viernes, 27 de marzo de 2009

NI PAN NI CIRCO

En plena guerra electoral, como le gusta llamar a los medios de comunicación a este tiempo copado de propuestas (o eso es lo que los partidos creen que hacen), amenazas, dimes y diretes entre candidatos y candidatas de uno y otro partido, lo que abunda en nuestro alrededor es basura, ruido, contaminación visual y un fuego cruzado de declaraciones y acusaciones sobre quién hundió al país y quién puede salvarlo. En tanto, la mayoría de los ciudadanos sobrevivimos día con día de la mejor manera posible.

En mitad de este escenario politiquero, luce en las paredes del metro de la ciudad de México un cartel del partido en el gobierno, que muestra a una mujer muy arregladita junto a un hijo adolescente y mirando a la cámara con ojos de santa Teresa en pleno éxtasis suplica: “Yo no quiero que la droga llegue a la escuela de mi hijo”. Firma el PAN, y agrega: “Comprometidos como nunca en la lucha contra el narcotráfico. Acción Responsable”.

Si se es un sujeto ingenuo se pensaría que de verdad el gobierno blanquiazul se ocupa y preocupa porque nuestros hijos estén en el mejor de los mundos posibles. Pero basta mirar a nuestro alrededor y el ensueño se desmorona en caída libre. ¿Quién dice que no desea que la droga llegue a su hijo? Una mujer que seguramente no ha educado a sus hijos en la cultura de la prevención sobre las drogas ni en el ejercicio responsable de la sexualidad por poner dos ejemplos. Alguien que ha abandonado su responsabilidad y ha dejado en manos del gobierno –en el menos peor de los casos- o en el cura o pastor de la alguna iglesia –en el más pernicioso de los casos- o en los medios de comunicación, lo que después intenta reivindicar.

Probablemente esta señora compungida –y realmente preocupada- en realidad es una ciudadana que espera que un gobierno paternalista haga por ella lo que debió hacer sola, en familia –del tipo que sea- o en pareja. ¿De qué sirve un comando militar custodiando la entrada de un colegio para que la droga ‘no llegue’ a su hijo si la cría se las arregla para conseguir una ‘raya’ o fumarse un ‘porro’? El gobierno no debería interferir en decisiones de índole personal sino educar para que el individuo se ejercite en su autodeterminación.

Pero como vivimos bajo esquemas paternalistas y somos educados en el miedo al conocimiento, en el terror a ejercer nuestra responsabilidad, resulta más sencillo pedir (implorar) que la protección venga de afuera o de arriba como si el gobierno fuera un ángel guardián.

Basta un poco de inteligencia para sentir repulsión al leer ese tipo de publicidad que sólo pretende hacernos creer que quienes nos gobiernan además de ello nos custodian como las joyas de la corona. Se vale de estereotipos (la madre amorosa y el hijo con cara de ‘soy más virgen que la Virgen’) cuando la realidad desenmascara ambas construcciones sociales. El intento de convencernos (las funciones persuasiva y referencial predominan en el texto) de que estamos a salvo me da más miedo que seguridad.

Este tipo de propaganda se repite en la de otros partidos con la idea de atraer electores para un circo mal hecho que ha agotado su espectáculo antes de empezar. Si de verdad ejercieran prácticas políticas no existiría toda suerte de propuestas que ofenden la inteligencia de quienes ponemos en tela de juicio ofertas como la mencionada.

Yo lo que no quiero es que gente como esa señora y su hijo lleguen a la puerta de mi casa, menos aún, que me gobiernen. Eso sí, sería el fin del mundo.

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