martes, 15 de enero de 2008

SOMOS VULNERABLES...ESTAMOS VULNERABLES

"SOY UNA NIÑA DE METAL: juro que cerraré los ojos y que nunca hallaré consuelo" crg"
Tengo triste el corazón de metal, metal enamorado. Mas que triste lo siento acongojado. Cobarde, tal vez. Pusilánime.

Muchas veces he afirmado –porque así lo creo- que de la suma de nuestras debilidades surge nuestra fortaleza; pero resulta, sucede que a veces esta sumatoria arroja número rojos o se lee desde parámetros que nos dan un saldo negativo.

¿Puede ir uno por la vida sin saberse (sentirse, que puede ser peor) corresponsable del infortunio y de la desdicha de los otros? No estoy místico ni cuántico (“azotado” tampoco), pero en este amplio recipiente en el que somos moléculas en movimiento, tarde o antes impactamos entre nosotros y provocamos el cambio de posición, la variación de velocidad, la trayectoria. Ora cómplices, ora genios por accidente, pasando por malhechores y testigos, después nada es igual, si nuestra participación (activa o paciente; alcahueta) devino en fortuna o en desdicha para el otro. No se trata (tampoco) de pecado por omisión.

He sido testigo de dos accidentes: el despido súbito de un profesor (las razones pueden o no ser válidas) (no lo es la manera en que se actuó) porque no “daba el ancho” en sus clases; no cumplió con la entrega de planeaciones, no tenía control –sí, control- sobre su grupo, una actitud negativa, etcétera. Tal vez no supo “gestionar” su imagen (ya saben, esa palabrita tan de moda en el mundo de los bussines) y uno debe aprender a hacer imprescindible en la jungla laboral, si acaso se quiere sobrevivir. Sin más, le pagaron su último sueldo (¿una acción justa?) y adiós.

La otra situación es la que inspiró este texto. Un maestro no será admitido en la plantilla docente por obvio. Para los no entendidos, por hacer manifiesta su esencia homosexual (es que se le nota mu-cho) (¿cuándo han ocultado lo suyo la tribu heterosexual?) (no queremos “perturbar” a los alumnos) (yo dio: ya vienen dañados desde su casa) (debemos evitar un conflicto) (pregunto: los homosexuales asumidos o no ¿somos un conflicto? ¿armado? ¿étnico? ¿ético?) Los homosexuales son…

¿Cuándo empezaremos a educar en diversidad? Supongo que no será cuando las aulas (centros laborales, set de tv, las plazas todas) estén copadas de “raritos” (valientes o impertinentes: osados no se les consideraría jamás desde la orilla buga). Mientras escuchaba la sentencia de los directivos del plantel recordé –de súbito- el comentario (¿una orden?) expuesto por un alumno homofóbico (y asnal; aunque no existe correspondencia entre lo uno y lo otro) tiempo atrás. “En esta escuela no contratarían a un maestro puto –bufaba-, y si lo hicieran tendría que correrlo [despedirlo, pues]. Imagínate… Ignoro que es lo que teníamos que imaginar quienes lo escuchábamos –inevitablemente-. Pero pensé: hasta crees, chamaco pendejo, que ocurriría algo así. No podemos admitir a alguien así (¿así cómo?). Me tuve que tragar mis palabras.

El avasallamiento del que es objeto el universo gay por parte de la secta hetero se basa en su aplastante mayoría (menos los “enclosetados”), en el miedo (la ignorancia), en el discurso heterosexualizado (y heterosexualizante) de las instituciones: estado, escuela, medios de comunicación, deportes, la familia y las iglesias –que en todo están, menos en su labor enajenadora (¿evangelizadora?). Ni siquiera le dieron (se dieron así mismos los directivos) la oportunidad de que este joven maestro demostrara sus habilidades docentes (ser gay no significa ir buscando sexo en todas partes como piensa el gremio buga; los homosexuales no tenemos la culpa de que los heterosexuales cojan poco y cojan mal; por no decir, que de prestito, también, y ellos los hace manifestar una envidia mal disimulada hacia quienes sí ejercen su sexualidad sin prejuicios, gays o no), no permitieron que mostrara sus estrategias de trabajo, que “gestionara” su imagen –afeminada o no- desde su orilla homosexual –abierta y decididamente.

Sabemos qué ganaron -¿los directivos?, ¿los alumnos?, ¿la escuela?-, pero siempre ignoraremos qué perdimos con el adiós de uno y el portazo de otro. Con los dos portazos. Respetamos la diversidad (siempre y cuando se quede en el otro lado de la acera, en su lado) pero (la colegiatura, los padres, la colegiatura, los alumnos, la colegiatura, los otros maestros, la colegiatura, la secretaría, la colegiatura, el papa, la colegiatura, la sagrada familia, la colegiatura) ¡imagínese lo que podría pasar si (a usted no-se-le-no-ta (¿mucho?), es responsable, no cobra caro, y da re-sul-ta-dos) ¿Qué hacemos? (Quédate en tu silla Rosa Parker)

Ignoro si actué convenientemente. Si no me ha “comprado” el sistema. Si es verdad que es muy “obvio”. Si son quimeras las propuestas de equidad y respeto. Si la discriminación va en aumento. Si es verdad que somos tan vulnerables, estamos tan vulnerables. Si he estado dormido y no consigo despertar.

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