Vivir en este
país supone sobrevivir en la ambigüedad, lo paradójico, la contradicción, la
bipolaridad; trabajar en la Universidad Veracruzana, muchas veces, también
supone hacerlo dentro de esa contradicción.
En mayo de 2017,
recibí de manos de la Rectora el “Reconocimiento por sus méritos académicos que
le han merecido ser galardonados por Organismos Nacionales o Internacionales”,
y de parte de la misma institución, experimenté la imposibilidad de acceder a
créditos que me permitieran comprar libros durante la pasada Feria Internacional
del Libro Universitario de la Universidad Veracruzana. Pero además, he tenido
que penar para poder ‘actualizar’ mi usuario y contraseña institucionales.
De suerte, que
la misma Universidad Veracruzana que me reconoce, me desconoce al mismo tiempo.
Me otorga un diploma (que ni foto oficial extra incluyó) y me bloquea el acceso
a recursos que me procuran mayores beneficios para mi formación profesional,
docente, personal y desde luego, como ciudadano del mundo.
Soy un sujeto
crítico que incomoda la más de las veces, porque no tengo reparos en señalar la
contradicción, desde luego que esta actitud me genera sinsabores, rechazos,
desacuerdos y granjea enemistades; asumo tales costes porque vivo lo más
cercano al cumplimiento de las normas, pero casi siempre bordeando la ilegalidad, en tanto que acatar las
reglas en este país presupone, su desobediencia o incumplimiento, de suerte que
cumplirlas lo torna a uno desleal y paralegal.
Así, nacido mexica y vivido en mexicaland toda mi existencia, excepto durante mis prolongadas y
constantes estancias en el extranjero (es broma, por supuesto), sigo sin
entender por qué en este paisito es más redituable la irresponsabilidad que el
compromiso puntual de los compromisos.
Vivir en estos
tiempos es hacerlo en y desde la contradicción. Y no creo que la causa sea la
posmodernidad (solamente) y la violencia de estos tiempos (nada más), ni la
precariedad y vulnerabilidad acrecentadas en este siglo (sin duda, la historia
de la humanidad ha sido así), sino la ir/responsabilidad humana, que incide más
eficazmente en el sistema (somos parte del sistema) que el sistema (en tanto
abstracción) institucional mismo.
Lo dicho,
reconocer al mismo tiempo que se desconoce: Welcome
a to Mexicaland.
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