino ineptitud. A ponerle nombre a las cosas y no metáforas. No más atención a discursos descontextualizados que se enuncian desde un lugar inexistente (o que existe en la mente de quien lo emite) y que ignoran al receptor y sus consecuencias.
No más artimañas vertidas desde la televisión y reproducidas por ciertas estructuras amañadas cuyos fines no pueden ser la liberación de la voluntad de los sujetos que los consumen: no al teletón, no al boteo, no al redondeo, no al juguetón, no a la estupidez que se presente bajo formas de cooperación fraudulenta.

Basta de mentiras dichas como si fueran verdades y convertidas en palabra de dios o de reina, que da igual por sus efectos nocivos sobre los cuerpos de quienes las creen. No al ‘hoy por mí, mañana por ti’, que ya te chingaste. No al ‘unidos por nuestros hermanos de aquí y de allá’, no al ‘espíritu solidario ni cristiano’ ni ni madres. ¿Cuándo asumirá cada mexica sus responsabilidades?

No al programa ‘bécalos’ (¿qué hace la SEP con el presupuesto que se le asigna para que cumpla ciertas necesidades?). No al fuero de senadores y diputados. No al veto presidencial. No al ‘fulano es un peligro para México’. Lo verdaderamente dañino para este paisito es haber dicho tantas veces sí a quienes no lo merecían.

No a la inocencia como virtud que deviene en pendejismo. No a la manipulación institucional. No a acciones absurdas de un desgobierno desesperado. No, no, no. Basta de chingar a quienes sí trabajamos día sí y día también para intentar mantener un pie un país que tanto pinche sí mediocre, insiste en derrumbar. ¿A qué no?

martes, 28 de septiembre de 2010

¿POR QUÉ (NOS) ODIA TANTO SANDOVAL ÍÑIGUEZ?

No te pido que me quieras, sino que ya no me odies.

Lo primero que pensé al leer la nota en Milenio Diario* sobre el desdén que el cardenal de Guadalajara hizo a la queja que el CONAPRED le extendió luego de los comentarios homófobos y discriminatorios que hizo en días pasados fue ¿de dónde le sale tanto odio a este señor? Pero eso ya lo sé, le surge de su corazón consagrado a su dios.

De modo que modifiqué la pregunta ¿por qué odia tanto a quienes no piensan como él, actúan como cree que lo hace él, que no son él? ¿Dónde está su deber como pastor de congregar a las ovejas y no el de dispersarlas? Poniéndonos evangélicos, ¿no debería salir al encuentro de la que está extraviada y regresarla amorosamente al redil?

Pues no, resulta que este sujeto pasando por alto no sólo su investidura sacerdotal –devaluada, lo sé, en estos tiempos de relativismo- sino su calidad de ser pensante arremete contra todo lo que no comulga con su pensamiento –¡crista! ¿dije pensamiento?- inadjetivable. Y acá ni para pensar memamente que el obispo fue "violado de chiquito" o guarda detrás de su alma santificada una "homosexualidad latente" como razones para intentar explicar su tendencia a vomitar contra ciertos grupos de personas que él no considera como tales.

Y no vale ninguna justificación, porque antes que él y ahora mismo, desgraciadamente, miles de personas en el mundo están siendo víctimas de formas de violencia aterradoras y no por ello éstas van o irán despotricando contra el mundo. Y si fuera así, supongámoslo ¿no la condición sacerdotal y de cura habría ‘obligado’ a sandoval íñiguez a perdonar y superar todas las desgracias que han marcado su biografía? Que el señor es misógino, misántropo, homófobo, bestia por una suerte de fallo genético –si esto aplica, of course- pues que con su pan se lo coma y lo endulce con canderel. Sus 75 años de vida ya son tiempo suficiente para dejar de rumiar los odios que por diferentes accidentes una persona transita. Y una persona de su calidad moral, podría estar ya allende estas penurias de mentes menores.

Vamos, que lo que no hizo con su inteligencia ni con la misericordia de (su) dios, lo haga por piedad a los demás, ya que el amor propio parece que no le alcanza. ¿Qué hace una feligresía con un pastor así? ¿De qué le sirve al país un sujeto de esta valía? ¿Qué se necesita para sacar al señor de la escena pública ya que no se le puede conminar a que entre en razón?

Yo que en otro momento me habría planteado maneras de alentar finales para el purpurado, hoy solamente le preguntaría: ¿por qué nos odias tanto? ¿Cómo se puede amar a (tu) cristo teniendo el corazón rebosante de inquina contra los demás?

