martes, 27 de octubre de 2009

QUEERERÍAS

1. Quien no sabe de querencias, no sabe de extrañezas.
2. Las divas son ciegas, la única luz que ven es la del reflector.
3. Yo la humildad la conocí de a oídas.

35 y más...

sucedió...

¿QUIÉN SOY?

Un Rimbaud romántico expresó: Yo soy otro.
Si fuera Queer habría dicho: Yo soy otra.
Con perspectiva de género: Yo soy otro y otra.
Feminista: Ya soy otra.
Posmoderno: Yo soy otro… fragmentado.
Contingente: Yo como puedo ser otro, puedo no serlo.
Discursivo: dicen que Yo soy otro.
Ortegaygassiano: Yo soy yo, mi circunstancia y lo que se acumule.

miércoles, 21 de octubre de 2009

LA NAQUEDAD


No se requiere una habilidad especial para darse cuenta de que además del cambio climático, otra variación en el orden de la Tierra igualmente atroz asuela a la humanidad. Porque tal situación seguramente alcanza visos de pandemia aunque ninguna alerta Naranja nos indique eso.
Me refiero a la condición de bruticie que copa la mayoría de los espacios públicos y amaga con desbordarse. ¿Tiene usted la sensación de que si mira algún programa de televisión a cualquier hora, en el canal que elija, se topa con una situación estúpida presentada como genialidad?
No me refiero a una televisora en específico, que las cadenas nacionales no se libran de tal realidad, antes bien la promueven. El hecho más falaz se torna motivo de debate –palabra omnipresente en la actualidad- sin saber a bien en qué consiste éste y las condiciones mínimas para que se lleve a cabo.
Escuche detenidamente las conversaciones de las personas en las filas para realizar pagos de servicios, en una sala de espera, en el transporte público: seguro que no escuchará que discuten sobre el estado de la nación sino de trivialidades que la atontan más en lugar de aligerarle el cansancio de la espera ¿Que de eso está hecha la vida? ¡Vaya existencia la de estos seres!
Contemple actitudes y expresiones de la gente, qué dice, qué hace, qué engulle (que no come), cuáles son sus quejas, a qué aspira, qué echa de menos; adivine si aún tienen deseos, secretos, si persigue una meta, si está molesta o eufórica. Lo que encontrará son frases huecas pronunciadas por políticos, deportistas, estrellas, cualquiera que consigue sus 15 minutos de gloria (de desgracia mediática, descubriría si tuviera neuronas en acción) repetidas hasta la saciedad por la televisión y la radio que los van trastornando día a día. Nos vamos al Mundial, brama la mayoría ingenua, comer tres veces al día querrían esos indigentes del pensamiento que balan frases carentes de sentido a las que se agarran como a jirones de vida. Triste vida. Infelices.
Esto es lo que denomino la condición de naquedad, de naco con arrestos (por no decir, infame) que padece la mayoría de las personas de este país y que obliga a otros, una creciente minoría, a soportarlos. Naquedad que se hace manifiesta en formas de incivilidad, de falta de higiene, de pobreza de ingenio, de ignorancia creciente.
Ante una amenaza latente como la influenza, mire a la gente escupir en la calle, estornudar sin el mínimo cuidado de no salpicar a los demás, sin que se sienta aludida; obsérvela tirar basura, fumar en sitios que el sentido común insta a no hacerlo, atravesar el auto en un crucero porque hay luz verde aunque ello ocasione un embotellamiento. Aventarle el vehículo al peatón; viandantes que avanzan sin esperar el alto. Contemple a esa gente tragar comida chatarra en plena calle y arrojar al suelo, a jardineras o ventanas los residuos que debería engullirse también si la sensatez no la hace colocar la basura en espacios apropiados.
Naquedad que se hace manifiesta en la terquedad de los conductores por escuchar la música a alto volumen, en taxistas especialistas en arruinar el oído de los pasajeros que tenemos la desdicha de abordarlos, porque no reaccionan y apagan su ruido aunque fuera por humanidad, si la inteligencia le ha sido negada por natura. En los vendedores ambulantes cuyos gritos ensordecen al transeúnte, amén de obstruir las banquetas. En el empleado de ventanilla y su nefasta actitud como si fuese un dios caido en desgracia y de la que el usuario, seguramente tiene la culpa. Las empleadas de supermercado y otros comercios, divas asfixiadas en su propia burbuja de parishiltonismo irreversible que debemos padecer irremediablemente. Servidores públicos en general que han hecho de su labor una trinchera desde donde joden a quien se les pone enfrente; la amabilidad que aún queda, está en extinción. Deténgase a ver a ese obeso que aborda el transporte público y se apoltrona en un asiento cuyas dimensiones rebasa su volumen y encima se queja: qué asientos tan pequeños, pero no deja de tragar y se aventura a una urbe que no fue diseñada para andar con exceso de dimensiones; por qué no se queda en casa con su gordura a cuestas en lugar de estorbar y afear los espacios públcios, cada vez más reducidos. Impuesto a la gordura pondría yo y sanearía las finanzas en un mes.
Miro la imbecilidad del mundo en adultos que se infantilizan vistiendo como Chabelo y actuando como idiotas para parecer graciosos, modernos, chic, tal es el modelo que el cine –un tipo de cine- y la televisión les dicta. El primate prima, dice una sabia mujer que también lidia con la asnalidad día sí y día también. A infantes actuar como tiranos con el visto bueno de sus endebles padres, a quienes multaría no por engendrar hijos, sino por fomentarles prácticas de lesa intelectualidad. A esas personas que se ufanan de tener el teléfono celular de vanguardia y jamás tienen crédito y andan chingando a quien se deja para mantenerse comunicados; o esos otros seres que se jactan de estar tan ocupados que jamás responden un email o hacen constar de recibido un documento: pedirle que lo agradezcan
c'et impossible!.
El reino de las bestias, lo llamé hace algunos años, cuando la palabra cenutrio alcanzaba a nombrar la estupidez de algunos y algunas, que en esto sí hay paridad.
Aspirar a ser humano es ahora una idea extraviada en el cerebro afectado de bastantes. Exigir un mínimo de sentido común es pedir al muro que se ablande. Y paralelamente al crecimiento de la imbecilidad, si no es que la fomenta, aventuro, el discurso religioso se multiplica por doquier. Nunca hubo tantos profetas anunciando simultáneamente el mensaje de Dios.
Cuál Dios, me cuestiono. El de la insensatez, la ignorancia, la barbarie vuelta norma de conducta, patrón de vida. Yo preferiría de acompañante de asiento en el autobús un ateo que no me arrojara el humo de su cigarro y no un creyente que ocupa parte de mi lugar o que aspira a convertirme a su religión verdadera, que además se enfurece si no lo atiendo: ¿desde cuándo es obligación escuchar la voz de los idiotas?
A veces me canso de ser humano y envidio –es un decir- la condición de bulto con la que se desenvuelven muchísimos cada día. Cada vez son menos los espacios donde es posible dialogar, conversar, comportarse como persona, acrecentar la humanidad que no viene gratis en la compra de un detergente. Ser y estar sin sentirse timado por la realidad.
Pero mientras la gente siga volcada a un discurso que le anula la posibilidad de actuar, deshojaré la margarita de la desazón confiando en que antes nos destruya súbitamente una naturaleza enfurecida y no esta muerte a dosis que significa el convivir diariamente con la estupidez hecha carne, habitando entre nosotros. Y a muchos y muchas, habitándoles. Así sea.

