martes, 6 de noviembre de 2007

TELEVISA Y TV AZTECA:¿HERMANAS? SI NO TIENEN MADRE


He referido a ustedes, mis millones de lectores, sobre las situaciones que a diario debo encarar como un antihéroe en un tiempo donde caballero, dama y castillos ya no existen o están próximos a desaparecer. Vivo rodeado de absurdos que cada día aumentan, como si se multiplicaran en progresión geométrica; paso de la desazón que me causan aquellos en quienes un día confié a la indignación que me producen los medios de comunicación. Y a propósito de estos últimos ¿hasta dónde llegará su desmesurada hipocresía? ¿Su voracidad probada al manifestar, una vez más, su insensibilidad ante situaciones de emergencia? Esto viene a colación, porque me bastó mirar la tele un par de minutos el pasado fin de semana para descubrir cómo las televisoras y sus filiales –cómplices- están aprovechando las inundaciones en Tabasco para llenar sus arcas de recursos económicos producto, of course, de la buena voluntad de algunos que acuden a donar –en especie o en efectivo- a las distintas instancias que para ello se han habilitado. ¿Se han dado cuenta de la falsedad con la que los conductores intentan persuadirnos para ayudar a nuestros hermanos de Tabasco? Es precisamente la palabra hermano la que evidencia su hipocresía. ¿Desde cuándo la gente de ese Estado es hermana nuestra? ¿Qué relación sanguínea parental nos permite vociferar tal término como si de una enunciación divina se tratara? Mienten con todos sus dientes aquellos que repiten, hasta el hartazgo -¿se darán cuenta de ello?- la dichosa palabra.


Si resulta difícil sentirse hermano de aquellos con quienes compartimos progenitores, imagínense ahora sentirse tal de alguien a quien no conocemos. Es verdad que puede existir solidaridad, comprensión, cierta empatía con personas que afrontan –como pueden- una desgracia, después de todo, son mexicanos como nosotros – ¡ay, qué cursi!- pero de ahí a pronunciar “nuestros hermanos” no sólo existe un abismo sino una burla. Lo que las televisoras quieren es embaucar al mayor número posible de donadores –así dijeron, pueden creerme- para que hagan sus donaciones –sic- en los bancos, que generosos abrieron múltiples cuentas para apoyar –vuelve la palabrita mágica- nuestros hermanos de Tabasco.
Y claro, más ingreso al banco, más tiempo aire pagado por los mismos a las televisoras y por tanto, más melodrama –falsedad pura- para que haya más donadores alimentando la ubre podrida –en dinero, of course- de los banqueros. ¿Dónde quedó la buena voluntad? ¿Acaso existió? Si la intención de ayudar fuera desinteresada –ah, iluso de mí- le darían protagonismo a instituciones que ya existen y que requieren precisamente apoyo –económico y humano- para llevar a cabo su labor benéfica, pongamos por caso la Cruz Roja e incluso el DIF. Pero como no se trata de ayudar sino de obstaculizar y en honor a la verdad, de hacer ganancia a propósito del río revuelto –y sin metáfora- urden una sarta de mentiras que avalan unos y confirman otros hasta llegar a pensar –eso creen ellos- que de verdad ha ocurrido tal buena acción.


Si de suyo la televisión me asquea –no hago distingo en mi desprecio entre una televisora y otra; me refiero a las nacionales- con el enésimo teatrito montado me corroboro en mi postura. Donen, ustedes que creen, todo lo que quieran, hagan alarde de que han cooperado, y cuando su estrellita dorada plantada en mitad de su buena conciencia les permita mirar y aplaudir la siguiente estupidez del programita de moda, olviden todo. Todo. Ah, pero antes, por favor, apaguen el televisor.

1 comentario:

David dijo...

Hola
Pues de la televisión en México, no se puede esperar mucho, y más si se ganan la vida vendiendo ilusiones y falsos sentimientos al pueblo, pero como buen círculo vicioso, no terminara hasta que uno de las dos partes (televidentes o televisoras) desidan cambiar el sentido de su difusión. Cuídate, estamos en contacto.