Hay actos de fe de la razón que la fe no entiende.
*http://impreso.milenio.com/node/8839218

sábado, 25 de septiembre de 2010

PALABRA DE DIOS, PALABRA MINÚSCULA

Palabra de dios (minúsculas obligatorias en adelante).Sandoval Íñiguez que tiene vocación de salvaguarda de la ley natural y de todo lo que ello implica, siempre desde su sapiencia y alta calidad moral que su investidura púrpura le confiere, ha vuelto a las andadas, es decir, no es que se fuera, sino que ha abiertos sus fauces benditas pero esta vez recolocado en el centro del reflector mediático y ha dicho: “Esas leyes [las aprobadas por ALDF] son dictatoriales, son contrarias a la democracia, denigran la representatividad de los gobernantes y de los legisladores […] y no pueden legislar contra la ley natural ni contra la voluntad del pueblo que desaprueba esas cosas…” (Subrayado mío).

Con toda esta perorata, el más humilde de los siervos de dios en tierra azteca concluye, que el jefe del gobierno capitalino es un dictador. Quizá lo sea. Porque quien no lo es sin duda, ni jamás lo será, es su santidad maculada benedicto 16 (el número da cuenta de la continuidad democrática de la vetusta institución) que gobierna sin pedir permiso ni dar cuentas a nadie que no sea su señor. No atenta contra la dignidad de los y las bautizadas la imposición de un obispo o un cura. Ni va en dirección contraria al sentido común negar las mentiras sobre las que se ha construido esa iglesia que denominan santa y tan fértil que nos ha salido en curas, obispos y demás servidores de dios con proclividad a efectuar prácticas pederásticas que bendice, promueve y oculta, el santo pastor.
No es pecado condenar al prójimo, instar a la multitud a despreciarlo y celebrar el odio hacia los otros, y luego comulgar con la misma boca sucia de tanta ofensa contra el caído en desgracia, como suelen practicar desde el púlpito infinidad de siervos de dios.

Tampoco es una tiranía la manera democrática en que se conforma –nunca impone, desde luego- la elefantiásica burocracia católica ni el método de dedazo con que se nombra a curas, obispos, cardenales y demás cargos pontificios, pues es el santo espíritu quien emite, cuenta y legaliza los votos que dan el cargo a unos y otros, no a otras.

La santa madre iglesia jamás ha conformado leyes que atentan contra la ley natural, pues insta a la santidad negando el cuerpo y con ello su materialidad y sus necesidades, limitaciones, deseos y posibilidades: el alma que lo habita está por encima de él. Si no hay más ley natural que la fuerza de la gravedad, no es de asombrarse que el vaticano sea una mole que va lenta en lo que a pensamiento progresista, crítico, sensato, racional, humanista se refiere. No atenta contra natura la bendición urbi et orbi, porque el universo entero está de acuerdo en que cuando el santo padre levanta la mano, queda bendito todo cuanto imagina que toca.

Es también la santa sede quien emite bulas, encíclicas y demás documentos papales siempre contando con el visto bueno de la cristiandad completa, al cien por cien, pues, jamás amparado en la hiperbólica figura de in personae Christie, que excluye toda posibilidad de confrontación, crítica y deconstrucción.

“Quisiéramos que las leyes injustas se revirtieran, que pudiéramos reflexionar y echar atrás esas normas, como digo, dictatoriales, y que un pueblo que quiere la democracia no debe permitir” concluye el cardenal. Coincido con él. Me uno a sus ruegos para que su dios, me escuche desde mi impiedad, y sea su santo espíritu quien convoque a un vaticano tercero donde se decrete el final de la tiranía, esto es, la desaparición de la iglesia mal llamada de cristo y nos deje de estar chingando tanto iluminado. Así sea.

viernes, 24 de septiembre de 2010

DE LA CENUTRIEZ

¡Eureka!Lo he entendido: la gente no es zafia o cenutria porque ello sea su esencia, sino que obedece a una construcción cultural de una sociedad patologizada en la que conviene que los sujetos se conduzcan así. Es decir, que existe un mercado cognitivo que reclama sujetos manipulables, vaciados de voluntad y crítica para que la dinámica de explotación, marginación y exclusión se sostenga.
Sin embargo, que la cenutriez no sea natiraleza (esencia) sino una propiedad adquirida/impuesta sobre el cuerpo de algunos sujetos, no significa que deba celebrarse. Y mucho menos permitir que se arroguen la idea de que ser estúpido es lo ideal. Aun cuando una construcción cultural suele ser una imposición sobre el cuerpo (y el accionar en general) de los sujetos, no existen razones para que un cenutrio vaya por la vida orgulloso de serlo ni obligación de disculparlo por eso.
Un cenutrio es siempre un cenutrio, que merece nuestra consideración -como diría la canis ladrans del Anáhuac cuando se refiere a los sujetos no heterosexuales- sí, pero que lo exhaltemos, ni en pedo.

jueves, 23 de septiembre de 2010

¿QUIÉN MIRA A TU CUERPO?