miércoles, 14 de octubre de 2009

CONTRA LA PATOLOGIZACIÓN TRANS

Este 17 de octubre, en diversas ciudades de México y de otros países, se llevará a cabo una manifestación contra la obsesiva (obtusa, retrógrada y absurda) idea de mantener el estaus de patologización del mundo trans: transgénero y transexual.
Se necesita no únicamente información y conocimiento sino además una dosis mínima de inteligencia y de sensiblidad para (intentar) comprender la realidad cotidiana del sujeto que se asume a un género contrario al que, según el supuesto biologicista, le corresponde por haber nacido con un sexo (gonádico, cromosómico y genital) deteminado.
Basta con leer un poco sobre estudios culturales (feminismo, de género, teoría queer) para que salte a la vista la construcción cultural que somos y el poco espacio que juega la voluntad del sujeto a la hora de asumir tal o cual papel social. Sin duda hay (alguna mínima) posibilidad de elegir, sí, pero entre opciones ya establecidas anteriores a la existencia del sujeto.
Y la elección de un sexo biológico es tarea expresa de las hormonas, genes y demás material genético que entra en juego en el momento de nuestra gestación; no una cuestión en la que el sujeto participe activamente. Luego viene el componente psicológico, el mundo de vida en el cual nacemos, el habitus y luego las propias motivaciones del sujeto desde que éste tiene conciencia de sí mismo.
Lo que sí elige el sujeto es el papel de género que desea representar una vez que ha asumido -a fuerza- el que le corresponde según su sexo biológico. Por eso la elección de otro rol suena escandaloso, enfermizo y anormal para la mayoría. De ahí la justificación para patologizar este disentir de lo establecido. Sin embargo, ninguna de las razones que se aleguen para tachar de enfermos a quienes disienten de su género y rol de género, justifica el rechazo, la marginación y la patologización de esta personas.
¡No a la patologización de las personas Trans!

