lunes, 18 de febrero de 2008

MITOS HETEROSEXUALES SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD

La heterosexualidad cree -¡qué inocente!- y así lo manifiesta, que la putería - para ellos el término homosexualidad les sabe cítrico en la lengua- es una elección; como seguramente ellos eligieron ser heterosexuales, los otros marcaron la x en la casilla donde dice puto. Pero fuera prejuicios (machistas), que los machines y las mujeres decentes enfrenten de una vez qué es lo que los hace distintos (a ellos, los heteros) del gremio homosexual.

MITO 1: TODOS LOS PUTOS QUIEREN QUE LES METAN LA VERGA; SON PUTOS PORQUE LES GUSTA QUE SE LAS DEJEN IR.

Ser puto no significa andar como el coyote detrás de una verga ( o varias); para ser puto se necesita más que sentir ese gusanito que les pica en ciertos lugares a muchísimos machines, aunque sea algo que jamás confesarán. Para ser puto hace falta ser muy hombre (no macho ¿entendido?)

Además, que no todos los putos son comevergas; a la gran mayoría les encanta cogerse el culo de otros hombres, y si es de un hetero "curioso", mucho mejor.

MITO 2: TODOS LOS PUTOS SON UNA "LOCAS", "TORCIDAS" Y AFEMINADOS"

¿En qué mundo marginal habitan los varones que afirman esto? ¿O es que muchos de ellos no salen del departamento de avis raris o éste es su más oscuro deseo? Es verdad que existen muchos homosexuales afeminados y/o trasvestidos; han sido éstos los que han dado visibilidad al gremio y han puesto en el centro del debate la necesidad de acabar con la marginalidad del homosexual, del puto, como dicen los heterosexuales. Pero también es cierto que jotear (practicar camping, para los entendidos) no es una característica exclusiva de los homosexuales, toda vez que son muchos los machines que jotean con una auténtica exquisitez que si no fuera porque se proclaman machos uno creería que está ante una "loca" más, lo juro. ¿Será acaso verdad que dentro de cada gran macho hay una giganta loca?

Abran los ojos heterosexualísimos que poseen y descubrirán que existe una gran cantidad de varones que sin hacer alarde de afectaciones de ningún tipo, participan orgullosos del homoerotismo. Lo siento por aquell@s cuyo novi@ es bisexual. Acéptenlo: no existe el hombre machín machín.

MITO 3: TODOS LOS PUTOS SON UN PELIGRO PARA LA SOCIEDAD.

Sí hacemos un recuento histórico-estadísitico, encontraremos que la mayoría de los asesionos en serie, violadores, pederastas, corruptos, traidores y demás alimañas sociales han sido hombres y mujeres reconocidos unánimemente como heterosexuales. Pero claro, esto no se considera a la hora de acusarlos porque no tiene sentido aclararlo (dicen entre sí los bugas); pero si el inculpado es puto, fue la putería la que le instó a cometer el delito. ¿Verdad que no medimos con el mismo rasero?

Y sólo como tip, a los curas pederestas los elige el rebaño heterosexual; y si no es así ¿de quién es la culpa? Además, para abusar de un menor no es necesario ser puto sino carecer de escrúpulos; y la ética y la responsabilidad no son patrimonio heterosexual.

MITO 4: SON PUTOS PORQUE QUIEREN SERLO.

¿Acaso tú escogiste ser heterosexual, naco, lobotomizado por los mass media, homofóbico y culero? Pues yo no elegí nacer en un país tercermundista ni rodeado de tanto zafio y memeces. Todo aquello que implica una cuestión cultural es una imposición con la que hay que negociar.

Los putos no deciden ser putos (no escriben cartas a Santa Claus pidiendo serlo); eligen asumir su diferencia luego de un largo y no menos complejo proceso de aceptación. Pero esto no se ve, no es algo que suceda a los ojos de los bienpensantes heterosexuales; además, que sea una transformación difícil no signifca que sea anómala (ni antinatura ni aberración). Basta ya de señalar como si a ustedes les hubiera sido reservada la mejor sección del escenario. No dramatizo, exijo justicia.

MITO 5: LOS PUTOS ODIAN A LAS MUJERES.

