miércoles, 26 de mayo de 2010

DEL ENCULAMIENTO

A Rodrigo, que se atrevió a volar.

Algunos lo llaman deseo. Otros más, rabia. Hay quienes dicen que es una suerte de calentura que condena al cuerpo a un sopor indescriptible. Existen también ilusos que lo denominan amor. Yo lo defino enculamiento.


Es el estado febril y de desasosiego propio de una melancolía motivada por un cuerpo convertido de súbito en objeto de deseo. Su vida media es más prolongada que el tiempo en que tarda en aparecer. Basta con coincidir con el cuerpo (una mirada, una breve charla presencial o virtual), revolcarse con y en él (lo cual puede ocurrir tras el primer saludo, en las horas próximas, incluso días siguientes pero no antes de un mes), reconocerse en el otro e incluso repetir la colisión corporal, para quedar enculado del otro: el sujeto objeto que ahora sujeta sin que el primero objete tal dominación.

Otro que por supuesto puede no compartir la euforia e interpretar el estado del cuerpo vecino como una exageración (un mal pedo, un mala copa del deseo), una amenaza (ansias de posesión), una solicitud a vivir una historia de amor que no se quiere, en definitiva, un problema en ciernes. De ahí la casi inmediata fuga del objeto del deseo, y la soledad vulnerable del que se queda.


El enculamiento pocas veces deviene en romance. Ningún pacto consigue devolver la mesura a quien la ha perdido. Todos los intentos que se realicen para mantener el equilibrio ya para siempre precario (negociar, crear distancia, alejamiento geográfico, silencio) no son sino peldaños de una escala cuesta abajo. Y cuando la caída cesa, el verdadero matiz del enculamiento no habrá hecho sino comenzar.


Abandonado a la intemperie de las sensaciones y de la fantasía, el sujeto-sujetado está a merced del paso del tiempo. Solamente la distancia temporal consigue enfriar el enculamiento. No sirven las palabras: repetir por escrito o de manera oral el estado en que se ha caído fortalece el estado de degradación que no tiene retorno, éste concluye por inanición, si acaso la abulia no se lleva por delante al enculado.


Tampoco funciona la terapia de choque ni el arte ni nada. El enculamiento es una patología derivada del poder: libido dominatis convertida en libido dominandi de donde se desprende su naturaleza castradora (y castrante) e irreversible. La mayoría de las veces el sujeto sobrevive al huracán de hormonas, ideas obsesivas, manías y al desorden general en que el enculamiento lo coloca. Pero también la historia da cuenta de muchos (y de muchas), que habiendo tropezado hacia el abismo, abrazaron el aire para acelerar el fin de su agonía. ¿De qué lado estás tú?

martes, 25 de mayo de 2010

OTRA (LECTURA DE LA) REALIDAD ES POSIBLE

Probablemente aún somos muchos y muchas quienes nacimos (y crecimos) en un mundo que ofrecía una idea de futuro distinta a la de ahora, cada vez son más los y las que han asumido una realidad contingente; el futuro no es más una certeza sino una expresión sin referente que no da paz pero tampoco da pánico, según opinión de algunas y algunos.

Las sociedades actuales, sometidas a las reglas aleatorias de una economía de mercado, tienen que subirse al tren de la especulación para ser tales. Por ello al dar cuenta del sujeto adjetivado (político, pedagógico, social) se da por hecho la existencia de un sujeto (a priori, íntegro, cohesionado, racional y de paso, masculino, blanco, clase alta y heterosexual) sin mácula.

Sin embargo, es necesario reparar, que si bien el sujeto está constituido a partir de una materialidad es también un efecto del discurso; para salvar la ambigüedad es preciso situarlo en un contexto (histórico), delimitarlo, de modo que sea posible conformarlo a partir de algunas de las variables que lo definen, misma que también lo excluyen con respecto a otros marcos de referencia.