Con un disparo directo al voyerismo (casi siempre) insatisfecho, se anuncia la nueva campaña de Armani en la que el protagonista es el jugador-dios de todos los tiempos: “Ronaldo al desnudo”. Y claro, el usuario de la red es débil y va y da click ahí, donde las fotos están a la espera de ser vistas.
¿Qué mira quien observa un cuerpo? En este caso en el plano hay dos miradas que no se encuentran –lo harán en un instante fugaz ya congelado en el tiempo de la fotografía- porque para ello necesitarían estar en el mismo nivel: yo te miro a ti que me miras; cierto, cuando el vector visual implica el reconocimiento. Cuando la mirada lo que funda es la sumisión o la idolatría, coloca a los cuerpos –quien mira y quien es mirado- en planos distintos.

Por supuesto que acá el centro es el cuerpo semidesnudo del héroe y no el de la mujer representada como camarera, que resulta accesoria, y como dice la nota “la fantasía de cualquier mujer hecha realidad: estar en una habitación a solas con Cristiano Ronaldo en paños menores”. Puesto así, la fámula debe sentirse diosa, si a la divinidad se accede acaso por contagio, asociación o proximidad.

En la secuencia (desde el portal de hotmail http://estilos.prodigy.msn.com/moda-belleza/galeria.aspx?cp-documentid=2565749) lo que luce son los planos sepias donde se exhibe sin pudor (¿acaso tendría que haberlo?) el cuerpo ideal masculino del jugador. Mientras que el cuerpo de la mujer se reduce a una mirada que elude –como si necesitara eso para ser invisibilizada- la atención del lusitano.

Ella sólo existe en función de él. Y según se adentra el lector en la nota, parece que en ello radica el encanto de las imágenes: la celebración de la mirada en un banquete en el que todos y todas concurren menos ella, que sirve como escenografía para que brille el otro. De este modo se cumple lo que está escrito: “La fantasía de cualquier mujer hecha realidad”. Como si un varón –no necesariamente homosexual- no tuviera posibilidad de construir tal ensueño.

Lo que la nota me hace pensar –y me llevó a escribir- en la cantidad de veces en que nuestro cuerpo es sacado de cuadro para que luzca el cuerpo de otros o de otras. Cómo en la conformación de ciertos escenarios nuestra mirada es convidada a ver hacia otra parte, extraviarse en el paisaje o cegarse, mientras son otros haces los que iluminan otros cuerpos y los hacen resplandecer.

Que así es esto, probablemente. Uno va deslizándose de agujeros negros a soles apenas sin percibirlo (¿de verdad no se da uno cuenta?), avanzando entre claroscuros que nos parecen tan naturales como estar o no estar aún estando.

Imagino la de ‘envidias’ que causará la mujer en posición de adoratriz del dios y la cantidad de vivas que al lusitano se le harán. No estoy por labor de pedir que se celebre o se condene la publicidad. Después de todo, cada quién asume la perspectiva de la recepción de lo que mira. Lo que me deja en suspenso es ignorar la cantidad de veces en que me he anulado yo, para que otros y otras brillen.

domingo, 19 de septiembre de 2010

TODO ME PASA A MÍ

El título de la entrada es también el nombre de una divertida -cruda y desalmada- comedia (dirige Miguel García Borda) que representa esa cotidianidad tantas veces obviada por su carácter de natural, común, lo normal. Ésas situaciones desgastantes para la dignidad del sujeto que terminan siendo disculpadas porque 'así es la condición humana...' sí, así es: ingrata.
Elena (Mariam Alamany) sufre porque hace ocho meses que no hace el amor y por no decir, casi confiesa que no ha sido ni siquiera mirada -lujuriosamente- por un hombre. Pide que la escuchen, demanda ser vista, exige ser tomada en cuenta, reclama ser considerada persona. Nada nuevo en este mundo que cosifica antes que subjetivizar: es más productivo lo primero, qué se le hace.
Sus vecinos, un varón próximo a casarse (Javier Albalá) y otro más, guapillo (Jordi Collet)y con pintas de ser un homosexual no asumido, apenas si le dan motivos para seguir sintiéndose viva; sus compañeras de piso (Cristina Brondo y una espectacular Lola Dueñas), una pareja de lesbianas, le siguen la corriente sólo para mantenerla en el cauce de su locura soft. Óscar (Miguel García B.), un chico que viene de la India, desatará y evidenciará al espectador, la habilidad que Elena tiene para montarse un drama en varios actos.
Pasemos al día a día de quien esto lee o escribe. ¿Cuántas veces no nos hemos sentido estafados por la vida? ¿Cuántas veces se ha sido solícito para ir al encuentro del amigo enfermo, del compañero necesitado de dinero, de la amiga que se siente triste, de la amistad que navega en la depresión? ¿Cuántas veces uno ha estado presto a las necesidades de los demás guiados por aquella discreción que a veces faltó a la de Calcuta? Y cuando se trata de no naufragar entre las penas, no existe nadie que preste ya no digamos consuelo como compañía: ¡Bendito Feis que da mucho a cambio de una conexión a Internet!
Es verdad que uno no es de los que piden ayuda, garabatean su ansiedad en twitter ni van por las calles aullando sus dolores, pero una amistad auténtica intuye, que algo anda mal si de pronto se percata de una mínima variación en la rutina del otro. ¿Pero qué sucede? Que la capacidad de observar no es un talento del que gocemos tantos. Por ello uno puede languidecer de nostalgia y a menos que el cuerpo apeste nadie más advertirá que se está muerto.
"Enferma de ira" llama Ingrid Betancourt a la sociedad colombiana, ¿qué hay de malo en estar enfermo de ira contra alguien o algunos? Ya va siendo hora de reivindicar la intolerancia contra la zafiez que domina el mundo, contra aquello que de verdad nos daña e indigna. Lo mío es un desánimo generalizado, un asco hacia los otros que me han herido, una depresión hacia afuera, que se traduce en un ansia de soledad, un deseo de estar loco. Volar.
Y para estas crisis nadie mejor que uno mismo, cada quien elige su propio abismo para arrojarse en caída libre y vomitar en solitario las lastimaduras que se lastran en el cuerpo.
Enfermo de ira o sano de sensatez, lo que sea, con que venga bien al cuerpo y ayude a no zozobrar entre las miasmas en que se va convirtiendo el mundo. Todo me pasa a mí, menuda suerte. Gritaré lotería, el día que no me suceda nada. Pero nada.

