jueves, 24 de abril de 2008

CREER CONTRA TODA ESPERANZA

a Pepe y Xavier, vivos ejemplos de la masculinidad en crisis.


En otro momento no habría expresado las palabras que dan título a este texto; pero en este tiempo caótico ¿en el que vivimos? sumergidos en la voraz crisis económica mundial –vale, que la globalización al fin es global-, a la que se suma la de la especulación alimentaria, agravadas ambas por el cambio climático no da para ponerse esperanzados, sin embargo, (válgase el comunísimo lugar común) en mitad de esta incertidumbre es posible vislumbrar vestigios de fe -¿he escrito fe?- en el género humano o en algunos representantes de la especie referida.

Diario me enfrento con gente que ha perdido todo; pues quien carece de sentido común no creo sea posible ya llamarlo “humano”. Vengan los que me tachan de discriminar al mayoreo; pero no concibo que un individuo dotado por la natura de la capacidad de razonar no delibere convenientemente y actúe en consecuencia. Lo que observo –y conste que vivo en la urbe y en medio culturalizado- cotidianamente son actos de barbarie. Personas que se arrebatan el derecho de paso –peatones y automovilistas-, otras que no cumplen su obligación laboral y todavía juzgan a aquellos que sí la realizan y encima de todo bien (para desdicha de los otros). Engreídos que creen que por tener mayores recursos económicos valen más que los que no los poseen, mujeres y hombres que teniéndo las condiciones más favorables para desarrollarse mejor se echan a ver pasar el tiempo (con los oídos tapados por audífonos perpetuos) y en el inter joden a los que sí pretenden prepararse, tal es la realidad humana. Prepotentes y bestias (¿no es pleonasmo?) se multiplican en progresión geométrica.

Pero también existen seres, jóvenes para mayor inri, que actúan diferente a como lo hacen sus congéneres; que se preocupan por el cuidado del medioambiente; que asumen una (su) responsabilidad social y se informan sobre la actualidad política (de este paisito que si no se termina de caer es porque “Dios nos cuida”) y opinan, ofrecen ideas que pueden desembocar en proyectos útiles, aunque ninguna instancia gubernamental los tome en cuenta (¿será porque la mayoría de las dirigencias no guían?), se conducen con prudencia y no asumen roles de género tradicionales (que tanto daño han causado y siguen haciendo), por enumerar algunas de sus acciones positivas. ¿Y qué le pasa a estos individuos que defienden su autonomía sin menospreciar la diversidad? Pues sucede que son discriminados, vistos como “rarezas”, expulsados de la masa heterogénea y obligados, muchas veces, a intentar renunciar a sus convicciones con tal de no quedar fuera de la tribu generacional a la que por derecho propio pertenecen. Sin embargo, escuchar a este sector de la juventud –en voz de unos cuantos- motiva a seguir peleando para no dejarlos solos con este mundo en proceso de autodestrucción masiva que no ofrece nada y cuando oferta, lo que da son sucedáneos de un paraíso artificial que se opone tajantemente a la realidad diaria de estos héroes cotidianos que pasan desapercibidos.

Me considero afortunado de conocer y tratar a algunos de ellos porque su vitalidad, a pesar de la desazón que a veces los inunda, contagia de esperanza –sí, lo escribí bien- e impulsa a mantener el camino cuesta arriba. A quienes se empeñan en avanzar contracorriente, a ellos mi reconocimiento y gratitud porque con su lucha –invisible y ninguneada; las cosas como son- continúan sosteniendo este mundo que avanza a máxima velocidad rumbo a peor. Así que a abrir los ojos y a mirar con más detenimiento, probablemente junto a ustedes existan una persona joven haciendo algo para hacer menos injusta la convivencia social en el planeta. Y si no ven a nadie, ¿a qué esperas para actuar? Yo hago lo que me corresponde ¿tú también?

1 comentario:

David dijo...

Hay muchas cosas por que hacer en este caotico mundo. Tus palabras son motores para un mayor crecimiento.Sabes que siempre es un placer leerte, razonarte, comprenderte y dialogar contigo. Abrazos.