miércoles, 9 de mayo de 2012

DE ROBOS Y OTROS ULTRAJES

¿Estamos para festejos? ¿Vale que una semana tras otra las actividades escolares se suspendan porque se ‘celebra no sé qué’ y hay que parar actividades? Cuando santa Merkel acusa a los países del Sur (de Europa) de flojos, no consigo evitar pensar que en esa geografía golfa (si acaso lo es), también cabe este paisito. O al menos el Estado de Sangre en el que habito (vivo, aún, quiero decir).

Mientras los ‘daños colaterales’ se acumulan, los días no laborables también; lo cual con un poco de seso uno concluye que no se justifica. Sin embargo, no es la flojera y la holganza improductiva que celebra el vulgo (¿la prole?) lo que me excita y me desborda, sino que exista poca o nula respuesta crítica a tanto dispendio de recursos para una maquinaria que no funciona o que produce poco: ¡total, mientras no se pare! Pensarán los ineptos.

O los ladrones. Porque la Facultad de Letras Españolas, en menos de dos semanas ha sufrido la sustracción (el robo, pues) de dos proyectores que con dificultades había conseguido. Por ignorancia o por envidia (tenemos uno de los mobiliarios más decentes –sensu stricto- de toda el área de ex Humanidades) estamos padeciendo este desmantelamiento que puede ir rumbo a peor. Porque el despojo material que se hace a una institución donde se forma a los individuos (y donde muy probablemente también asisten a clases los ladrones) comenzó con el despoblamiento de neuronas, que llevó al desprendimiento de la vergüenza, al descaro a quien o quienes hayan cogido los aparatos; a la despersonalización.

Afortunadamente (y este puede ser el clásico mal de muchos, consuelo de tontos) existe una cantidad de estudiantes que ha reaccionado con indignación ante tales eventos y ha propuesto medidas para subsanar el daño (si acaso es posible la reparación), lo cual no es suficiente para reponer los veintimuchos miles de pesos que supondrá reponer los dos cañones, y además, reacondicionar los espacios (convertirlos en jaula, que significará, supongo, más retos para las bestezuelas que deambulan por la facultad y alrededores) para hacerlo más seguros (lo que signifique en este caso la palabra seguridad).

Prisiones. Ese es el sueño de quienes desposeídos de su capacidad para pensar desean convertir la realidad en cárceles: rejas, cámaras, scanners, controles y más controles; hemos visto que la bestia habita gozosa tras barrotes mientras los seres humanos aprendemos a vivir en libertad.

Pero conseguir tal distinción implica más que matricularse en una facultad, echarse en un salón de clases, simular se lee (otra cosa es entender lo leído) o que se toma notas o gritar (hay quienes aúllan) exigiendo la gratuidad de la educación: gratis pediría yo que fueran los vicios. Y quién sabe, hay estilos hasta para eso: calidad, quiero decir.

Lo cual, desde luego, no aciertan a saberlo (reconocerlo) estos seres improductivos y dañinos que sin duda, no habrán conseguido en alguna casa de empeño ni el 5% del valor total de los objetos: insisto, la bestia es presentista, impulsiva, le basta con poco; aunque su presencia, su persistencia en el mundo, cueste mucho a los demás.


P.D. A la chingada el MP: cortesía de quienes robaron los proyectores.

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