De ahí que lo simbólico cobre importancia al momento de significar a un sujeto: el sujeto que está incompleto, es/deja de ser a partir de las múltiples articulaciones que lo conforman según los espacios en lo que es ubicado. Así, materia y discurso significan en y desde el cuerpo del sujeto situado, ora como resistencia, ora como sumisión y silencio.

Por ello, más que por un sujeto pedagógico, apuesto por un sujeto enmarcado por múltiples referentes que lo condicionan pero también le posibilitan la acción. Un sujeto inconcluso pero no por ello fallido, negociador más que tirano. Crítico.

Lo personal es político, consignaron en su momento las voces feministas. Y no obstante, existen otros discursos que también son políticos, llámese cinematográfico, económico, educativo, bélico, entre otros. A mí parecer los humano es político. De ahí que la apuesta sea por la construcción colectiva de una condición humana que considere la diversidad de marcas que atraviesan al sujeto. Que la diferencia sea el punto de partida para devolver a los sujetos la capacidad para leer la realidad, analizarla, interpretarla y transformarla sin atropellar la dignidad de los otros.

La realidad desencanta, es verdad. Pero no por ello va a cancelarse el diálogo que los sujetos pueden (deben) establecer con ésta no sólo para (tratar de) entenderla sino para modificarla. La relación entre los sujetos también tendría que ser dialéctica, integral, considerando la dimensión racional pero también la esfera afectiva (la emotividad) de los interlocutores. Si bien la mayoría abúlica gana terreno en la cotidianeidad, la apuesta de quienes creemos que otro mundo es posible, es generar prácticas inteligentes de resistencia que contribuyan a despojarnos (descolonizarnos) de discursos y prácticas opresivas, y a la vez revestirnos de una actitud crítica que construya eróticamente desde la propia subjetividad hacia los otros.

CUERPOS IN-DIFERENTES

En el principio era el cuerpo: cuerpo-templo, cuerpo-indiferenciado, cuerpo-correcto, cuerpo-sometido. Después vino el reclamo al derecho a la autodeterminación corporal, a asumir actitudes y toma de decisiones a partir de las necesidades especificas de quien poseía el cuerpo.

El feminismo pugnó (inicialmente) por la recuperación del control del cuerpo, de la reapropiación del cuerpo de las mujeres y de aquello que le incumbía. También el movimiento homosexual plantó cara a la heteronorma sobre las prácticas sexuales que ejecutan algunos cuerpos para vivir conforme a su deseo.

Llegó un tiempo de cierta apertura, que trajo algunas concesiones que se leyeron como triunfos, y finalmente la comodidad del espacio ganado se convirtió en conservadurismo por no decir cerrazón. Las revueltas contestatarias han devenido en apenas equilibrio precario para mantener la posición regalada (que no ganada) por el poder heterosexual. Y no se advierte el estancamiento en que se encuentran algunos colectivos, al contrario, se insiste en hacer apología (ciega) de los logros conquistados como si fueran tales.

Recientemente en un espacio de debate he escuchado algunas de las versiones que dan cuenta del estado actual del movimiento LGBT que incluye, a regañadientes supongo, la teoría Queer. Lo percibido ahí es que no hay razones para celebrar las aparentes demandas respondidas, aunque la mayoría de las voces se suman a una fiesta fantasma. Conquistar el derecho al matrimonio sin importar el sexo de los contrayentes y de paso la adopción, si bien es un motivo de júbilo, no es válido el jolgorio si en esta pink party han quedado fuera muchas otros reclamos también importantes.

¿Matrimonio y adopción para qué? ¿Al rato querremos urbanizaciones sólo para personas del colectivo LGBT (e I-Q)? ¿No sería idóneo que quien habite en cualquier parte lo haga sin el temor de manifestar abierta o veladamente su diferencia sexual y de género? ¿Queremos escuelas para los hijos e hijas de las familias homoparentales? ¿Debo decir lesboparentales para ser incluyente?