domingo, 11 de octubre de 2009

LAS MÚLTIPLES VIRGINIDADES

Para quienes andan en busca de emociones corporales sin prejuicios, inteligentes y con calidad, les dejo la siguiente información tomada del suplemento Letra S del periódico La Jornada. Que la disfruten.

Las múltiples virginidades. Hacer algo por primera vez es siempre emocionante. En lo sexual, ser virgen es tan relativo, como diversas son las posibilidades de sentir. Cierto, ya nadie habla de desflorar doncellas o entregar la prueba más grande de amor, frases que forman parte de la literatura del siglo XIX y de una que otra telenovela. Pero la preocupación por ser, no ser o dejar de ser quinto muestra que la virginidad, ese concepto que huele a viejo y a imposición, sigue teniendo parte de su influencia. Pero hay un quinto para todo. No hay una sola barrera que separe al primerizo del experto, la iniciación sexual es un camino de pequeños pasos, escalones que te permiten construir lo que te gusta y te guían para desviarte de lo que no te agrada. Al final, la culposa 舠virginidad舡 sólo existe para ser superada. Por Fernando Mino

Mi primer beso舠Era una de las niñas más bonitas de la primaria, de esas que a los once ya se cargan un cuerpo que para qué te cuento. Fuimos de excursión a un museo y de regreso, en el autobús, me senté con ella. Me acuerdo que las manos me sudaban y quería matar a mis amigos que me gritaban desde los asientos del fondo. Ella me miraba con impaciencia, tanta, que al final ella fue quien me besó, con lengua y todo. Sentí tibio y nada más, pero me alivió tanto romper la barrera, que la abracé y le seguimos la media hora que duró el viaje舡.