Y he visto a infinidad de mujeres solicitar consejo sobre sexualidad, moda, cocina, diseño, relaciones de pareja, autonomía, gestión de la imagen, arte, viajes, cine y literatura y arte en general, a los putos, sin sentirse vulneradas ni avasalladas ni despreciadas por éstos. Pero el macho dirá: ah, porque son putos. Yo les respondo: porque están convencidas de que dialogan con un hombre y no con una bestia etiquetada de heterosexual.

La misoginia existe no porque haya putos y machos sino porque existen hombres que desprecian a las mujeres por el simple de serlo. Para mayor información consulten al golpeador o violador más cercano.

MITO 6: DIOS ODIA A LOS PUTOS.

¿Cómo puedes estar tan convencido de que a ti sí te ama?

MITO 7: LOS PUTOS SON DEGENRADOS PORQUE SIEMPRE ESTÁN PENSANDO EN SEXO.

Objeción: Los putos no piensan en sexo: lo practican siempre que hay ocasión para ello; la mayoría ejerce su sexualidad responsablemente y sin los prejuicios que atan a los heterosexuales. Ellos si qué solo piensan en lo que no se atreven a hacer y desean con más ganas, ¿van a negarlo?. Parecen discapacitados sensoriales, están negados a la caricia y al tacto desinteresado, están impedidos para el placer corporal experiementado con todos los sentidos; culpa de la religión y de la eduación machista que es altamente represora.

Eso sí, que no pase una mujer joven y/o bonita cerca de un grupo de machos (sólos se cohiben) porque la asedian con una fuerza directamente proporcional a sus represiones. Situación distinta es si el que mira es un varón a otro hombre que le resulta interesante porque entonces se es puto, puto y puto.

CONTINUARÁ...

jueves, 14 de febrero de 2008

¡MANAS ARRIBA CONTRA LA HOMOFOBIA!

A las víctimas de la homofobia en todas sus sutiles manifestaciones.

Lo que más duele no es el golpe sino el no tener palabras con las cuales responder a la agresión. Cuando te gritan puto (con muchos signos de admiración, de repulsión) lo que sientes no es dolor sino rabia, una creciente rabia porque un peso volumétrico sella de pronto tu boca. No porque tengas miedo sino porque no existe –no encuentras- conceptos con los cuales sea posible agredir (responder al atentado) a un heterosexual, a no ser que emplees la misma que él te ha espetado y entonces te anotes un autogol.

Sé que la hegemonía machista se cree con el derecho de nombrar peyorativamente todo aquello que no quepa en el zurrón heterosexual –en su constreñido cerebro heterosexual-: primero grita, luego amenaza, después golpea, al final te mata, te anula para siempre, para mantener la preeminencia arrogada desde hace siglos.

Imagino que algo similar padecen las mujeres; ellas también tienen que lidiar con una suerte semejante –diferente a la vez- a la del puto (nunca serás nombrado homosexual; siempre puto, puto, puto): hacerse sordas al vasallaje verbal de los machos o exponerse a ser vilipendiadas si responden al insulto –le llaman piropo- con otro insulto; fingirse brutas ante un hombre disminuido intelectualmente so pena de ser anuladas socialmente, y así en general, una larga lista de vivencias que deben afrontar con sumisión cristiana. Con esto quiero decir, que en nuestra sociedad –analfabeta, obesa, diabética, embrutecida y dopada- basta con ser varón heterosexual para acceder al privilegio de agredir a los otros que no coincidan o se alineen a los puntos de vista de la mayoría, a quienes no militen con sus ideologías ni practiquen sus mismos prejuicios.

Y nadie, ninguna institución exige el cese y castigo a tantas hostilidades; no hay voz que denuncie este crimen cotidiano porque desafortunadamente, la mayoría de ellos coincide con la idea de que el homosexual es raro, dañino, perjudicial, anómalo, antinatural, aberrante, peligroso, abyecto –aunque quizás ignoren qué significa esta palabra- y por lo tanto no tiene que existir. O hacerlo sin hacer ruido, sin hacer alarde de su diferencia, sin aspirar a la luz multicromática de los reflectores del día a día. De las mujeres tienen un concepto diferente pero con consecuencias similares: existen para servir a los hombres.

