sábado, 27 de septiembre de 2008

LA FANTOCHE CARIDAD CRISTIANA

a Luisana, una niña de metal (o de latón, que también suena)
Seguramente, si por error un individuo "bien pensante" lee esta entrada deseará, al final de su lectura, que un rayo justiciero me fría y me atomice el alma -si acaso tengo, argüirá-. Y esto, porque ahora vuelco mi indignación contra esa peste católica que este día ocupa los espacios públicos de la ciudad; los encuentra uno al mirar en las calles, en los cruceros de las avenidas y en los accesos a los centros comerciales; ahí está esa pandilla de enajenados sujetos -y sujetas- con una lata en mano solicitando a los transeúntes su cooperación para Cáritas, esa filial pseudo pobre de la iglesia católica. La voraz, la sin llenadera, la siempre falsa iglesia católica.
Ahí van los enajenados en su fe arrastrando el peso de sus culpas ficticias pero que ha fuerza de nombrarlas las han hecho "verdaderas" y andan detrás de unas monedas -que no serán jamás para ellos- obedeciendo a la maldad sistemática de sus pastores malolientes. ¿A qué no vemos a un cura o a un obispo mendigar unas monedas a un taxista o pedir cooperación a una familia que ingresa a un centro comercial? Nunca. Jamás veremos a esas "deidades" bajar de su pedestal de peltre y confundirse "entre los pobres". Para qué, si para eso sobra una legión de pendej@s siempre dispuestos a dar la cara -la más triste y por ello falsa- por su iglesia que ni es una ni santa ni católica ni apostólica sino ruin, cobarde, manipuladora, excluyente, hipócrita y siempre hambrienta de dinero; prostituta es la palabra que la describe mejor (con todo y que nada tengo contra quienes ejercen esta actividad con fines más legítimos).
Es sábado, Día de la Caridad y hay que "mocharse" -cooperación única reza el spot de este año- porque seguramente en algún manual de la "sucia" debe existir tal exigencia. Por eso braman contra el aborto (a más hijos, más pobres, ergo más pendejos de quienes servirse), por eso están como escarabajos estercoleros detrás de los culos adinerados. Dichosos los que aún creen que esta secta puede - y quiere- ayudar a la humanidad.
Pide dinero la muy hambreada y ni por error contempla sanear sus finanzas, reducir el suelo -salario, cuota, gratificación, estipendio- de obispos, cardenales y del travestido alemán, para apoyar con esos excedentes sus políticas en favor de los necesitados. Jamás, ellos, los elegidos, existen para mandar y ser obedecidos. ¡Falsos! ¡Fariseos! Siguen siendo sepulcros blanqueados pero ahora aromatizados con las nuevas fragancias que la globalización y la crisis financiera les aportan.
No sé ustedes, pero yo no daré ni un céntimo a esa jauría de perros hambrientos cuyo par de pecados -sí, esos delitos de lesa inteligencia- es haber nacido y creído en la existencia de un dios católico. Pero si eso les hace feliz, que se pidan dinero entre ellos, y que no jodan al resto, bastante resiste uno con saber que existen.

1 comentario:

David dijo...

Las divinidades andan en carro ultimo modelo, han dejado atrás el burro, por que es anticuado, no va con la época consumista. Me gustaría ver algunos de estos hombrecillos pidiendo en la calle, pero claro esta, jamás saldrán de su lugar santo.

Es un placer leerte Ricardo.
Un abrazo