lunes, 6 de septiembre de 2010

IGLESIA DEL MAL

¿Quién mejor que ella, la iglesia sangrienta, para hablar desde la fe, de Estado asesino? Le sobra autoridad y cinismo para denunciar lo que durante dos siglos le ha salido muy bien y sin apenas inmutarse: matar la voluntad de las personas, sujetarles la conciencia, descerebrarlos, despojarlos de sus bienes materiales, reducirlos a viles objetos obedientes, a sujetos residuales, basura que es desechada por ductos fétidos hacia los márgenes. Solamente una cínica y deslenguada así (¿alguien dijo inmaculada?), puede llamar Estado sanguinario a este país. ¿Quién le podrá el bozal a la canis ladrans?
La que no dijo ni un ay para dolerse por el sufrimiento de los cientos de menores víctimas de abusos sexuales de parte de curas pederastas, antes bien, se hizo la bruta, ciega y sordomuda y ahí murió. Esa misma es la que llama ahora al Estado asesino y sin ruborizarse siquiera con la sangre de tantos que yacen bajo sus pies. ¿Formo ya parte de ese estado que la falsa sin par crucifica? ¿Acaso yo cometo los mismos crímenes que en nombre de Dios ésta ejecuta? ¿Yo cobro por impartir indulgencias? ¿Yo renté la imagen de su santa guadalupana intocable devenida en caricatura prostituida por el mercado, ‘plis’? ¿Yo utilizo la excomunión como chantaje para desestabilizar la débil fe de sujetos taimados?

¿Soy yo quien condena el aborto desde el púlpito y lanza anatemas a las mujeres que pasan por esa circunstancia mientras callo ante el sagrario la pederastia del clero? ¿Yo llamo animales a las personas homosexuales mientras bendigo a la multitud no con el santísimo sino con la copa del mundial de futbol?

A la desmemoriada ésa se le olvida que muchos más llevamos cuenta de sus atrocidades, de sus canalladas, de su maleficio sin fin contra los más desfavorecidos y crédulos (que a veces son los mismos). A mí que no me venga con el cuento de que es una, santa, católica y romana, no se conforma con ser impía, hipócrita, obtusa y renegada, impedida para ver la metástasis que la corrompe y la hace delirar.

Lo que me sorprenda es que aún existan bastantes quienes apuesten por ese tipo de seres nefastos que hacen más daño a la humanidad que todos los virus y plagas que asuelan la vida de las personas, ciegos guiando a otros ciegos. Que maldiga hasta que se quede afónica: prueba de su divinidad es que puede ladrar sin morderse la cola ni la lengua. Ella, la cómplice de tantos desmanes (que no enunciaré para no darle más gloria), la que comulgó con dictadores, sátrapas y demás seres nocivos para la humanidad debería replegarse a sus deberes evangélicos, que para eso existe, según su justificación histórica -¿histérica?- o fingirse mosca muerta, que también le va muy bien.

jueves, 2 de septiembre de 2010

MENTIRAS A RAUDALES, CRÍTICAS A CUENTAGOTAS

“Este es el mejor año del presidente Calderón. La economía está creciendo; se están generando cientos de miles de empleos; la calificación de deuda soberana está sólida; los turistas internacionales están de regreso; la inversión extranjera directa es similar a los niveles anteriores a la crisis; el ahorro en las Afore está en niveles récord; la inflación está bajo control; el Banco de México fue dejado en mejores manos.