Las exhaustivas jornadas de la semana pasada evidenciaron lo complejo que resulta dar respuestas favorables a la comunidad (nombre que no me convence) cuando se parte de las diferencias que existen entre miembros del club en lugar de hacerlo considerando lo que existe en común: la disidencia de las prácticas heterosexuales que compartimos algunas y algunos sujetos respecto de la norma.

Si se eligiera como trinchera las prácticas sexuales que difieren del mandato heteronormativo, habría un punto de arranque compartido para plantear las necesidades y deberes que habría que asumir como parte de un orden social que nos guste o no, tenemos en común en tanto personas. Precisamente en calidad de sujetos es posible un diálogo. Es desde esa atalaya que podría plantearse una reformulación de los intereses de la colectividad sin que la apuesta por los deseos de unos y unas demerite los de otros y otras.

Para ello se requiere voluntad e inteligencia. Suponiendo que existe la primera, dudo que se cuente también con la segunda. La moda no solamente es ser ignorante sino lucir es estado de asnalidad sin par. Los activistas se oponen, en gran medida, a revisar la teoría; los teóricos se resisten a formar parte del activismo. Y entre que se acusan mutuamente se pierde tiempo y sigue sin definirse una agenda política ‘real’ que ofrezca posibilidad de réditos a los sujetos no heterosexuales, sin distingo, pero considerando a la vez, la diversidad que existe al interior del grupo.

El problema es que no existen sujetos con capacidad para diseñar, plantear y llevar a cabo estrategias incluyentes, conciliadoras, que no coloquen al sujeto no-buga en el lugar de la víctima ni lo planteen como un ideal a seguir. Es complejo acomodar tantas necesidades en un discurso directo, contundente.
La teoría Queer es una propuesta para adoptar ciertas posiciones políticas radicales, si se quiere ver así, pero sigue estando proscrita de la mesa y de las calles de bastantes. Encima, suele ser tan críptica que cuando alguien la entiende no encuentra los canales para hacerla llegar a mayor número de personas.

Mientras tanto, estamos a la deriva, creo yo; en plena fiesta, dirán muchos y muchas. Anclados, opinarían otros y otras. Lo cierto es que el tiempo pasa y aquellas batallas que encendieron la mecha para una revolución (sexual-social-cultural) se están consumando.

viernes, 21 de mayo de 2010

CUERPOS FALLIDOS/ESTADO INERTE

Las últimas teorías progresistas sobre el cuerpo apuntan que hay que evitar a aquellos cuyo estado (de cuenta, de la República o en Facebook) se desconoce.

Es bien sabido que todos los cuerpos poseen heridas que van desde una apenas visible estría hasta aparatosas cordilleras y sumideros que los tornan intransitables. Los cuerpos, se insiste, portan estas marcas como trofeo de guerra, adorno, estigma, trazos inherentes a su constitución, palimpsestos que dan cuenta de una trayectoria recorrida.

Los hay también quienes luchan por borrar las líneas que los han bosquejado, o en su defecto niegan convencidos, que están tatuados por surcos visibles u ocultos. Éstos son los peligrosos.

Nunca te fíes de un cuerpo que oculta su estado (de abandono, deplorable, de descomposición) porque probablemente tu seguro de vida no cubre este tipo de accidentes, se señala en el corolario de la advertencia.

Antigua es la consigna que señala no tirar las margaritas a los cerdos, aunque el cuerpo en cuestión sea muy guarro y acepte cualquier práctica que le procure placer. A menos, claro está, que las flores que le arrojes sean de papel reciclado. Así por lo menos, no contaminas.

Pero lo recomendable es no visitar o habitar un cuerpo cuyo perímetro no sea visible. Que los hay cuerpos fantasmas y suelen dar confort a quienes les satisface alimentarse de esperanzas, pero una gran mayoría, somos cuerpos con masa, volumen y una dosis pertinente de agobios, que nos causa tensión pero que también nos fija en unas coordenadas específicas. Cuerpos imaginarios o transmutados, transfronterizos, trasplantados, tramposos que te piden peaje no para cruzarlos sino para verlos; no son recomendables para proporcionarles atenciones, cuidados, promesas. Probablemente te acusarán de avaro sin que obtengas de ellos un mínimo de cortesía.

