miércoles, 18 de marzo de 2009

ROBAR DESCARADAMENTE

Nada más me alejo un tiempo de estas ciber llanuras y cuando vuelvo la cartografía es diferente. De modo que intentaré -bah, promesa de político- mantener más estrecha la relación entre mis mundos real y virtual. Más ahora que la realidad hipotecada por todas las crisis -todas, sí, me he vuelto hiperbólico- da más asco que antes cuando parecía menos caótica -es un decir- y se antojaba el 'mejor de los mundos posibles'.
No estoy acá para decirles cómo miro el día a día ni para lamentar ante ustedes mis cuitas (que son la sal pimienta de mis horas) sino para que pensemos -piensen- un poco en los múltiples actos de hurto (ultraje querría escribir) que padecemos en la vida cotidiana. No es cuestión de hacer mucho esfuerzo mental, sólo sitúense en lo que sucede a la salida de un centro comercial, en concreto en el momento mágico de liquidar el importe de nuestra compra: quien lo atiende (mujer u hombre, que da igual) le avienta una retahila de sugerencias o recordatorios que usted posiblemente está olvidando realizar: tiempo aire para su celular, retiro de efectivo, el último ejemplar de la Revista tal, la promoción X para ahorrar en su hogar, unirse al redondeo de la enésima causa social que abandera la empresa -curiosamente avara y ruin con sus empleados- y según la paciencia del cliente o la desfachatez del trabajador usted puede terminar cediendo a esa voracidad cuyo único fin es arrebatarle en lo posible, la mayor cantidad de dinero sin que usted sienta que lo están timando. Al contrario, me sorprende ver la cantidad de personas que se retira contenta de haber gastado más sin apenas advertirlo, adquiriendo un producto o haciendo uso de un servicio que no necesitaba.
Pero esto no sólo ocurre en las cajas de los centros comerciales, cualquier tiendita o farmacia que se precie de moderna tiene trabajares amaestrados en el arte de echar sus redes en la ignorancia -hambre de reconocimiento de las personas- y suele recuperarlas con algún tesoro que nunca será mínimo: un monedero electrónico -que puede alguien decirme para qué sirve más allá de mantener abiertas las fauces de la voracidad mercantilista-, un dos por uno o un tres por dos que sólo manifiesta la tendencia de much@s de acumular lo innecesario, un producto extra gratis por una módica cantidad que se suma al importe ya consignado, el acceso a puntos que podrá cambiar por más basura (mercancia, pues) y así, ad nauseam.
Padecemos -al menos para mí lo es- la tiranía del mercado. El objetivo de las personas, de muchas, es chingar y joder al mayor número de individuos como si ganara una comisión -quizás indulgencias- por actuar de esa manera. Joder a los demás como deporte, como hábito, como un intento fallido de pasarle al otro la propia frustración. Observen bien, a mayor ínsatisfacción (personal, social, académica) mayor grado de violencia ejerce el frustrado contra el resto. Parece que chingar le disminuye -momentáneamente- su vasta jodidez humana.
Para este tipo de personas hay soluciones: desde encarar su realidad y buscar alternativas para modificar su situación hasta el suicidio -previo pago de sus servicios funerarios para que no grave la realidad de quienes le rodean-. Pero desgracidamente hay gente que lleva el mal en su DNA; ahí tienen a ese papa cirquero que le fascinaba salir en TV y 'armar' actos masivos donde la estrella era él y usaba de pretexto el evangelio; aun muerto sigue matando gente, haciendo daño a las personas. Causó perjuicios en vida y sigue jodiendo en forma de estatua -primero afeando el paisaje y luego siendo el punto donde un ebrio impacta a un policia con su auto-.
Creo que el ser humano puede salvarse de su animalidad (aplican restricciones) y defenderse de este tsunami de rapiña en el que ha caido. Podemos contrarrestar muchos de los males del mercado si ejercemos la voluntad para decir no o para poner un alto a ese rosario de estupideces con el que buscan atontarnos y despojarnos de nuestro dinero rápidamente. De nuestra dignidad. Podemos, si queremos.
NOTA: anexo información relacionada con el evento La hora del Planeta.
Apaga la luz y actúa durante La Hora del Planeta: el próximo 28 de marzo, a las 20:30

1 comentario:

David dijo...

Hola:
Coincido contigo, estamos ahogados en la manía de vender y de comprar, y para el colmo cosas que en verdad no son útiles, el punto es comprar más y más. Algunos dicen que actualmente el centro del mundo es el dinero, al parecer así es. De todo se puede sacar negocio. Es cuestión de días para que salga una nueva versión de tal cosa para que la anterior sea obsoleta, es la era de lo plástico, de lo desechable.

Un cordial saludo