Quien no quiera ver la realidad es que tiene su agenda política privada. Ya hasta Carlos Slim dio un espaldarazo al Presidente, al afirmar antier que la inversión en el país no está en riesgo a pesar de la violencia generada por la lucha anticrimen. Mejor vocero no pudo tener Calderón en la semana de su cuarto Informe”, menciona en su columna Cubículo estratégico Carlos Mota (Véase Milenio http://impreso.milenio.com/node/8825585).

Mejor año ¿para quién?, ¿por qué? A medida que uno lee el texto constata que quien encomia el ¿trabajo? del inquilino de Los Pinos lo hace desde una posición si no cómoda, sí lo bastante parecido a ella. Porque en ningún momento hace énfasis en ‘la otra realidad’ de este país jodido que no está para loas ni para festejos de bi/centenario ni para nada que no sea para exigir justicia y seguir esperándola sentado frente a la TV, la mayoría de los casos.

¿Para qué sirven las cifras ‘perfectas’ de la macroeconomía cuando la población se desenvuelve –como puede- en el nivel de lo micro, de lo tangible, de la inmediatez? No basta con afirmar que las cosas marchan bien en este paisito sólo porque las cifras absolutas cuadran. Que una casa no se caiga no significa que está convenientemente cimentada. Hay que recordar que las condiciones reales (cotidianas pues) de vida de millones de mexicas son aún peores a las que ya se tenían cuando empezó el tsunami de crisis mundiales. Pensar lo contrario, no significa que uno “tenga su agenda política privada” sino sensatez (pudor, sería demasiado).

Si algo habría que agradecer a Calderón es que en dos años más estará diciendo adiós a la locura en la que metió al País al emprender su guerra contra el narco (el suyo también). Y felicitarlo, sin duda, porque cerró su boca ante situaciones cotidianas que no ve o no entiende o ni mira ni comprende (mira por dónde, que también resultó ser nini).

Más que espaldarazos al señor, hace falta una mirada crítica que no tema denunciar la realidad que padecemos cotidianamente millones de habitantes de esta país, que si no se cae no es por voluntad divina sino porque somos más los que sí trabajamos para que así ocurra, lejos de quienes viven del presupuesto y otras prebendas y con ello, ajenos al día a día del resto de la población. Definitivamente este no es el año de Calderón, aunque él se lo crea; el suyo será y sin duda ocurrirá, cuando se largue lejos del cargo que ocupa (¿usurpa?).

jueves, 26 de agosto de 2010

LA TWITTERIZARIZACIÓN DEL MUNDO

Desde que twitter apareció en el universo de las redes sociales se convirtió en un (gran) suceso, no sólo por proponer una manera rápida, ¿eficiente? y directa de comunicar e informar intersubjetivamente, sino porque le facilitó a la mayoría de las personas, la manera de (¿redactar?) enviar un mensaje. Ya no había necesidad de pensar lo que se quiere decir, organizar las ideas, plantearse la perspectiva o el tono, menos aún la ortografía; lo vital es el mensaje, esté como esté (al fin que se entiende ¿no?, dicen los zafios). Y en esa moda han caído bastantes, claro, quienes consideran trascendental estar a la vanguardia comunicativa.
No es de extrañar, pues, que Calderón, dado a tantas cosas menos a las que debe, notifica y envía felicitaciones (a la mismísima Miss Universo) por twitter. Y también por este medio mandó a decir (con todo y lapsus) que enviaba el Informe de labores y que luego daría un mensajito a la nación. Lo criticable acá no es que el señor esté al día en las tecnologías de la comunicación sino que en una de ésas, le de por gobernar desde la estrechez a la que obliga 140 caracteres. A eso se está reduciendo el pensamiento de bastantes, a una serie -a veces inconexa- de grafías -que no palabras la mayoría de las veces- que intentan dar cuenta de un estado de ánimo, una ubicación geográfica o de advertir sobre tal o cual situación.
Sin embargo, ir más allá de lo elemental de esta herramienta para introducirla a ámbitos que traspasan el umbral de lo íntimo de nuestra vida me parece vulgar, una atrocidad que atenta contra la dignidad del sujeto en tanto que una manifestación de afecto no puede reducirse a esa brevedad y simultaneidad twittera. No es lo mismo la función que cumplió -¿cumple?- el telegrama en otros tiempos que la twitterización desmedida (y hasta celebrada ¿descerebrada?) del mundo.
El primero fue un instrumento que nunca desplazó la carta, por ejemplo, ni la visita personal al amigo enfermo, a la amistad que venía de otro lugar; ni la felicitación de viva voz por algún acontecimiento importante en la vida de a quienes manifestamos un afecto. Ahora mucho se reduce a un tweets, un vulgar mensajito que a veces, vaya tiranía de la zafiez, ni siquiera completa los 140 caracteres.
Reducir el pensamiento a esta cantidad de grafías y espacios es dejar de lado lo que es importante y trascendente frente a lo que es meramente descriptivo e informativo. Ya imagino yo mi esquela vía twitter, me levantaría de la tumba para masacrar a los cenutrios osados. Valdría la pena, pienso yo, revisar el uso -abuso- que se le da a ciertas herramientas tecnológicas, no todo cabe en un tweet ¿o puede alguien decir cuanto ama a su amadoen 140 caracteres? Pobre amante es el que diga sí.

