viernes, 9 de junio de 2017

Reconocimiento público, desconocimiento privado

Vivir en este país supone sobrevivir en la ambigüedad, lo paradójico, la contradicción, la bipolaridad; trabajar en la Universidad Veracruzana, muchas veces, también supone hacerlo dentro de esa contradicción.
En mayo de 2017, recibí de manos de la Rectora el “Reconocimiento por sus méritos académicos que le han merecido ser galardonados por Organismos Nacionales o Internacionales”, y de parte de la misma institución, experimenté la imposibilidad de acceder a créditos que me permitieran comprar libros durante la pasada Feria Internacional del Libro Universitario de la Universidad Veracruzana. Pero además, he tenido que penar para poder ‘actualizar’ mi usuario y contraseña institucionales.
De suerte, que la misma Universidad Veracruzana que me reconoce, me desconoce al mismo tiempo. Me otorga un diploma (que ni foto oficial extra incluyó) y me bloquea el acceso a recursos que me procuran mayores beneficios para mi formación profesional, docente, personal y desde luego, como ciudadano del mundo.
Soy un sujeto crítico que incomoda la más de las veces, porque no tengo reparos en señalar la contradicción, desde luego que esta actitud me genera sinsabores, rechazos, desacuerdos y granjea enemistades; asumo tales costes porque vivo lo más cercano al cumplimiento de las normas, pero casi siempre bordeando la ilegalidad, en tanto que acatar las reglas en este país presupone, su desobediencia o incumplimiento, de suerte que cumplirlas lo torna a uno desleal y paralegal.
Así, nacido mexica y vivido en mexicaland toda mi existencia, excepto durante mis prolongadas y constantes estancias en el extranjero (es broma, por supuesto), sigo sin entender por qué en este paisito es más redituable la irresponsabilidad que el compromiso puntual de los compromisos.
Vivir en estos tiempos es hacerlo en y desde la contradicción. Y no creo que la causa sea la posmodernidad (solamente) y la violencia de estos tiempos (nada más), ni la precariedad y vulnerabilidad acrecentadas en este siglo (sin duda, la historia de la humanidad ha sido así), sino la ir/responsabilidad humana, que incide más eficazmente en el sistema (somos parte del sistema) que el sistema (en tanto abstracción) institucional mismo.
Lo dicho, reconocer al mismo tiempo que se desconoce: Welcome a to Mexicaland.


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