domingo, 9 de agosto de 2009

¿VIVIR EN LA NUBE O VIVIR EN LAS NUBES?

Cansado estoy de escuchar por doquier que el futuro de las comunicaciones (y de lo que de éstas se desprende) está en la Red. Y me harta no porque me asuste tal posibilidad (sucede ya en muchísimos ámbitos de la experiencia humana) ni porque muestre un desinterés creciente al respecto; mi rabia proviene de la insensatez de la afirmación, sobre todo cuando se asiente con la arrogancia tal que sólo puede venir de la cenutriez más evidente.

Asegurar como palabra de dios, que el futuro está en una nube virtual es como escuchar y creer a aquellos profetas tecnoapocalípticos que profetizan el fin del libro (papel, pues). La computación en nube, del inglés cloud computing (cortesía de wikipedia) es una tecnología que permite ofrecer servicios de computación a través de Internet. La nube es una metáfora de Internet. Con esta modalidad el internauta no es dueño de la información que procesa e intercambia en la Red. Sino que ésta se encuentra en esa suerte de nodriza digital de la que cada usuario toma lo que le interesa. O le dejan tomar.
En esta región de la ciberósfera no existe la propieda privada, el derecho de autor, la firma: acá se vive el sueño -real- del comunismo: todo es de todos. Y de la Gran Mente que mantiene en equilibrio este ecosistema en el que que todos los ciberseres vivos interactuamos. En esta nube la información va de un sitio a otro sin que sea posible reclamar la autoría de algo. No hace falta, aseguran muchos; la Red es una herramienta y no una galería. Acepto.
Pero quienes utilizan esa herramienta son sujetos susceptibles de producir cultura, arte, moda, etcétera, a partir de la materia real -y virtual- utilizando los instrumentos que están al alcance debido a la Red. Quien genera un producto es autor del mismo. Sea de la naturaleza que sea dicha creación o invención o descubrimiento. Pero es sencillo perderse en la extravagancia -nulidad, diría yo- que causa -en muchísimos- la modernidad, como para asegurar que el futuro está en esa nebulosa contingente a la cual no solamente es sencillo acceder sino también caerse, verse fuera.
Lo que no se dice es que un servicio de esta naturaleza convierte el conocimiento en noticia por su caducidad; restringe el concepto memoria a mero post it, vacía de formalidad la producción, intercambio, análisis y reproducción de saberes y habilidades cognitivas en detrimento de la capacidad de pensar que separó a la humanidad de otras especies. ¿Hacia dónde se dirige el pensamiento humano con un servidor que hace las veces de lacayo enciclopédico y convierte al amo en esclavo cognitivo?
Con este servicio -útil, sin duda cuando se coloca en su justa dimensión y utilidad- cualquiera se puede dar el lujo de no pensar, de no alimentar la Memoria, de no fraguar ningún compromiso personal o colectivo. La nube al parecer resuelve todo. Lo que se entiende por todo en esta época de las TIS.
Quienes apuestan por la nube como el futuro que nos liberará del esfuerzo de pensar, recordar, producir, y comparan tal 'revolución' como aquella que siguió a la 'invención' del suministro eléctrico, han olvidado -en un shock, quizá- cuán vulnerable es la humanidad ante el off de un switch. Lo de modernidad, yo no me lo como, así se trate de una nube de algodón (de azúcar).

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