sábado, 14 de agosto de 2010

EL CUERPO SANO COMO ENFERMEDAD

La patologización de las prácticas de vida sana han caído en una espiral de desprestigio, de tal modo que lo más común ahora es señalar y hacer mofa del sujeto que apuesta por un vaso de agua natural, que por quien se empina un trago de licor de dudosa procedencia; lo primero se considera ridículo, lo segundo, valiente, según los significados de quienes confunden osadía con estupidez.
Resulta más sencillo acusar de extraño a quien apuesta por una vida con cierto orden que llamar a la mesura a quien vive en el exceso. Tal es la condición posmoderna (adjetivo comodín a la alza) de muchos sujetos, que han hecho del caos su habitación favorita. Basta con mirar alrededor de uno (aunque a veces el enemigo está sentado junto o frente a usted) cuando se está ocupando una mesa en un restaurante. Si usted se ordena un platillo bajo en grasas, lo solicita sin sal o dice no a la azúcar, no falta quién le pregunte (con horror) si está enfermo. Y tras el comentario, la oleda de sugerencias para abandonar pronto ese estado de infortunio. Con ello se da por sentado, que lo normal es atascarse de grasas, azúcares y sodio.
Si se elige vino en lugar de soda, usted entra en la categoría de enfermos de dolencias cardiacas. Si pasa de las grasas, se interpreta que está a dieta y eso, sólo le ocurre a quienes están mal de algo. Si prefiere un sitio donde no exista música a volumen alto, usted está neurótico: lo de hoy es la música estruendosa enosordeciendo gente, algo que la mayoría no percibe (Habla más fuerte que no te escucho, dicen los zafios cuando uno se dirige a ellos con una modulación de voz moderada). Si elige no fumar, es señalado de traidor por patologizar una costumbre que no hace daño a nadie, tal es la zafiez de bastantes.
Si opta por utilizar escaleras en lugar de usar el elevador o caminar en vez de utilizar el auto, se está enfermo del cerebro, quién en su sano juicio renuncia a esas comodidades. Lo de hoy es acusar de enfermo a quien apuesta por otras formas de convivencia. La sinrazón es el metro con el cual se mide lo que en otro tiempo era de sentido común. Ser un sujeto patológico es lo normal, lo chic, lo imitable en estos días y todo aquél que se resista a formar parte del show está enfermo, loco o no existe.

2 comentarios:

r3klcitr@nt3 dijo...

bueno, bueno...
la relación que actualmente se promueve de las personas con su cuerpo, recibe suficiente apoyo mediático, así como de grupos vegetarianos, naturistas, etc., impiden, creo, asimilar esta tendencia con otras formas alternativas de vida.
no quiero decir que no haya nexos. pero creo que, antes de aventurar una interpretación de los discursos que se forman acerca de la salud, hay que evaluar cabalmente el lugar que la palabra "salud" ocupa en relación a otras como "cuerpo", "individuo", "deseable", "normal", entre otras.
no se trata, diría yo, de decantarnos por la defensa de una identidad tan sólo porque se trata de una de las que hemos decidido adoptar. hace falta preguntarse los motivos y los efectos de la emergencia de la "salud" como un nuevo valor; oponerla a la emergencia de otros nuevos valores, v.g. el de "diversión" (de origen y espíritu--que diría hegel--completamente gringo--y perdón si en esos términos parece haber contradicción--).
no crees mi estimado queercardito?

e, dit "le mage".

r3klcitr@nt3 dijo...

por cierto, te invito, si gustas, a darte una vuelta por:

http://reklcitrantes.blogspot.com/

un abrazo,

e.