sábado, 14 de agosto de 2010

¿CÓMO SE CONSTRUYE UN CUERPO?



Miro la imagen y me siento parte de la fotografía: empalagoso atractivo del abismo. Las púas del alambre conteniendo el cuerpo que de otra manera desbordaría su perímetro. De este modo, el cuerpo sujetado manifiesta su existencia: presencia incómoda, resistencia artística. Instante fijado con acero punzante. El cuerpo quieto hasta que el soporto dure.

Recuerdo ahora los cuerpos fantasmáticos de unas mujeres y hombres aspirantes a modelos. La construcción del cuerpo a la medida del deseo de la masa vouyerista y consumidora de espejismos. Ahí avanzaban ellas en la fashion-pista de despegue, cual vacas espinadas, mientras ellos andaban con ese desparpajo del macho que avanza de la sala al refrigerador por una cerveza. Ambos, persiguiendo el sueño de ser inmortalizados en la página de la revista sobre modas. El cuerpo a merced de los mercados financieros, de la carne, del deseo, por citar algunos.

Ambos ante la mirada sancionadora (ora lujuriosa, ora despectiva) de los otros. Expuestos así, como objetos de culto o de rechazo, tanto ellas como ellos estaban reducidos a un cuerpo-objeto no únicamente de deseo sino de basurización. Un puñado de seres residuales con estatus de chic –durante el tiempo que permaneciera encendido el flash- a quienes algunos con poder (criterios de marketing, moda, dinero) tasaban de mayor a menor su grado de belleza.

¿Qué mueve a un sujeto a aspirar a ser visto, admirado, envidiado por una masa eufórica? Sin duda muchas razones válidas reflexionadas o no, otras más susceptibles de ser criticadas u objetadas y unas cuantas más para mantener el orden económico financiero que mueve y sostiene a las sociedades del siglo veintiuno. El sujeto reducido a cifra (estadística, planeación, inversión, pérdida) no posee más valor que el que intrínsecamente fugaz le otorga el mercado. Demasiado barato, ¡qué pena!

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