Todo cuerpo espera verse reflejado en otro cuerpo, de lo contrario: o el cuerpo-espejo no es tal o el cuerpo-objeto es una invención discursiva. Y entonces sólo existe sintáctica, gramatical y morfológicamente pero no aporta calor ni emociona ni excita, en todo caso, estresa. El cuerpo que pide tiempo se llama reloj; pues sin esa variable no tiene razón de ser.

De modo que las alertas pretenden proteger a los cuerpos concretos de los impostados, de aquellos que ningún GPS consigue situar. Estamos advertidos.

domingo, 16 de mayo de 2010

17 DE MAYO: DÍA MUNDIAL DE LA LUCHA CONTRA LA HOMOFOBIA

El Otro es un lugar desconocido que no se quiere conocer, y acaso, que no se está obligado a reconocer. La primera parte del enunciado da lugar para la discusión semántica; la segunda, da espacio al debate jurídico. Sin embargo, existe también un posible matiz ontológico en lo afirmado, que no estoy capacitado para desarrollar.

El Otro suele ser un conflicto para un tipo de sujeto que (cree que) sabe quién es, desde dónde enuncia y por qué o para qué lo hace. El Otro es la orilla que se quiere alcanzar, contemplar o desconocer si se le da la espalda. Las repercusiones que cada actitud conlleva pueden ser válidas si en ello no existen daños a terceros.

No deberían ser aceptadas si lo que el sujeto desea es desaparecer la orilla, la otra, la que no quiere mirar y en lugar de dirigir los ojos hacia distintos escenarios apuesta por la eliminación del Otro. La persecución de lo diferente podría pensarse es constitutivo de la organización social de los sujetos.

Lo anterior puedo aceptarlo. Pero si somos muchos y el espacio es estrecho: o nos acomodamos o nos dinamitamos todos. No puedo aceptar como argumento que en un caso extremo o no, tenga que quedar fuera el raro, el más débil, el freak, el menos parecido a la mayoría cuantitativa, el más prieto, que en todo caso tendría que irse el más cenutrio. Y no ocurre así. Suele ser expulsado el que por alguna circunstancia, porta de manera más visible el rasgo más despreciado por esa mayoría.

De suerte que en una sociedad que se ha es/forzado en mantener un régimen heterosexual, es el sujeto no-heterosexual quien debe quedar fuera de casi toda consideración: espacios y discursos políticos, programas sociales, servicios de calidad, educación y esparcimiento, derechos que en los primeros se antojan prerrogativas, entre otros.

La homofobia no es solamente el miedo a quienes practican maneras diferentes de procurarse el placer sexual a partir de un compañero (o una compañera) del mismo sexo, es una forma de terrorismo que pretende la normalización (sujeción irreversible, incuestionable, dogmática) de los sujetos, que toma como pretexto el orden social, la seguridad de ciertas instituciones, el progreso y una larga serie de argumentos que con un mínimo análisis se evidencian como mentiras.

La permanente campaña de exclusión, invisibilización e incluso eliminación de sujetos no normalizados (anormales, raros, enfermos, suele decir la iglesia, algunos científicos anacrónicos, docentes de moral retorcida) forma parte de un paisaje que aspira a una pseuda homogenización de conductas y discursos que ofrezcan el mínimo de problemas a quienes ejercen el poder.

La homofobia manifiesta o internalizada da fe de la construcción cultural de la heterosexualidad, si ésta fuera natural, la primera no existiría porque no habría posibilidad de salirse de la ruta marcada por la Naturaleza, con todo y las excepciones que existen en ésta última. La homofobia es así mismo, el discurso no tan velado del deseo de los cuerpos (algunos, quizá) que no teniendo objeto, tiene que optar por el que la cultura en el que está inserto el sujeto, le impone. La heterosexualidad es tan precaria como la vida misma.

