martes, 25 de mayo de 2010

OTRA (LECTURA DE LA) REALIDAD ES POSIBLE

Probablemente aún somos muchos y muchas quienes nacimos (y crecimos) en un mundo que ofrecía una idea de futuro distinta a la de ahora, cada vez son más los y las que han asumido una realidad contingente; el futuro no es más una certeza sino una expresión sin referente que no da paz pero tampoco da pánico, según opinión de algunas y algunos.

Las sociedades actuales, sometidas a las reglas aleatorias de una economía de mercado, tienen que subirse al tren de la especulación para ser tales. Por ello al dar cuenta del sujeto adjetivado (político, pedagógico, social) se da por hecho la existencia de un sujeto (a priori, íntegro, cohesionado, racional y de paso, masculino, blanco, clase alta y heterosexual) sin mácula.

Sin embargo, es necesario reparar, que si bien el sujeto está constituido a partir de una materialidad es también un efecto del discurso; para salvar la ambigüedad es preciso situarlo en un contexto (histórico), delimitarlo, de modo que sea posible conformarlo a partir de algunas de las variables que lo definen, misma que también lo excluyen con respecto a otros marcos de referencia.

De ahí que lo simbólico cobre importancia al momento de significar a un sujeto: el sujeto que está incompleto, es/deja de ser a partir de las múltiples articulaciones que lo conforman según los espacios en lo que es ubicado. Así, materia y discurso significan en y desde el cuerpo del sujeto situado, ora como resistencia, ora como sumisión y silencio.

Por ello, más que por un sujeto pedagógico, apuesto por un sujeto enmarcado por múltiples referentes que lo condicionan pero también le posibilitan la acción. Un sujeto inconcluso pero no por ello fallido, negociador más que tirano. Crítico.

Lo personal es político, consignaron en su momento las voces feministas. Y no obstante, existen otros discursos que también son políticos, llámese cinematográfico, económico, educativo, bélico, entre otros. A mí parecer los humano es político. De ahí que la apuesta sea por la construcción colectiva de una condición humana que considere la diversidad de marcas que atraviesan al sujeto. Que la diferencia sea el punto de partida para devolver a los sujetos la capacidad para leer la realidad, analizarla, interpretarla y transformarla sin atropellar la dignidad de los otros.

La realidad desencanta, es verdad. Pero no por ello va a cancelarse el diálogo que los sujetos pueden (deben) establecer con ésta no sólo para (tratar de) entenderla sino para modificarla. La relación entre los sujetos también tendría que ser dialéctica, integral, considerando la dimensión racional pero también la esfera afectiva (la emotividad) de los interlocutores. Si bien la mayoría abúlica gana terreno en la cotidianeidad, la apuesta de quienes creemos que otro mundo es posible, es generar prácticas inteligentes de resistencia que contribuyan a despojarnos (descolonizarnos) de discursos y prácticas opresivas, y a la vez revestirnos de una actitud crítica que construya eróticamente desde la propia subjetividad hacia los otros.

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