miércoles, 30 de junio de 2010

UN DÍA CUALQUIERA...

Nada hemos vivido por primera vez. Y sin embargo, para el protagonista del relato los hechos que asume lo hace como si fueran novedosos, tal es la condición con la que se encara la vida para hacerla digerible. Quizá ese estado de falso desconcierto sea el que facilite que uno deje la cama cada mañana y emprenda la aventura con todo y su tufo rutinario. A veces, no obstante, ocurren, digamóslo así, milagros.
Sucede que un día en algún momento de la jornada un hombre descubre cuál es su lugar y el tiempo en un momento de la trama; lejos quizá del protagonismo que deseaba o eludía, y se haya más cercano a un rol secundario que lo catapulta al centro del relato. Ese personaje rechaza vivir con la heroína, salvarla, sorterar obstáculos para llegar a ella. Es más, lo que desea es borrarla del cuento. O salirse él mismo por algún punto y a parte de un párrafo mal estructurado. Todo con tal de huir también de la mala del cuento, una bruja sofisticada que domina lenguas y triunfa en aparadores académicos y demás tours culturales.
A veces, el foco está en la periferia y ahí es donde se debe estar para continuar con la lógica del relato. Es en las orillas donde el sujeto se juega su presencia narrativa y no en el centro endémico, laureado, celebrity por el que muchas y muchos apuestan.
Ahora tengo claro lo que quiero. Y está lejos del centro de poder donde he servido de papelera para las frustraciones de la lucha feminista. ¿Es acaso mi culpa haber nacido hombre? En todo caso, yo solo me he colocado en el blanco al querer defender la causa de aquellas y aquellos que han querido combatir la tiranía patriarcal. ¿Qué me ha quedado de ello? Mucho sin duda. Pero también el haber servido de blanco de las frustaciones de mujeres que no han sabido asumir ni siquiera esa materialidad. El feminismo como el orgullo LGBT (y las demás 'tes' que se le agreguen) están en decadencia.
Y lo están no por que la reivindicación ya no exista sino porque han perdido el objetivo y han desviado la lucha a intereses más banales, pomposos y quizá hasta más redituables en términos económicos o de poder. Es normal preferir el lugar común que casi siempre es también el del centro, el que está justo debajo del reflector y dejar fuera el espíritu autocrítico que sancionaría tal actitud.
No escribo desde la herida que hace tiempo mudó en cicatriz. Lo hago desde el redescubrimiento de mi subjetividad y de las acciones que quiero hacer, de los lugares que quiero habitar, de los tiempos que deseo corran por mi cuerpo. Sin agenda externa, sin cargar con las furias ajenas que pretenden imponerme, con otra hoja de ruta más próxima a las causas que quiero. No es que nada me importe, es que me importa todo, pero de otra manera.

sábado, 26 de junio de 2010

FINAL DE CAMPAÑA

Me asfixia la mierda roja sublimada que debo respirar cada día, magnificada ahora por las campañas políticas, los candidatos, sobre todo. Dinero invertido en una fiesta de disfraces de la que sacan provecho muy pocos y pocas. Que en el consumo de carroña el asunto es buffet y/o 2 por 1.
El (otrora liberal) estado de Veracruz, enrojecido desde hace 5 años (lo último en caer bajo el peso de la 'rojez' son los mercados municipales en Xalapa) sufre desde meses recientes los embates de una guerra puerca donde contrincantes y víctimas (que eso somos quienes habitamos esta jurisdicción) se dan con todo (la bajeza es su modus operandi) a costa del erario público. Y tan campantes todos y todas.

Estamos viviendo el cierre de campañas, y la capital del estado, tiene el centro de la ciudad cerrado desde la media tarde del viernes (y así seguirá hasta la tarde del domingo) para que pueda llevarse a cabo el show de los candidatos priistas. Más fácil y cómodo, no se la puede poner el Stalin tropical a su Rasputín advenedizo.

La mañana de este sábado (26) el lugar estaba abarrotado de mujeres y hombres, niñas y niños ataviados con playeras, sombrillas, gorras y demás souvenirs color rojo. La prepotencia de los herederos de la guardia pretoriana molesta más que asustar con sus poses intimidantes y su cenutriez desbordada. Decenas de jóvenes que han sido hipnotizados por la Gran Mancha Roja y que ofrecen sus vidas (juventud, energía, inmadurez) al servicio del tirano.