Apostar por la lucha contra la homofobia institucionalizada (también bendecida desde ciertos púlpitos) implica un trabajo de reflexión individual y colectiva, de las bases sobre las que se asienta el régimen político, económico, social y de género, que condiciona el ser y hacer de los sujetos. No es fortuito nada de cuanto acontece en el marco de una sociedad. Pensar lo contrario más que pecar de ingenuidad evidenciaría exceso de cenutriez y eso sí es contra natura.

sábado, 15 de mayo de 2010

DÍA MUNDIAL DE LA LUCHA CONTRA LA HOMOFOBIA

Por el derecho a vivir responsablemente de la manera que el cuerpo quiera.

jueves, 13 de mayo de 2010

PARAÍSO GRAMATICAL

La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde.
Lluvia, F.G. Lorca

El ajuar que siento por ti no lo había vivido por nadie más, se dijo y relegó la frase hacia otro lugar menos focal de su pensamiento. Trastabillaba con esa idea de decírselo a sí mismo y al fin lo había conseguido. Llevaba varias semanas esquivando el fantasma que amenazaba con materializarse en mitad de su cuarto. Pero ahora que encaraba la situación nada cambiaba. Es decir, no disminuía la sensación de malestar o de culpa o de ambas. Seguí percibiéndose reo de sus propios actos. La verdad los hará libres, sonaba como una sentencia pretenciosa y falsa. Sobre todo falsa.

Libre de qué, se cuestionó mientras garabateaba fórmulas o jeroglíficos en un papel. Libre para qué, insistía. El alcohol tardaba en entumecer su mente proclive a enumerar conjeturas en plena madrugada. Cómo envidiaba ahora a esos seres que consiguen soltarse de la realidad con sólo encender la televisión y mirar cualquier programa. ¿Es cuestión de saber elegir el canal?, ¿el secreto se encuentra en la cantidad de comerciales que el cerebro es capaz de engullirse en poco tiempo? Sobornar a la conciencia o a eso que entendemos como tal, es tarea de héroes, respingó resignado.

Hasta él llegaban las voces nocturnas subidas en el viento, que daban cuenta de un temor, un deseo, una prisa a deshoras. Sombras compartiendo residuos de compañía. Hasta allá llegó su envidia; él deseaba también el diálogo con alguien más que no fuera su subjetividad tan maltrecha y vaga. Hablar con alguien. No cualquier alguien sino ése otro que cobraba múltiples formas sin hacerse cuerpo ninguna de ellas. La fatalidad de la imaginación cuando existe un deseo preconcebido radica en la inutilidad de posibilidades que ofrece, si se ha elegido a priori estar preso.

Al tercer trago desistió de sus intenciones etílicas. Pero al menos el alcohol le había arrebatado esa sed permanente que le hacía huir en busca de un abrevadero lejano. Porque existe un condicionante que agrava la carencia, el satisfactor en pocas ocasiones está cerca, la mayoría de las veces hay que emprender un dificultoso camino para llegar a él. Recorrer largas distancias, combatir contra gigantes o seres invisibles, vencer obstáculos sin mayor talento que las ganas de conquistar lo deseado. Ridiculez pura que ha alimentado los ensueños de muchos.

Desde la ventana miró a lo lejos algunos hombres que se tambaleaban por la acera. Sin duda eran los mismos cuyas voces había escuchado instantes atrás y ahora el silencio se fracturaba de vez en vez con el paso de algún auto o la constante fricción de los élitros de algunos grillos. Con el silencio absoluto, habría escuchado su propia voz mucho antes de tener argumentos para intentar explicar su proceder.

Qué había de grave en mentir a quien se ama. Nada. Qué haría él si fuera el engañado. No sabía y tampoco quería caer en especulaciones. El lugar del otro suele ser una geografía desconocida que no se quiere conocer. Las preguntas eran puentes que él dinamitaba para permanecer en su orilla, culposo, maniatado, ruin.