martes, 24 de agosto de 2010

MISSUNIVERSIADOS

¡Jesucrista! La nueva miss Universo es mexica. Una alegría para un país que le ha llovido de todo, menos justicia. Pero sin duda, no faltará la boca pútrida que diga que los jueces del certamen fueron 'maiceados', confirmando con ello la vulgaridad que caracteriza a tantos en este paisito, bola de envidiosos, que nunca llegarán a cardenal -el pájaro-, por más que trinen.


La miss del bicentenario dirán algunos zafios, biseñorita México, Miss Revolution y la lista crecerá en la medida que Jimena Navarrete se acerque al suelo que le dio esa belleza que la ha coronado como la 'más bella del planeta'. ¡Crista resucitada! Lo que es que la vida es injusta, tanta bonita suelta en las calles de este país y apenas veinte años después (está bien, diecinueve), otra mexica gana el certamen. No viviré para ver ganar a la tercera.


Lo que yo digo que Lupita Jones debe trinar de rabia. No más sus consejos de belleza ni su 'palabra de reina'. No más su tiranía de la primera, la única y la última. Ha descansado al fin del peso que da la unicidad en algo. Ahora irá con su soledad en la memoria y la memoria de la soledad abrazada a la frase: yo fui la primera. Pero ahora ya no hay lugar para el pasado, lo de hoy es la Navarrete, quién se alzó con la corona "luego de instar al auditorio a enseñarle a los niños los valores familiares".


Ánadate paseando, si por eso ganó Jimena y no por bonita, Norberta podría ganar Miss Galaxia y la Íñiguez el Miss Vía Láctea -porque se le da lo mamona- y con ello sumar dos misses más al mercado de la belleza mundial. Cosas veredes, belleza y valores, por eso sigo pensando que lo de la mal llamada miss narco, fue pura envidia ¿o no nos enseñó ella el valor del narcoshopping? Belleza y poder son compatibles. La vida es injusta a veces con algunas, verdad de dios ¿Qué se le hace?


sábado, 14 de agosto de 2010

¿CÓMO SE CONSTRUYE UN CUERPO?



Miro la imagen y me siento parte de la fotografía: empalagoso atractivo del abismo. Las púas del alambre conteniendo el cuerpo que de otra manera desbordaría su perímetro. De este modo, el cuerpo sujetado manifiesta su existencia: presencia incómoda, resistencia artística. Instante fijado con acero punzante. El cuerpo quieto hasta que el soporto dure.

Recuerdo ahora los cuerpos fantasmáticos de unas mujeres y hombres aspirantes a modelos. La construcción del cuerpo a la medida del deseo de la masa vouyerista y consumidora de espejismos. Ahí avanzaban ellas en la fashion-pista de despegue, cual vacas espinadas, mientras ellos andaban con ese desparpajo del macho que avanza de la sala al refrigerador por una cerveza. Ambos, persiguiendo el sueño de ser inmortalizados en la página de la revista sobre modas. El cuerpo a merced de los mercados financieros, de la carne, del deseo, por citar algunos.

Ambos ante la mirada sancionadora (ora lujuriosa, ora despectiva) de los otros. Expuestos así, como objetos de culto o de rechazo, tanto ellas como ellos estaban reducidos a un cuerpo-objeto no únicamente de deseo sino de basurización. Un puñado de seres residuales con estatus de chic –durante el tiempo que permaneciera encendido el flash- a quienes algunos con poder (criterios de marketing, moda, dinero) tasaban de mayor a menor su grado de belleza.

¿Qué mueve a un sujeto a aspirar a ser visto, admirado, envidiado por una masa eufórica? Sin duda muchas razones válidas reflexionadas o no, otras más susceptibles de ser criticadas u objetadas y unas cuantas más para mantener el orden económico financiero que mueve y sostiene a las sociedades del siglo veintiuno. El sujeto reducido a cifra (estadística, planeación, inversión, pérdida) no posee más valor que el que intrínsecamente fugaz le otorga el mercado. Demasiado barato, ¡qué pena!