Mi primer embarazo舠Cuando me enteré me dio mucho miedo. 舖Apenas estoy menstruando y...舗, pero ya ni modo. Un mes después me comenzó a dar emoción, pero bien, bien, la crisis más fuerte fue a los cinco meses cuando sentí que algo se movía en la barriga que me cargaba. Me acuerdo que decía 舖qué chingados voy a hacer舗; ni siquiera la había dicho a mis padres. Tenía 17 años y nunca usé condón. Según yo conocía mi cuerpo y sabía cuáles eran mis días fértiles舡.
Mi primera relación sexual con alguien de mi mismos sexo舠Yo ya sabía qué onda con mi vida, pero no me daban ganas de hacerlo, me daba miedo. Fue en casa de una amiga. Nos encerramos en su cuarto y empezamos con un faje. Me hizo sexo oral y luego fue mi turno. Como ya estábamos encarreradas se nos olvidó el miedo a ser descubiertas. Fue bastante rápido, pero bien chingón舡.
Mi primer beso con alguien de mi mismo sexo. La posibilidad de besar a otro hombre me producía una sensación doble, por un lado sentía asco tan sólo de pensarlo, pero por otro, cuando pensaba en un amigo que me gusta mucho, me emocionaba y hasta excitaba. Cuando por fin sucedió, me atravesaban oleadas de calor y frío, creía que era el hombre de mi vida, del asco ni me acordé. Fue importante porque se me acabaron las dudas. Aunque ya sabía que le bateaba medio chueco, ahí supe que no había de otra, era y soy gay.
Mi primera chaqueta舠En las pláticas de la iglesia nos decían que masturbarse era frotarse hasta derramar semen y que era un pecado. Tenía doce años y, ya sabes, se me paraba a cada rato y me daba una sensación rara. Bueno, de deseo, ahora lo sé. Como me daba mucho miedo pecar, me frotaba sólo un poco; si no eyaculaba no había pecado, ¿no? Pero un día seguí frotando, pensando que podría detenerme a tiempo. Por supuesto, no lo logré, y supe que ni pecado ni nada, fue un escalofrío tremendo y una sacudida en la cabeza: la sensación más a toda madre que pudiera imaginar. De ahí pa舗l real con la chaqueta舡.
Mi primera relación sexual con alguien del sexo opuesto舠La fui a dejar a su casa después de una fiesta. No había nadie y me invitó a entrar. Yo ya me imaginaba que iba a pasar, pero sí me puse bien nervioso. Además, apenas había encontrado por dónde 舑fue difícil atinarle- cuando mis compas empezaron a tocar el claxon para que me apurara. Fue todo muy rápido. No es que no me haya gustado, pero esperaba algo más intenso. Pero sirvió muy bien para presumir con la banda舡.
Mi primera relación sexual placentera舠Ahí depende de cada quien, una amiga dice que por su manera de besar sabes si el chavo es bueno en la cama o no. Yo no doy para tanta perspicacia. Necesito tiempo y conocer más a fondo a mi chavo para agarrar confianza y hacer lo que sé que me gusta y me va a hacer disfrutar. Para saber eso necesité borrarme la culpa. De por sí tenía veintitrés cuando lo hice la primera vez; creo que como dos años después comencé a disfrutarlo así, como se debe舡.
Mi primer orgasmo舠La primera vez me pasó de noche, entre que me dolió un montón y mi novio era bastante güey, no sentí nada, ni ganas de volverlo a hacer nunca. Pero a la siguiente semana ahí estaba otra vez. Ya no estuvo tan mal, fue tierno, pero de orgasmos nada. Hasta dos o tres meses después, cuando me dejé de vergüenzas y me animé a decirle dónde tenía que tocarme para hacerme sentir más, conseguí un orgasmo. Nada más uno y eso porque me hizo sexo oral. Pero ya estamos practicando para que puedan ser varios cada vez舡.

Mi primer condón舠En primero de secundaria un amigo llevó un condón, de esos que dan en el Seguro, lo sacamos de la envoltura y se sentía grasoso. Alguien dijo que ya estaba usado, pero otro chavo le dio un zape y le dijo que era el lubricante. Luego de mirarlo como embobados lo llenamos de agua y lo aventamos desde el segundo piso de la escuela. Ya más grandecito, cuando pensé que se iba a armar la primera vez con mi vieja, fui a la farmacia a comprar un paquete. Me quedé mirando el anaquel como quince minutos antes de decidirme. Respiré hondo y traté de engrosar la voz, como para que no se me notara que estaba chavo, pero se me salió un pinche gallo a la hora de pronunciar la palabra 舖condón舗. Me puse rojo como jitomate pero ni modo, ya estaba ahí. A la señora como que le dio risa, pero no me dijo nada, ni cuando le di las monedas empapadas por el sudor de mis manos. A la mera hora mi novia ya no quiso, pero a la siguiente cuando sí la convencí, ya estaba armado舡.
Tomado de: http://www.jornada.unam.mx/2005/10/06/ls-jovenes.html

sábado, 10 de octubre de 2009

DE TELENOVELA...

