martes, 25 de mayo de 2010

CUERPOS IN-DIFERENTES

En el principio era el cuerpo: cuerpo-templo, cuerpo-indiferenciado, cuerpo-correcto, cuerpo-sometido. Después vino el reclamo al derecho a la autodeterminación corporal, a asumir actitudes y toma de decisiones a partir de las necesidades especificas de quien poseía el cuerpo.

El feminismo pugnó (inicialmente) por la recuperación del control del cuerpo, de la reapropiación del cuerpo de las mujeres y de aquello que le incumbía. También el movimiento homosexual plantó cara a la heteronorma sobre las prácticas sexuales que ejecutan algunos cuerpos para vivir conforme a su deseo.

Llegó un tiempo de cierta apertura, que trajo algunas concesiones que se leyeron como triunfos, y finalmente la comodidad del espacio ganado se convirtió en conservadurismo por no decir cerrazón. Las revueltas contestatarias han devenido en apenas equilibrio precario para mantener la posición regalada (que no ganada) por el poder heterosexual. Y no se advierte el estancamiento en que se encuentran algunos colectivos, al contrario, se insiste en hacer apología (ciega) de los logros conquistados como si fueran tales.

Recientemente en un espacio de debate he escuchado algunas de las versiones que dan cuenta del estado actual del movimiento LGBT que incluye, a regañadientes supongo, la teoría Queer. Lo percibido ahí es que no hay razones para celebrar las aparentes demandas respondidas, aunque la mayoría de las voces se suman a una fiesta fantasma. Conquistar el derecho al matrimonio sin importar el sexo de los contrayentes y de paso la adopción, si bien es un motivo de júbilo, no es válido el jolgorio si en esta pink party han quedado fuera muchas otros reclamos también importantes.

¿Matrimonio y adopción para qué? ¿Al rato querremos urbanizaciones sólo para personas del colectivo LGBT (e I-Q)? ¿No sería idóneo que quien habite en cualquier parte lo haga sin el temor de manifestar abierta o veladamente su diferencia sexual y de género? ¿Queremos escuelas para los hijos e hijas de las familias homoparentales? ¿Debo decir lesboparentales para ser incluyente?

Las exhaustivas jornadas de la semana pasada evidenciaron lo complejo que resulta dar respuestas favorables a la comunidad (nombre que no me convence) cuando se parte de las diferencias que existen entre miembros del club en lugar de hacerlo considerando lo que existe en común: la disidencia de las prácticas heterosexuales que compartimos algunas y algunos sujetos respecto de la norma.

Si se eligiera como trinchera las prácticas sexuales que difieren del mandato heteronormativo, habría un punto de arranque compartido para plantear las necesidades y deberes que habría que asumir como parte de un orden social que nos guste o no, tenemos en común en tanto personas. Precisamente en calidad de sujetos es posible un diálogo. Es desde esa atalaya que podría plantearse una reformulación de los intereses de la colectividad sin que la apuesta por los deseos de unos y unas demerite los de otros y otras.

Para ello se requiere voluntad e inteligencia. Suponiendo que existe la primera, dudo que se cuente también con la segunda. La moda no solamente es ser ignorante sino lucir es estado de asnalidad sin par. Los activistas se oponen, en gran medida, a revisar la teoría; los teóricos se resisten a formar parte del activismo. Y entre que se acusan mutuamente se pierde tiempo y sigue sin definirse una agenda política ‘real’ que ofrezca posibilidad de réditos a los sujetos no heterosexuales, sin distingo, pero considerando a la vez, la diversidad que existe al interior del grupo.

El problema es que no existen sujetos con capacidad para diseñar, plantear y llevar a cabo estrategias incluyentes, conciliadoras, que no coloquen al sujeto no-buga en el lugar de la víctima ni lo planteen como un ideal a seguir. Es complejo acomodar tantas necesidades en un discurso directo, contundente.
La teoría Queer es una propuesta para adoptar ciertas posiciones políticas radicales, si se quiere ver así, pero sigue estando proscrita de la mesa y de las calles de bastantes. Encima, suele ser tan críptica que cuando alguien la entiende no encuentra los canales para hacerla llegar a mayor número de personas.

Mientras tanto, estamos a la deriva, creo yo; en plena fiesta, dirán muchos y muchas. Anclados, opinarían otros y otras. Lo cierto es que el tiempo pasa y aquellas batallas que encendieron la mecha para una revolución (sexual-social-cultural) se están consumando.

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