EL CUERPO SANO COMO ENFERMEDAD

La patologización de las prácticas de vida sana han caído en una espiral de desprestigio, de tal modo que lo más común ahora es señalar y hacer mofa del sujeto que apuesta por un vaso de agua natural, que por quien se empina un trago de licor de dudosa procedencia; lo primero se considera ridículo, lo segundo, valiente, según los significados de quienes confunden osadía con estupidez.
Resulta más sencillo acusar de extraño a quien apuesta por una vida con cierto orden que llamar a la mesura a quien vive en el exceso. Tal es la condición posmoderna (adjetivo comodín a la alza) de muchos sujetos, que han hecho del caos su habitación favorita. Basta con mirar alrededor de uno (aunque a veces el enemigo está sentado junto o frente a usted) cuando se está ocupando una mesa en un restaurante. Si usted se ordena un platillo bajo en grasas, lo solicita sin sal o dice no a la azúcar, no falta quién le pregunte (con horror) si está enfermo. Y tras el comentario, la oleda de sugerencias para abandonar pronto ese estado de infortunio. Con ello se da por sentado, que lo normal es atascarse de grasas, azúcares y sodio.
Si se elige vino en lugar de soda, usted entra en la categoría de enfermos de dolencias cardiacas. Si pasa de las grasas, se interpreta que está a dieta y eso, sólo le ocurre a quienes están mal de algo. Si prefiere un sitio donde no exista música a volumen alto, usted está neurótico: lo de hoy es la música estruendosa enosordeciendo gente, algo que la mayoría no percibe (Habla más fuerte que no te escucho, dicen los zafios cuando uno se dirige a ellos con una modulación de voz moderada). Si elige no fumar, es señalado de traidor por patologizar una costumbre que no hace daño a nadie, tal es la zafiez de bastantes.
Si opta por utilizar escaleras en lugar de usar el elevador o caminar en vez de utilizar el auto, se está enfermo del cerebro, quién en su sano juicio renuncia a esas comodidades. Lo de hoy es acusar de enfermo a quien apuesta por otras formas de convivencia. La sinrazón es el metro con el cual se mide lo que en otro tiempo era de sentido común. Ser un sujeto patológico es lo normal, lo chic, lo imitable en estos días y todo aquél que se resista a formar parte del show está enfermo, loco o no existe.

martes, 10 de agosto de 2010

ENTRE 'PERRAS' TE VEAS

Apenas la SCJN dictaminó la posibilidad de que el matrimonio entre personas del mismo sexo sea válido en toda la República (acto de sensatez jurídica), escuchamos los ladridos de la canis del Anáhuac y a la tapatía asegurando que tal acción es aberrante.
Mira tú! Las fenómenas hablando de anormalidad ¡Cristo, muerto, resucitado y muerto otra vez! ¿Será que ladran porque no pueden casarse entre ellas a sí mismas? ¿Se traerán algo entre las colas? A mí esto, me huele mal y no es precisamente a pancito ázimo. El caso es que, nuevamente se pronuncia la SCJN respecto a la adopción por parte de familias homoparentales y los ladridos se tornan aullidos que dejan sordo al más indiferente.
Que la mayoría de los mandamás de la iglesia -sobre todo la catoliquera- opinen mal sobre todo lo que no les incumbe y que perciban como amenaza de destrucción de su ya tambaleante reino de los cielos, no es novedad. Es decir, no me sorprende que pontifiquen y hagan alaraca de algo que si quiseran, podrían contrarrestar (en el supuesto de que la homosexualidad fuera la aberración que preconizan) con sus simples actos (de amor, de fe, de caridad, de esperanza verdadera) y no con sus proclamas terroristas, insidosas, llenas de odio hacia un otro, que simplemente se niegan a aceptar como humano.
Es curioso (o perverso, viniendo de esta caterva de rufianes) que quienes deberían procurar el bienestar espiritual de su rebaño, estimulen la confusión con sus gritos invitando a la guerra. ¿Qué le disgusta a cierto sector de la iglesia católica? ¿Qué temen perder con que las personas no heterosexuales contraigan los mismos derechos que los heterosexuales si ya tienen en común con los segundos las mismas obligaciones? ¿Alguien sabe si el cristo que tanto citan condenó a alguien por ser gay o lesbiana o transexual?.
El prurito que algunos catoliquitos traen contra la diversidad (es decir, con lo que no se parece en nada a su club) más que por amor a su dios es por sus propias ambiciones (personales, of course y no de orden pastoral). Me disgusta y más bien me dan lástima, escucharlos defcir que tal o cual cosa es aberrante y debió parecerles muy digno de su dios, celebrar una misa en la Villa de Guadalupe (en honor de la selección española en suelo mexica)teniendo a la Copa del mundo (sí, el objeto metálico) presidiendo la ceremonia. No olvido cómo el fanfarrón cura que ofició, mostró el trofeo al pueblo enfebrecido como si fuese el santísimo. Yo lo vi y no dije que fuera aberrante, me basta con decir que era un acto pendejo, pero si a ellos, les parecía divino, allá sus gustos. ¿Por qué entonces ciertos grupitos interfieren con las leyes que intentan dar orden a una ciudadanía de suyo descreida de sus normativas? Lo que algunos de allá desean con su celo cristiano es reducir a los otros en un residuo humano que es posible desechar en cualquier vertedero. El que no está conmigo, está en mi contra, en manos de estos es una bomba atómica.
A la iglesia le hace falta un baño de sentido común o de vergüenza para que se mantenga a distancia si quiere seguir siendo una voz que algunos y algunas consideren escuchar. Una voz que alimente y guíe y no este trueno que electrocuta lo que toca y socava la fe de quienes algunas vez la consideraron una institución humana. Ahora, da más miedo oir lo que dicen estos bárbaros que la amenza de un tsunami. Yo pediría que la verdadera Parusía fuera de un cristo con escoba y cloro para lavar tanta porquería de una iglesia necia, que encima se proclama santa. Ponerlo de otra manera, sería también más aberrante. ¿O no?

