DÍA DOS:
Otra vez soy un noctámbulo. Estoy
feliz de regresar a mis andariegas nocturnidades; nadie me aguarda al final de
la madrugada, no existe necesidad de dormir si no hay a quien abrazarse ni a
quien besar. Lo de yacer anudado a un cuerpo es pretérito. En tu fuga
arrastraste contigo aquello que creí que era de ambos. Ya sabrás qué hacer con
el excedente. Vacío de ti y de lo que nos pertenecía, avanzo ligero…
I
Asaltas mi madrugada como un gato
en celo: un maullido, un golpe en mi puerta y una fuga. Quizá tenga que
acostumbrarme a estos episodios sorpresivos y desconectar de cualquier evento
que me remita a tu presencia; porque evocarte es traerte ante a mí y
precisamente lo que ya no deseo…
II
Esta historia terminó cuando tú decidiste
largarte llevándote contigo los planes que teníamos en común... no me has
dejado nada; así que a partir de esa nada estoy reconstruyendo mi vida. Tú
sabrás qué hacer con la tuya... me sacaste abruptamente de tu existencia; me
has dejado afuera. Ahora, a gusto, retomo el discurrir de mis días...
III
Fui para ti un vaso de agua que
apagó tu sed. Simple. Tú para mí, un milagro primaveral en pleno otoño: la
frescura de tu piel y el furor de tu cuerpo; la luminosidad de tu sonrisa; el
Edén en pleno. Una suerte de cuerda (extra) al tic tac de un reloj que había
ralentizado su paso. Una fiesta de pájaros en un erial que gimoteaba la lluvia.
Un plus, un pilón, un bonus, la ñapa. Todo eso es ahora un recuerdo que me hace
languidecer.
Sábado 6 de julio de 2013
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