DÍA UNO:
Me doy cuenta de que he sido
timado: no por ti, sino por mí, puesto que obvié la evidencia y me arriesgué a
vivir la aventura… lo es toda vivencia que se corre sin guías ni brújulas, con
mínimas certezas (si las hay), a lo loco.
I
Con las manos vacías, el cuerpo
maltrecho, los ojos devenidos un puerto seco descubro que a tu lado viví una
ficción. Necesaria y hermosa, sí, pero ficción. La realidad cae lentamente
tirada por su peso.
II
Superado el shock empiezo a
acomodarme nuevamente en mi cuerpo y en mi espacio. Al saber que te ibas me
sentí expulsado de mí y de mi rutina. Ido, la cotidianidad se convirtió en extrañeza,
ajenidad, exilio. Pasadas las horas me siento mejor. Me-sien-to. Un alivio.
Habría sido insufrible quedarme solo: sin ti y estar sin mí.
III
Llueve. Me gusta que sea así. De este
modo la tarde pierde su monotonía y me concentro en otras sensaciones que no
sea la del sol abriéndome la piel. Te pienso (inevitablemente). Han llegado dos
SMS tuyos que no responderé. ¿Para qué me escribes? Sabes que cualquier cosa
dicha no tienen sentido ya…
IV
En días pasados te lamentabas
mientras contabas el tiempo que faltaba para separarnos. Yo te decía que
viviéramos sin pensar en ello para evitarnos sufrimientos innecesarios. Y luego,
sin más, te fuiste. No me diste oportunidad de prepararme para tu adiós. Tal vez
debí llorar a priori.
Viernes 5 de julio de 2013
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