Tal vez sea cierto que hay personas que jamás se plantean hipotéticas situaciones de vida y por ello van sin un plan B que les dicte cómo actuar en caso de que se rompa la armonía de ese mundo conocido. Sin embargo, no es suficiente. Él tenía un método de acción y sencillamente no funcionaba. Permanecía paralizado porque en la inmovilidad hallaba una suerte de consuelo. Los héroes no están de moda y él no pretendía inaugurar la pasarela. Cada quien con su infierno mientras tenga bajo control las llamas.

El frío de la noche caló su cuerpo. Por instinto cruzó los brazos y frotó fuertemente las manos sobre ellos invocando un calor que no es que no existiera sino que calentaba otro cuerpo. Otro. Distante. Desconocido. Se revolvió como si fuera una herida abierta sobre la que se arroja sodio. Ardió pero de rabia. Y se declaró vencido antes de pelear. El otro jamás nos pertenece aunque le digamos mío. La posesión es gramatical y no verdadera aunque el lenguaje cree al enunciar. Mentira. El verbo también tiene límites. Si lo sabría él que había construido un paraíso sintácticamente correcto y vacío. El agujero negro por el que se desprenden en caída libre ciertos anhelos.

Nadie sabe si lloró antes de irse. Nadie sabe si él creía que podía volar con sólo desearlo. Pero cuando la primavera dio paso al bochorno que anuncia las primeras lluvias del estío, él llevaba mucho tiempo abrazando una osamenta que se resistía a dejar de ser, quizá porque aún añoraba el ajuar que por nadie antes había experimentado cuando era un cuerpo vivo y creía que la libertad era un lugar conquistable: un paraíso construido con palabras.

lunes, 10 de mayo de 2010

¡EN LA MADRE!

¿No estoy yo aquí que soy tu madre?
Nican Mopohua
A Medea excelentísma, que se desmadró sola.

Dicen los entendidos, que un Dios enfadado por la desobediencia de sus primeros súbitos, dijo a la mujer: parirás a tus hijos con dolor (y harto); luego dirigiéndose a una serpiente agregó: ella aplastará tu cabeza con su tacón (de aguja). De un solo tiro la deidad le dio en la madre a dos criaturas enemistándolas y aproximándolas ad perpetuam. Desde entonces la maternidad es una bendición divina y un castigo para la prole. Así se cumple todo cuanto está escrito.

Pero ha excepciones, la letra chiquita, el negrito del arroz. El pelo en la sopa. Medea, mujer de verdad, se reveló contra el destino. El suyo (I left my head and my heart on the dance-floor). Digamos que se cansó de ser mujer como cualquiera y se despachó a los hijos en un santiamén, que es la unidad de tiempo con que se mide un arrebato de celos y de dignidad creciente.

Existen otros casos de revelación contra esa maternidad impuesta que obliga a cargar con la prole como quien porta una losa: la llorona, las brujas de todos los tiempos, las madrastras de la vida diaria y las de los cuentos, las mujeres que renuncian voluntariamente a la reproducción de la especie. Pero ninguna tan mala como la mía. Miserable inmedible. Enemiga doméstica que me dio a luz sólo para darme muerte y muerte de cruz. ¡Crista!

La envidia (de los otros) me afama, pero el odio de mi madre me catapulta al infinito, al banlieu de sus actos sin apenas resentirlo. Que las hay malas, sin duda, pero ésta es malísima. Me torpeda ahora cuando pudo abortarme, pero en su momento los principios religiosos la frenaron, los mismitos que ahora la empujan a destruir al fruto maldito de su vientre. Y yo tan campante.

¡Jesucrista! Que soy superviviente de muchos frentes y de otras tantas batallas. De modo que el 10 de mayo el homenaje me lo merezco yo (y acá caben muchos yoes), después de todo sin madre no hay hijo y sin hijo tampoco hay madre, equidad pura, simbiósis malditista. ¿A cuenta de qué, dirán mis enemigos? A cargo de las lágrimas infantiles, de los dolores que sus exabruptos me han causado, de su falta de valor para deshacerse de mí cuando tuvo la oportunidad, de sus frustraciones colocadas a la fuerza sobre mi cuerpo, de seguir jodiéndome de tantas maneras aun en la distancia, más IVA.