Reducidos a fenómenos, unos; y a objetos, otras, la clase hegemónica heterosexista se escuda en su mayoría numérica –con todo y que las estadísticas demuestran lo contrario- para ejercer su violencia sistemática contra los raros, los que no valen más que ellos, y con esto debilitan las estructuras sociales que favorecerían una convivencia sana y armónica (¿qué sabe un buga de salud?). Basta con acusar diferencias al modelo sexista tradicional para ser etiquetado de puto. Y nadie, jamás, detendrá la agresión (recuerda, tú tienes la culpa). A nadie escandaliza que miles, millones de bocas se queden calladas por carecer de palabras con las cuales defenderse. La homofobia no duele sólo por los golpes; lastima porque implica tragarse mucho silencio. Demasiado.

Te llamaré puto y eso me da derecho a intentar destruirte. A veces lo logran a medias. Matan a un puto y celebran su victoria, su triste triunfo. Matan la mitad del puto que llevan dentro. Sin darse cuenta de que lo matan y de que lo llevan dentro. No entienden razones, no reflexionan, no son conscientes –nunca una bestia ha hecho filosofía-, del daño que causan, del daño que se causan. Son criminales con permiso para andar en la calle, para engendrar y maleducar hijos, dictar las pautas a seguir, señalar quién vive y quién debe dejar de existir. Morir porque se es puto, morir porque eres mujer, morir porque –según ellos- no eres hombre.

Cuando un heterosexual te ha hecho el favor de lanzarte al lugar de los apestados necesitarás mucha suerte para que tus jueces (heterosexistas también), te atiendan, te escuchen y te hagan justicia. Suerte. Mucha. De lo contrario el que te llamen (impunemente) puto, será sólo la antesala de tu injusta sepultura. Con todo, yo aún sueño, desde mi putería, con un mundo donde no seamos heterosexuales ni putos, sino mujeres y hombres, mejor aún, solamente personas.

martes, 12 de febrero de 2008

ILUSOTOPIA

SUCEDE que me canso de ser hombre, escribió Neruda. Yo no nada más me canso de ser hombre sino de confiar en el hombre, en tanto humanidad, claro. Cada vez que he pretendido ser útil a los demás, termino por caer por la pediente de la sin razón y la ingratitud de los otros. ¿Debo por ello dejar de creer en la especie humana?
Ninguna desilusión merece que uno deserte de sus ideales.

viernes, 1 de febrero de 2008

MURIÓ LA PERRA MACIEL

Murió. Y sin duda con olor a santidad, dirán sus secuaces, aquellos que como la muerta, son culpables de todos los crímenes que ésta, la legionaria de cristo -su cristo- cometío durante décadas a innúmeros de jovencitos -ilusos y desgraciados- que cayeron en sus fauces apestosas. El funeral fue un circo en el que su fanáticos cantaron loas a su obra (putrefacta, supongo yo), su legado (un centenar de denuncias contra sus abusos) y su deseo de beatificarlo.
Sí, beatificarlo. Murió -la perra- sin pedir perdón ni enfrentar la justicia -la justicia inteligente que escasea en la Tierra-, y encima de ello, sus congéneres -rabiosos y cegados por la mala leche de este ser infernal- aspiran a promover que sea elevado a los altares (en un palo lo habría puesto yo hasta que se derritiera, él, no el palo, por supuesto). Y como la jerarquía católica está urgida de nuevos santos -los que tienen ya no le son suficientes- seguramente nombrarán beato a este pederasta asqueroso -por hipócrita- que tuvo a bien morir lejos de esta tierra. Allá lo habría dejado yo para que pudriera otros suelos. Pero sin duda, muchos se han creído el falso pronunciamiento de la perra purépecha, la arzobispa de Morelia, a quien cito: "Todos estamos manchados, todos los hijos de Adán nacimos manchados del pecado -manchada nació y vive así ella-, pero dios -se refiere a su dios-es misericordioso -a lo que ésta entiende por misericordioso- y su buena intención no tiene duda - la intención de la perra muerta, desde luego- y fue servir a la iglesia- servirse de su iglesia-. Como podemos leer, la obispa no solamente no sabe expresarse sino que su agramaticalidad torna inverosímil -falso, hipócrita- su discurso. Será su estilo, supongo.
Pero ya vendrán nuevos aires para quienes reclaman -exigen- justicia. Ya habrá ocasión de que otro dios; éste sí, justo y sin tanto intermediario vuelva sus ojos a quienes le demandan su presencia. En tanto, celebremos que el gobierno de este país tuvo el mal gusto de lamentar el deceso de la bestia legionaria; sólo así se evidencia -y se demuestra- la cal del sepulcro blanqueado de la que todos están hechos. Así sea.