No existe la misma ventaja para los demás candidatos, que es lo que en un estado democrático debería primar. Acá hemos caído bajo el peso denso de la marea roja y pocos y pocas se resisten a esta crueldad de vivir atrapados en un círculo rojo que asfixia y que se nos ha dicho, es gobernar con y para el pueblo. Me faltan interlocutores críticos con quienes debatir y llevar a cabo un plan de contraofensiva para resistir tanta mierda convertida en publicidad rouge.

Xalapa está tapizada de pendones rojos con el rostro o el cuerpo entero de los candidatos oficiales (delfines, tiburones y sirenas, amén de un capitán) que usan y abusan de la maquinaria del poder para aplastar no se diga ya, a los contrincantes políticos sino a la población en general: trenecitos con música reventando los tímpanos de los transeúntes, duartemozas y yunesmozos colocando mantas en los cruceros de las avenidas, bicicleteros y autos portando las caras de los candidatos, la guerra sucia conviviendo con la basura del lugar. En fin, un caos de ruido y contaminación visual que no terminará, desafortunadamente, con el fin de las campañas.

Lo que nos aguarda es una subida de impuestos y más precios altos para intentar sanear las arcas que la estupidez está dejando vacías en un tiempo que debería invitar al ahorro. Pero qué va, en un estado donde sobra humor, picardía, ignorancia, hambre de éxito fácil, ahorrar implicaría el colapso de las pocas neuronas que a algunos y algunas poseen, quizá por error.

miércoles, 16 de junio de 2010

QUEER POR DERECHO PROPIO

Soy Queer por derecho propio. Una propiedad que me arrogo para describirme frente al cúmulo de nominaciones en las que no me siento a gusto y en las que nunca me hallé inscrito, reflejado o correspondido. Queer es para mí una manera de plantarme en la realidad y desde ahí combatir: vivir es una guerra.

Hurgo en la memoria y me recuerdo siendo señalado como alguien raro. Medio raro, para más inri. Un sujeto que bien podía caber en un cajón pero también quedar fuera del mismo, considerado o excluido, presente o lejano. Y sin embargo, en el rechazo manifiesto había una atracción velada (o en el disimulado rechazo había una atracción asumida) que impedía no ser referido. El triunfo del ego pasa por la abyección. También el del cuerpo.

Y pronto aprendí el juego dialéctico de la ausencia-presencia que me enseñó a vivir en el borde, en la frontera, en un estado fantasmático que lo mismo podía seducir que causar horror. Asco. Atracción y repulsión fueron actos encarnecidos que dieron forma al cuerpo que soy. La subjetividad vendría después, justo de la mano con el reconocimiento del límite. Hasta entonces había creído que la condición de fantasma me permitía burlar los perímetros para alzarme sobre ellos. No fue así. Pero el dolor no me enseñó a ser humilde.

En la condición de paria me inoculé contra el servilismo disfrazado de buenas costumbres, que so pretexto de educar al sujeto, lo reprime para normalizarlo y hasta adecuarlo a formas de acción conservadora que no desestabilicen el establishment. De este modo se perpetúa la inacción del sujeto para su correcta conducción social, sexual, cognitiva, biológica, lúdica y otras.

El sujeto Queer pugna por la desrepresalización del cuerpo y la liberación de sus pulsiones. Desafía las coordenadas en las que es colocado y se manifiesta abierto a otras maneras de vivir la existencia. Reconoce la plasticidad del deseo, la construcción social homogénea de distintas variables como el género, la clase, la sexualidad, la nacionalidad y demás componentes constituyentes de la subjetividad, así en el cielo como en la Tierra.

Me defino Queer por derecho propio: cualquier otra forma de vida, sencillamente, no me interesa.

