martes, 26 de octubre de 2010

DE LA INTOLERANCIA Y OTRAS VIRTUDES

Me han llamado intolerante más veces que por mi nombre. Sí, lo soy, empezando por mi intolerancia a la lactosa hasta mi declarada aversión hacia la cenutriez. ¿Debo permitir que estos males pasen por mi cuerpo a fuer de ser políticamente correcto?
He sido señalado por estar 'fuera de lugar' y obviado cuando creo estar 'adentro'. ¿Rabia? Sí. ¿Cansancio? También. Revanchismo, nunca. Llega el momento -ah, la edad- en que se es capaz de mirar hacia atrás sin nostalgia ni rencor, con una suerte de cariño propio como si se quisiera a otro, a ese otro que también nos habita.
Y sin embargo, todavía se estrellan sobre mi cuerpo dardos como éste: te odio de manera poética -sic-. ¿Cómo se responde a un odio de esta naturaleza? ¿Necesito cargar con una metáfora más sobre mi cuerpo para devenir tolerante? Porque por no asumir una declaración de este tipo se me acusa de intolerante. ¿No he tenido ya suficiente con los odios reales por los que he pasado como para verme afrentado ahora por uno metafórico? ¡Jesuqueersta! ¿Desde cuándo al subalterno se le niega -a priori- la posibilidad de la agencia?
Mi geometría da cuenta de un vivir en resistencia y no por ello declaro mi vida una agonía, sino un tiempo bien vivido. Y sin embargo, guardo en cada cicatriz -pequeños mapas de los espacios andados- una enorme esperanza en la idea de que otros mundos, son posibles. Hay que construirlos, sí.
Así va el mundo, el mío, of course, que el otro es bastante grande como para abarcarlo. En todo caso, no es mi meta.

sábado, 23 de octubre de 2010

¿TÚ QUÉ HAS HECHO POR VERACRUZ?

¿Y tú qué has hecho por Veracruz? reza un cartel cutre pegado en paredes y cristales de edificios cercanos al centro histórico de Xalapa. La pregunta no solamente es pretenciosa sino invasiva. ¿A quién le importa lo que yo he hecho por Veracruz? ¿Cuál veracruz? ¿Y si no he hecho nada qué? ¿Cuál es mi deber por Veracruz?
Seguramente la pregunta no se la hace el gobernador saliente que va harto cansado de hacer por Veracruz, ni creo que se la realice el regente electo que desde ya, ha realizado por Veracruz, más que los siete millones de habitantes del Estado. La pregunta es invasiva, absurda, necia, tiránica.
Bajo una estrategia efectista -quizá dé resultado y por eso siguen ahí, los carteles insulsos- se pretende despertar en el ciudadano (y la ciudadana) la conciencia de deber con un Estado que lo tiene todo y que necesita nada. Nada, salvo que uno se avasalle al poder rouge que sigue reinando en la entidad. Un deber que quienes tendrían que cumplirlo, bajo el argumento de "el gobierno somos todos pero cobro sólo yo", diluye su responsabilidad y endilga a quien guste, tal compromiso.
Una legislatura y una fracción de la sociedad hipócrita que se rasga las vestiduras farisaicas y clama la aprobación de un ley a favor de los animales, desplazando otras más urgentes como una que otorgue la ciudadanía plena a los indígenas, por ejemplo. No entiendo que una legislatura proanimalista cacaree que un toro merece respeto, un perro un hogar y un gato una comida justa mientras que en las calles de la ciudad -y las que ustedes miren- pululan ancianos hambrientos, infantes con harapos, personas sin hogar.
Primero mi perro, que me cuida y después el vagabundo que afea mi cuadra, parece ser el mensaje. ¿Desde cuándo un animal está en la misma línea de dignidad que una persona? Que les preocupa el maltrato animal. A mí también. Pero de ahí a primar unos derechos animales frente a unos legítimamente humanos, me hace pensar en qué he hecho por Veracruz. Pues ahí les va:
No votar por candidatos oligofrénicos. No rendir pleitesía a la zafiez. No hacer bandera con causas injustas y sobre todo, seguir denunciando que lo que acá se vive no es una democracia sino una desfachatez en la que el feo es rey y el tonto, pajecito. La bonita reina y la subalterna, la misma población jodida de siempre.
¿Qué he hecho yo por Veracruz? Este blog para seguir respirando el aire enrojecido de la ciudad.

viernes, 8 de octubre de 2010

REIVINDICACIÓN DEL 'NO'

Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol, dice el vate bíblico. Efectivamente, lo que empieza está condenado a concluir, así sea la presunta eternidad que algunos ilusos reclaman para su dios. Amén. Así también concluye mi paciencia y mi tolerancia hacia ciertas prácticas que pasando por caritativas o de buena voluntad son fraudulentas y perniciosas por decir lo menos.

Es tiempo de reivindicar el derecho a decir no y a que tal expresión sea respetada y no vilipendiada. No y punto. No al juego sucio de gobernantes corruptos o mediocres –en algunos coinciden ambos adjetivos – que en nombre de la solidaridad, la patria y demás narrativas amañadas reclaman que sea la sociedad quien resuelva las problemáticas que su incapacidad no consigue. Si no pueden que se vayan todas y todos.

No pido un Estado asistencialista o tutelar sino uno efectivo. Si un gobierno es rebasado por circunstancias previsibles no es mala suerte sino ineptitud. A ponerle nombre a las cosas y no metáforas. No más atención a discursos descontextualizados que se enuncian desde un lugar inexistente (o que existe en la mente de quien lo emite) y que ignoran al receptor y sus consecuencias.
No más artimañas vertidas desde la televisión y reproducidas por ciertas estructuras amañadas cuyos fines no pueden ser la liberación de la voluntad de los sujetos que los consumen: no al teletón, no al boteo, no al redondeo, no al juguetón, no a la estupidez que se presente bajo formas de cooperación fraudulenta.

Basta de mentiras dichas como si fueran verdades y convertidas en palabra de dios o de reina, que da igual por sus efectos nocivos sobre los cuerpos de quienes las creen. No al ‘hoy por mí, mañana por ti’, que ya te chingaste. No al ‘unidos por nuestros hermanos de aquí y de allá’, no al ‘espíritu solidario ni cristiano’ ni ni madres. ¿Cuándo asumirá cada mexica sus responsabilidades?

No al programa ‘bécalos’ (¿qué hace la SEP con el presupuesto que se le asigna para que cumpla ciertas necesidades?). No al fuero de senadores y diputados. No al veto presidencial. No al ‘fulano es un peligro para México’. Lo verdaderamente dañino para este paisito es haber dicho tantas veces sí a quienes no lo merecían.

No a la inocencia como virtud que deviene en pendejismo. No a la manipulación institucional. No a acciones absurdas de un desgobierno desesperado. No, no, no. Basta de chingar a quienes sí trabajamos día sí y día también para intentar mantener un pie un país que tanto pinche sí mediocre, insiste en derrumbar. ¿A qué no?