La maternidad es el gran teatro montado por Occidente para enclaustrar a las mujeres (monja y esposa siguen siendo en muchas partes, un encierro no tan velado) y so pretexto de ese linchamiento a cuenta gotas se ensalza el sacrificio, la abnegación, el lagrimerío sin fin, el chantaje y la supuesta renuncia de sí misma como virtudes de un capitalismo de la sumisión que deja réditos a hombres y mujeres, y jode indiscriminadamente a las hijas y a los hijos.

Con todo, abundan quienes parecen haber recibido el anuncio de que el planeta se está despoblando y paren y paren como pasatiempo, para reproducir el hambre, la miseria, la desesperanza. Que no lo digo yo sino las estadísticas que miden la calidad de vida en el mundo.

Medea logró lo que pocas: hacerse libre, vengarse del marido infiel y proveerles a sus criaturas un futuro estable para siempre. Su acción emancipadora es lo que ha disgustado a bastantes y la ha sentado en el banquillo de las acusadas. Ella que habilitada en competencias, obró en consecuencia a su contexto y para mi gusto, triunfó. Si esto no es heroicidad, que se reconstruya la tragedia y que se borre su nombre de la historia de la literatura.

Pero eso no sucederá, porque Medea es, quizá en muchas, el deseo callado de ser libre; porque en el fondo de cada buena madre, abnegada madre, sufrida madre, doliente madre late la maldición de la deidad que se vengó así de su prole desobediente. De donde se desprende que la primera maternidad frustrada, jodida pues, fue la de Dios, con todo y Paraíso. No lo digo yo sino el dicho: lo que mal empieza, mal termina. Estamos jodidos.

lunes, 3 de mayo de 2010

ANTES QUE ME ECHES DE MENOS... TE ECHARÉ DE MÍ

Antes de tres lunas volveré a por ti.
Mikel Erentxun

Es común abrazar las ilusiones propias como si fueran las de otros, así el desengaño garantiza la posibilidad de la redención: ser salvado por el héroe de uno mismo. Intrincado, laberíntico, una madeja de hilos de muchos colores es, a veces, el recorrido de una emoción. Lo pienso ahora que te pienso, justo ahora que me doy permiso para detenerme en tu nombre y deletrearlo con sonoridad infantil y casi con el mismo arrobo, incapacitado para imitar la ingenuidad de aquellos años.

Tiro del hilo sin saber adónde me llevará. De modo que escribo en un intento de fijar el rumbo de una pulsión que como tal, no da cuenta de su objetivo. Conformo este texto como un conjuro creyendo que al amanecer, la razón devolverá luz y tranquilidad a la turbulencia del sentimiento. ¿Qué volcán ardiendo y en qué lugar, originó la niebla que me impide avanzar con los ojos abiertos? Y sin embargo, un bit de memorie debe conservar su lucidez y por ello no he extraviado el rumbo. Sí, el que me lleva indolente a ti.

¿Para qué sirve conocer la naturaleza de un circuito eléctrico y tener nociones de electrodinámica, si no consigo detener el cortocircuito en que me encuentro? Llamo a tu puerta, tan invisible como tú, y no encuentro respuesta. Timbro a tu cuerpo, tan lejano ahora y ni siquiera el eco, que sería un alivio, viene a mi encuentro. ¿Es así el paisaje de eso que algunos llaman locura? No quiero ser declarado loco, no soporto siquiera ser candidato a caer en ella. Soy un hombre indomable aunque en este instante no lo parezca.

La posesión me regala el espejismo de una certeza, tan vaga como una nube de humo que al expandirse para abarcar más espacio se difumina, se hace nada. Te llamo (llamé) mío como si en realidad lo fueras. Como si el hecho de haber compartido el cuerpo me permitiera arrogarme en propiedad del tuyo. Así soy: ambicioso y egoísta, yo que nada puede ofrecerte, te exijo todo a ti. Ojalá no me complazcas para que el deseo se sostenga en la tensión entre lo que se quiere y lo que hay. No más.