sábado, 12 de junio de 2010

CARA SUCIA









En temporada de incertidumbres lo que menos se requiere son (más) mentiras que enturbien la atmósfera. Y son precisamente mentiras lo que las candidatas y los candidatos a algún puesto público ofrecen a raudales al electorado veracruzano. Basta con mirarles la cara en esas fotografías photoshopeadas para darse cuenta de que la realidad, está justo detrás de su sonrisa impostada.
Uno observa la imagen más reproducida de Duarte con fondo, marco y centro rojo y lo que mira es al conductor de un talk show diciendo: la ganadora... la ganadora eres tú... eres tú ¡Cenicienta! y su dedo flamígero coloca en el centro a la susodicha. Mientras agrega: vamos hacia adelante. Ignoro desde dónde enuncia el sujeto, pero desde donde yo miro, 'hacia adelante' es el precipicio... Y ni para cerrar los ojos.
Otro ejemplito de que la mentira es moneda común en estas campañas ineptas es el caso de la candidata a alcalda de la capital: en un primer momento su look era lo más próximo a una drag king; pero como tanta gala de masculinidad podría asustar a su electorado de clase popular, mandó traer al hada roja y la convirtió en to-da-u-na-da-ma del buen vestir. La nueva imagen proyecta a una mujer más fememina que la Barbie y siempre rodeada de mujeres, ancianos y demás población considerada 'vulnerable' que ella, la nueva mujer maravilla, salvará cuando sea la mandamás de Xalapa. Los ejemplos de estafa se repiten en cada candidato y candidata.
Yo pienso que si alguien no es capaz de mostrarse al electorado tal como es, sin maquillaje (literal en el caso de muchos) ni poses ni sonrisas impostadas, no es digno de confianza. Quien disfraza el cuerpo, mañana falseará las acciones de su gobierno. Habría preferido candidatos sin glamour (que no es que estos lo tengan) pero con más honestidad para plantarse ante el pueblo por el que juran trabajarán... una cosa es que el género sea performatividad y otra que éstas y éstos quieran verme la cara de pendejo. No se vale.




jueves, 10 de junio de 2010

BIENAVENTURADOS LOS ILUSOS...

Escribo para conjurar la urticaria colectiva que asuela a la ciudad, que en el caso de Xalapa es doble. Hace unos días la delicuencia muy bien organizada mató a un 'conocido empresario' (por la cual la sociedad xalapeña está indignada) y a su esposa (hija de mujer famosa que ha mamado todas las ubres del Estado sin apenas decir esta boca es mía). Como yo no me he dolido por ninguna de ambas muertes no soy xalapeño ni humano. Lo cual, por supuesto, no me preocupa.
Considero que la muerte de un sujeto no puede ser relevante ni dolida sólo porque pertenecía a cierta clase, cuando diario caen muertos en Veracruz (y en el resto del país) sin que se haga tanta faramalla, cuando en realidad, lo que caen son cuerpos marcados. Y como soy equitativo, o me duelo por todos o por ninguno; en este caso, manifiesto mi repudido a la hipocresía (se les da requetebien) con la que los xalapeños se han mostrado ahora. No vi a ninguna señora de clase ni a ningún empresario mostrar su desacuerdo por la muerte de Ernestina, la mujer indígena violada por militares en Zongolica... la culpa sin duda, fue de la señora por no aparecer en la portada de Xalapeñísima, la revista (cutre) local que aspira a ser Hola (e incluso superarla).
La otra razón para querer cambiar de planeta es que la emoción por el mundial cala hondo la sensibilidad de la gente y la torna excretable. Que se exciten por un partido, casi lo entiendo (que soy medio neardental y no sé de esas pasiones), pero que repitan convencidos (y algunas convencidas) que el equipo nacional -¡Crista!- ganará (un partido, el Mundial o no sé qué), me parece un pronóstico más obtuso como asegurar que se ganará la guerra contra la minoría ridícula. ¿O será que el intruso de los pinos filtró el pronóstico? Véase cómo la estupidez hace escuela.
Hay que ser bastante idiota, estar muy pacheco o ser irreversiblemente pendejo, para dar pie a la ilusión de que la selección ganará. Si no pudo imponerse con decencia en los denominados partidos amistosos, de calentamiento, de a 'mentiritas' o como se llamen, ¿por qué diablos va a ganar en el partido inaugural? ¿Se estaban reservando para ese momento? ¿Acaso se están preparando 'haciendo sandwich' para el prime time?
Pobrecitos y pobrecitas de quienes a falta de ilusiones acarician delirios; ante la necedad sólo me resta silencio, alejamiento, retirada. Me resulta imposible soñar con los ojos abiertos y los pies anclados en la tierra. Tal vez exista en mí una dosis de envidia hacia esa actitud ingenua que invade a bastantes. ¡Bienaventurados los ilusos, porque de ellos es el reino del rating (y de la pobreza extrema, de la cenutriez, del conformismo, del 'ya merito')!
Yo cerraré los ojos para no mirar cómo se hace añicos el sueño de los mexicanitos y de las mexicanitas ilusos que esperan que su selección gane este viernes: hay guerras que no se ganan jamás. Pero también es verdad, que existen necrólogos ideológicos que van evangelizando con sus teorías fallidas y triunfan. Por si acaso, a mí despiérteneme, cuando pase el temblor.