HOMOFOBIA IN SITU 2

Cada vez es más común que algunos y algunas se suban a la ola de modernidad o de lo políticamente correcto (lo que pocas veces es un acierto) y se cuiden de no ofender a los otros: esos seres apestados a quienes se permite sentarse en el banquete de los privilegiados. De este modo, se suele escuchar “yo no tengo nada contra los gays, pero que me respeten”. En la concesión aparente va la advertencia o la amenaza, según se lea.

Lo cierto es que en muchos ámbitos de este sociedad patriarcalmente heterosexualizada, sólo existe algo peor que ser mujer: ser puto (es muy decente decir gay), de ahí que el insulto más recurrente (y celebrado) en bastantes espacios (escolares, laborales, académicos) es el espetarle al otro frases del estilo: “ni pareces hombre”, “pareces puto”, “pareces vieja” (la importancia de parecer es vital para bastantes), “has de batear para el otro lado” y un sinfín de perífrasis homófobas que dan cuenta del ingenio (es un decir, of course) y de la homofobia de muchos y algunas, que a fuerza de repetirse se va colando hasta sedimentarse y alcanzar estatus de normalidad.

Ante una amenaza de esta naturaleza, los hombres (y las mujeres) aprendemos a vivir con esta ofensa (chanza, advertencia, según el contexto y el emisor) como parte del panóptico masculino que vigila sempiternamente. El mismo que está atento para sancionar la trasgresión a la heteronorma. De ahí que asumirse como hombre sea el deber a cumplir sin miramientos. Esto obliga a muchos varones (y no a pocas mujeres que se asumen como no heterosexuales) a actuar como hombre-masculino-heterosexual (o mujer-femenina-heterosexual): el trinomio imperfecto.

Es así, como muchas y muchos eluden la mirada inquisitiva y desplazan (aparentemente) el foco de la homofobia. Es esta una de las maneras en que el sujeto no heterosexual internaliza la homofobia que existe en la sociedad. Es la no aceptación de prácticas homoeróticas entre varones la que llevó a definir a este grupo de sujetos como HSH (hombres que tienen sexo con otros hombres).

Ya que la relación homosexual se traduce, ante los ojos de bastantes, como un ejercicio de un rol de mujer y otro de hombre, el que es identificado como pasivo (receptivo) es quien peor la lleva. El penetrado es el femenino y por tanto, el degradado; en el imaginario de muchas y muchos se interpreta que ese ser es menos hombre y que su mayor anhelo es ser mujer, tal es el laberíntico pensamiento procariótico de la mayoría (cuantitativa) heterosexual.

Es común escuchar que la gente se refiera a un varón homosexual como “ése quién sabe qué es” (la homosexualidad lo primero que arrebata al varón es su condición de ser nombrado (identificado y reconocido como) hombre. De ahí que asumirse (parecer y actuar) como hombre –masculino, sin amaneramientos- lo hace a uno menos gay. El sujeto no heterosexual cae en la trampa del buga y se inmola en su búsqueda de aceptación.

Existen varias maneras de plantarle cara a este tipo de situaciones pero requieren de la inteligencia y disposición del otro para que cobren sentido. No es posible dialogar con quienes dan por sentado que la heterosexualidad es lo normal, lo natural, lo lógico, lo deseable, lo bendecible. De modo que aún queda tramo por avanzar y ocasiones en las cuales se escuchará “había una vez un gay, no lo digo por ti, eh…”. Quizá habría que empezar los relatos de otra manera: “había una vez un cenutrio, no lo digo por ti, aclaro”.