jueves, 2 de septiembre de 2010

MENTIRAS A RAUDALES, CRÍTICAS A CUENTAGOTAS

“Este es el mejor año del presidente Calderón. La economía está creciendo; se están generando cientos de miles de empleos; la calificación de deuda soberana está sólida; los turistas internacionales están de regreso; la inversión extranjera directa es similar a los niveles anteriores a la crisis; el ahorro en las Afore está en niveles récord; la inflación está bajo control; el Banco de México fue dejado en mejores manos.

Quien no quiera ver la realidad es que tiene su agenda política privada. Ya hasta Carlos Slim dio un espaldarazo al Presidente, al afirmar antier que la inversión en el país no está en riesgo a pesar de la violencia generada por la lucha anticrimen. Mejor vocero no pudo tener Calderón en la semana de su cuarto Informe”, menciona en su columna Cubículo estratégico Carlos Mota (Véase Milenio http://impreso.milenio.com/node/8825585).

Mejor año ¿para quién?, ¿por qué? A medida que uno lee el texto constata que quien encomia el ¿trabajo? del inquilino de Los Pinos lo hace desde una posición si no cómoda, sí lo bastante parecido a ella. Porque en ningún momento hace énfasis en ‘la otra realidad’ de este país jodido que no está para loas ni para festejos de bi/centenario ni para nada que no sea para exigir justicia y seguir esperándola sentado frente a la TV, la mayoría de los casos.

¿Para qué sirven las cifras ‘perfectas’ de la macroeconomía cuando la población se desenvuelve –como puede- en el nivel de lo micro, de lo tangible, de la inmediatez? No basta con afirmar que las cosas marchan bien en este paisito sólo porque las cifras absolutas cuadran. Que una casa no se caiga no significa que está convenientemente cimentada. Hay que recordar que las condiciones reales (cotidianas pues) de vida de millones de mexicas son aún peores a las que ya se tenían cuando empezó el tsunami de crisis mundiales. Pensar lo contrario, no significa que uno “tenga su agenda política privada” sino sensatez (pudor, sería demasiado).

Si algo habría que agradecer a Calderón es que en dos años más estará diciendo adiós a la locura en la que metió al País al emprender su guerra contra el narco (el suyo también). Y felicitarlo, sin duda, porque cerró su boca ante situaciones cotidianas que no ve o no entiende o ni mira ni comprende (mira por dónde, que también resultó ser nini).

Más que espaldarazos al señor, hace falta una mirada crítica que no tema denunciar la realidad que padecemos cotidianamente millones de habitantes de esta país, que si no se cae no es por voluntad divina sino porque somos más los que sí trabajamos para que así ocurra, lejos de quienes viven del presupuesto y otras prebendas y con ello, ajenos al día a día del resto de la población. Definitivamente este no es el año de Calderón, aunque él se lo crea; el suyo será y sin duda ocurrirá, cuando se largue lejos del cargo que ocupa (¿usurpa?).

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