La telenovela como una narración melodramática tiene una tradición que le permite defender su lugar legítimo como representación de la realidad y naturalización de imaginarios, ya que no solamente han dotado de pertenencias a un buen número de espectadores, sino que ha reforzado con religiosidad, los esquemas de género.
La iterativa historia de cenicienta: mujer pobre y bella, virtuosa y abnegada, cuyo pasado oculta un futuro mejor previo pago de un pejae de lágrimas y desencuentros con el héroe: guapo, rico y con poco o nulo juego actancial dentro del relato, a quien al menos dos mujeres quieren retener, y ello lo obligan a dejarse querer por ambas, mientras el guionista se decide a poner fin a tanta desazón (el galán tampoco tiene capacidad de elegir su siguiente paso; es un hombre condicionado por las acciones de las mujeres más que por el libreto).
En las telenovelas más audaces, digamos, aquellas que tratan de saltar el esquema clásico y mostrar la historia desde otros ángulos, el guión se sitúa en otros contexto más actuales haciéndonos creer que el relato es posmoderno aunque no se modifca jamás, la estructura: la buena, la mala y el galán. De manera que la ilusión de modernidad del relato telenovelero es sólo ficción. Y no discutiré hasta qué punto estas narrativas estarían obligadas a dar cuenta del contexto en el cual surgen, se transmiten y la recepción de la que gozan.
Solamente pregunto, y lo dejo como tarea ociosa: en la telenovela ¿el subalterno puedo hablar? Yo considero que no, que no lo hace en tanto que no es consciente de la representación que hace de sí mismo (la clichetización de los personajes tipo que adornan a la sociedad). El personaje (ninguno) no se cuestiona su ser y su hacer. Al contrario, asume sin chistar el parlamento mal aprendido; repite, reproduce, y da carta de naturalización a formas de subordinación (y marginación) que lo sujetan y lo mantienen colonizado frente a la voz que se erige como normadora y tiránica, en aras de mostrar una representación (fiel) de la realidad que ficcionaliza (aun cuando esto parezca un pleonasmo).
Recuérdese cualquier telenovela que se haya anunciado como innovadora de algún elemento de su estructura: diálogos más cercanos al habla de la gente, actitudes de los personajes que uno puede reconocer en la calle, formas de hacer que resulten más próximas al común de los sujetos, etcétera. Aun en esa innovación, hay una naturalización de los roles de género, legitimización de los imaginarios de las personas y en muchos casos, prácticas de microviolencia dadas en el lenguaje mismo, sea por realización de lo dicho o por omisión.
Considero que por muy 'rompedora' que pretenda ser una telenovela, no consigue dar voz al sujeto subalterno como tampoco logra (desde luego, no creo que esa sea su aspiración, conformarse como un discurso liberador) romper la historia amorosa triangular, así planteara la historia romántica entre dos mujeres lesbianas y un varón heterosexual; una mujer heterosexual y una lesbiana y un hombre bisexual; dos varones gays y una mujer no gay entre otras combinaciones. En la vida real, pocas son las personas que viven una realidad tan triangulada. En todo caso, lo que si sigue siendo el discurso melodrámatico es una fábrica de fantasías y sueños que cuando se hacen realidad, son monstruos. Si no, pregúntele a cualquier participante-víctima de algún reality show.

martes, 6 de octubre de 2009

¿SOY YO SOLO?

¿Soy yo solo? me pregunto con insistencia, con esa necedad que surge, a veces, de mi preocupación vital. Llevo más de siete meses deambulando por la mini urbe que significa CU y no termino por localizar a la troupe gay. ¿Dónde está la pandilla gay? ¿En qué otras diversidades se encuentra camuflada la banda de FFyL?
Si bien soy de la idea de que el sujeto no tiene porque ser un espectacular ambulante anunciando su preferencia sexual ni participar de un coming out constante, no deja de sorprenderme la invisibilidad de los sujetos lesbianos y gays. ¿Dónde se encuentran? ¿Bajo qué disfraz se esconde su condición no heterosexual? ¿Acaso se ha logrado la asimilación de la sexo diversidad que son ya parte de una masa homogénea? ¿O es tal la homofobia institucional que a su vez se ha incardinado ya en el cuerpo de los varones y de las mujeres con prácticas homoeróticas? ¿Dónde quedó el 'orgullo' LGBTTT? ¿Existe algo de que sentirse orgulloso? ¿Soy yo ciego?
Camino por los pasillos con mis antenas bien puestas y los ojos bien abiertos en mitad de las multitudes Queer y nada. Es verdad que la performatividad butleriana acá cobra toda su significación, pero ello no tendría que dilucidar al varón gay en una look de posemo o de retro punk. No tendría que extraviarse la chica les en una que avanza con facha folk. Me resulta muy extraño que aquello que antes se mostraba ahora se esconde, elude u oculta.
Razones para ello sobran, pero se supone que la UNAM es una comunidad open mind. Se supone. Seguro basta con mirar un poco y descubriremos que acá también, como en muchos otros espacios, existe una intolerancia manifiesta, frontal, cruel contra todo aquello que no se rija bajo los parámetros de la heteronormatividad o de aquello que se ha dado en llamar la normalidad.
En tanto, como una forma de resistencia, desde mi rareza seguiré avanzando sin esconder la naturaleza de mi deseo.