Y debí desear con tal furia no ser complacido, que del ardor de tu cuerpo me queda el recuerdo turbio de un frío que me entume las manos y que me ha congelado ya, el sentimiento. Tira otra vez los tejos a ver qué te toca en suerte. Porque yo me he desdibujado la rayuela sobre la que saltaste una vez y pudiste seguir brincando. Pero ahora ese trazo no está más sino el contorno que delimita el vacío que habitaste un instante.

No sé si te habré advertido sobre la insujetabilidad de mi cuerpo, de esa carencia de no poder ser ancla ni roca sino hoja y pluma. Olvido más rápido de lo que estoy dispuesto a reconocer, quizá por eso me demoro en empezar a borrar nombres y números, paisajes y rostros, cuerpos y vivencias que me ocupan espacio en el recuerdo. Si tuviera que describirme, diría que soy más pago por evento que teléfono domiciliario.

Hasta hace unas horas me revolvía pensando que no quería lanzarte lejos de mí y ahora me acuso por haber demorado tanto tu expulsión de mis archivos. Me aportas apenas nada cuando la realidad reclama su lugar a ese pensamiento añejo de lo que sucedió ayer. Me estorbas aún cuando estaba dispuesto a convertirte en algo más que un ornato. Hay que saber ganarse el centro y parece que a ti se te da bien deambular por la periferia. Gravita sobre tu propio eje.

Así son los pactos: con uno que se hunda se consigue el equilibrio.

domingo, 2 de mayo de 2010

DÍA DEL SEMINARIO O EL CINISMO ECONÓMICO

Como la iglesia es una cínica, desvergonzada, arribista, sin escrúpulos, hipócrita, falsa sin par y buena parte de la ciudadanía es desmemoriada, zafia, irreflexiva y testaruda, la dióscesis de xalapa -ignoro si el circo es a gran escala- convocó a su colecta anual a favor del seminario. Al menos eso decían, quizá estaban pidiendo cooperación para sanear las cuentas rojas de la víbora de maciel que dios tenga en su gloria (así sabría lo que es tener de vecino a un tipo nefasto como éste).
Colecta para el seminario ¡Jescrista! Ni un ápice de vergüenza tuvo la Puta de Babilonia para atreverse a enviar a una siempre solícita masa a 'botear' en aras de llenar las henchidas arcas de la siempre pediche, avara y sin llenadera. No le importó el escándalo en que está metida con sus curas y obispos pederastas, con la fichita que resultó ser (¡qué sorpresa!) maciel ni las cabronerías que el papa nazi realizó cuando era el mandamás del post santo oficio; ésta confiando en la estupidez de su feligresía y alguno que otro incauto mandó a sus siervos a timar con la bendición papal.
Brutos los unos y cenutrios los otros, el simulado reino del señor se sostiene apenas maculado por toda la mierda que lo rodea, gracias a esta ceguera -que no fe- y manipulación que desde el púlpito ejercen contra infelices y desdichados que han tenido la desventura de sumar a su desgracia, la tragedia de creer en estos tiranos disfrazados de pastores.
Han olvidado estos hijueputas con faldas aquello que le espera al mal pastor, porque obvio, conscientes están de que no guían sino que confunden, no aleccionan sino que pervierten, no iluminan sino que oscurecen y no edifican sino que dinamitan con sus obras. Cómo me dan pena estos ilusos que van detrás de la moneda que calmará el hambre de su conciencia y seguirá sosteniendo en su pedestal de lujo a la jerarquía enquistada en su propio mundo, que comparten, curiosamente, visión (ilusión) de paraíso/méxico con el intruso de Los Pinos.
Zánganos y alimañas quienes habitan ese falso reino de los cielos. Pero que sobre ellos caiga la furia de dios, si acaso algo queda que no hayan pervertido estos malnacidos con su evangelio cancerígeno. Enel que definitivamente, no creo.