lunes, 7 de junio de 2010

POR EL DERECHO A NO ELEGIR

Si existen momentos para manifestarse irresponsable, éste será el 4 de julio, día de elecciones en Veracruz. No solamente estoy cansado de votar por candidatos que jamás ganan (ni el registro del partido), de anular votos, de ser (des)gobernado por sujetos por quienes no experimento la menor simpatía (lo que no significa tampoco que los desprecie, ello me representaría un gasto inútil de energía y de inteligencia).
Pero esta vez, las campañas lindan no sólo en lo ridículo sino en lo patológico, en lo irreversiblemente idiota. Amén de que ningún candidato o candidata ofrece una sola propuesta coherente (las ofertas van desde seguridad total hasta la creación de empleos para combatir la pobreza, ¿qué de nuevo hay en este discursito?) me hartan sus fotografías fotoshopeadas en las que los y las susodich@s aparecen enmarcados por campesinos, mujeres indígenas y niños, sobre todo niñas y niños, que son el paisaje que prefiere el pederástico arribista candidado del pan (minúscula obligatoria). Una vez pasado el ejercicio electoral, a ver quién vuelve a mirar a estos tipos y tipas dándose 'baños de pueblo': si te vi, no te conozco. Insisto, nada nuevo.
Resulta ofensivo, para mi inteligencia, of course, presenciar este tipo de campañas anacrónicas para un electorado ignorante, indiferente, incapacitado (la más de las veces) para discernir entre una propuesta y otra. Mansos borregos que marchan hacia el abismo de la box lunch, la playerita, la sombrilla y la gorra. Ciudadanos mediocres hechos a la medida de la programación de las televisoras.
Por eso en esta ocasión no solamente no contemplo ir a anular mi voto, es que no me tomaré la molestia de acercarme a la casilla. No votaré y me enorgullezco de ello, de alguna manera debo contemporizar con los mexicanitos y las mexicanitas que celebran orgullos@s doscientos años de ser libres. ¡Pobres pendej@s!

jueves, 3 de junio de 2010

CUERPO QUEER

La enfermedad es un privilegio que no pasa por mi cuerpo. Basta que se reflexione un momento para darse cuenta que la queja es un honor que no todos o todas pueden vivir. Bienaventurados aquellos que al primer ay tienen a su alrededor un coro de cuidadores dispuestos a servir, atender, velar su malestar. Dichosas aquellas que cuentan con una cama de hospital, medicinas y una asistencia médica, pues aun la más raquítica o mísera atención supone ya un presencia próxima.

Jodidos quienes no pueden aspirar a esa prerrogativa, que son muchas y muchos: el indígena que cuando cae enfermo debe levantarse ipso facto porque no hay quien se ocupe de él ni dinero ni tiempo para reposar. El desempleado que no tiene ninguna ayuda médica. O quienes por su condición de siervos (los hay en pleno 2010) no deben levantar su voz para quejarse. Insisto, el ay es un placer burgués y por lo tanto, restringido (exquisito). ¿O cuándo se ha visto que la atención se ofrece al mayoreo?

La enfermedad recuerda al cuerpo su condición de materia, perimetrado, objeto y sujetado. Su vulnerabilidad más manifiesta y su dependencia más atroz. El cuerpo enfermo es un estorbo cuando carece de los medios y/o recursos para procurarse la atención requerida o un objeto de culto (idolatría económica) cuando su malestar está suspendido en un pedestal de bienes y efectivos que pueden brindarle los cuidados necesarios para su vuelta a la salud. La enfermedad, pues, remite al cuerpo su condición de paria o de ciudadano, de inmigrante o de derechohabiente, de indígena o de clasemediero, de marginado o de adaptado social, de gente de bien o de malhechor.

Desde esta perspectiva, la enfermedad se torna en un privilegio y por lo tanto en una restricción para los cuerpos. Enferman lo sujetos solventes, el resto es solamente quejica que finge lo que no puede ser para obtener alguna ventaja o recompensa, desde luego, que no merece. Enfermar es también una estrategia de mercado (económico, social, sexual, cultural) que coloca a los cuerpos en su (in)justa dimensión: en el paraíso de las atenciones o en la exclusión irreversible, pasando por paliativos o placebos institucionales.

La enfermedad es más que la ausencia de salud, es también un estadio de prestigio o de subordinación que permite diferenciar entre cuerpos y objetos, entre quienes son y los que pretenden ser, entre los que pueden planear una enfermedad y quienes rezan para no enfermar nunca. Entre quienes pueden presumir de haber estado enfermos y quienes aseguran ignorar a qué sabe una enfermedad, entre el cuerdo y el loco, en definitiva, entre el cuerpo normal/izado y el cuerpo raro, el cuerpo Queer.