domingo, 2 de septiembre de 2012

MÉXICO, OTRA VEZ

Al recién né, para quien el mundo es nuevo.




Yo no quería plasmar en palabras mi sentir, y me había guardado bien de no decirlo bajo ninguna circunstancia. Pero me interpelo más de lo que querría ignorarme; la realidad me rebasa y me disgusta ese desborde. Como a una mayoría, yo también siento que la realidad de este país, en sus diversos ámbitos, tendría que cambiar, rumbo a mejor, se entiende. Otra es que esté de acuerdo con los mecanismos que se emplean o pretenden utilizar para que ese anhelo enrumbe en la dirección que se desea.

Mi silencio no significa que acepto sin más un resultado electoral como el que tenemos, pero desde mi orilla me pregunto: ¿qué se puede hacer? ¿Cómo respondo a este acto? ¿Qué formas de reacción, inteligentes y sensatas pueden contribuir a encauzar mi desazón? ¿Valen los pequeños actos de justicia cotidianos para subsanar una injusticia cotidiana? No me detengo ya en averiguar si fueron limpias o no las elecciones; ya sabemos cuál es la naturaleza de las mismas... reparo mejor en qué puedo hacer ahora con la realidad que me rebasa...

No estoy a favor de PN, pero sí tengo claro que siento repulsa por AMLO; no es de izquierdas, no representa un pensamiento adecuado con el tiempo/espacio que no elegimos y que toca vivir, no presenta un proyecto de nación viable; los suyo no es un proyecto realista-posible (quizá deseable, pero no basta), que haga que muchos más nos unamos a su causa; sí, suya. El otro tampoco tiene mucho qué aportar, pero al menos sabemos cuál es su naturaleza y sus métodos de acción. Yo prefiero un objetivo definido, claro en sus claroscuros, a un entre perverso como el segundo, previsible en su incongruencia y manipulador irreversible. No hay virtud inmaculada en ninguno de los dos, pero hay que reconocer que uno sí se muestra, el otro ataca por sorpresa...

Me preocupan las acciones bárbaras que en nombre de la 'injusticia' se están realizando, quienes las realizan y en nombre de qué las llevan a cabo: ¿son justas, adecuadas, necesarias, convenientes, efectivas? O por el contrario ¿contribuyen a la incertidumbre, a la inestabilidad, son meros actos vandálicos, debe ejercerse sobre esas turbas el ejercicio de la autoridad para (intentar) recuperar el orden público?

¡Basta ya! pido desde mi fuero interno, basta, por favor. Urge estabilizarnos o nos cargará la chingada... ya perdimos seis años en un caso similar -¿qué se ganó?, ¿hubo algún cambio favorable?, ¿qué beneficio se obtuvo?- y la verdad yo no quiero perder otros seis más en luchas intestinas que para ser honestos, no son a favor de una amplia mayoría, también hay que ser autocríticos.

Cada sexenio a mí me queda menos vida, y en consecuencia, menos esperanza, y sí harta rabia, misma que no expulsaré ni quejándome ni jodiendo a quien considero mi adversario, por qué debo tener un adversario. Bastantes situaciones, aspectos, circunstancias me son adversas cada día como para sumarme más obstáculos. ¿Puede la diferencia –de la índole que sea- ser el principio del diálogo, el reconocimiento, la comunión? ¿Idealista? Sí, antes que incivilizado.

No es dejadez ni resignación, ni miedo ni desidia (cargo con un par de luchas en mis espaldas), si acaso un poco de mesura. De verdad que también se me antoja un país diferente, quiero decir mejor. Pero ante todo, anhelo un país con una ciudadanía reconciliada para que desde la negociación, sea posible emprender-pactar los cambios (y constancias) que México requiere con urgencia, empezando por la de educar para el ejercicio de una ciudadanía crítica, incluyente, generosa.