lunes, 21 de mayo de 2012

SSL: SILENCIO, SANGRE, LÁGRIMAS

Lo que haga tu mano izquierda que la derecha lo ignore reza el verso bíblico (citado de memoria, así que puede ser viceversa). Pero hay otra expresión coloquial: hay que cacarear el huevo. Y otra enunciación que refiere, que lo que no se nombra, no existe. De modo que entre discrecionalidad, presunción y visibilización hay mucho trecho. Mucha distancia.

Desde hace unas semanas es posible leer en el omnipresente feis invitaciones para sumarse a la marcha anti-PN, el conglomerado a favor de AMLObito, o en apoyo a la “Diferente”. Que se convoque, me parece un acto de constancia de que aún hay gente lúcida y que tiene ganas de participar, a su manera, en el proceso electoral devenido majada. Que se asista, me hace pensar que además de despierta, una parte de la ciudadanía reacciona ante lo que (se) ve y oye en las campañas. Pero que tales manifestaciones se celebren (¿que se celebre qué?) como un triunfo en sí mismas, me decepciona porque se lanzan vivas antes de obtener el premio mayor. 

El asunto (la presidencia) no lo determinan las marchas anti/pro X, prueba de ello es que el candidato que despunta no se inmuta mucho (parece) ni se despeina (no lo vemos). Y sí en cambio se corre el riesgo de que ocurra lo mismo que ha sucedido con tanta marchoso y marchosa manifestándose contra la delincuencia: no sólo legitimaron al inquilino de los pinos en el cargo que desempeña inteligentemente, sino que le dieron una suerte de Vo. Bo., para que continuara con su blood policy que no se modificó mucho, y de tanto marcherío sólo quedaron las suelas del calzado desgastadas y los pies hinchados, porque ni huellas.

Quienes querían protagonismo, lo obtuvieron; quienes buscaban expiar sus faltas, yerros, culpas, omisiones, lo lograron; quienes demandaban justicia, o sea, los deudos y las víctimas, consiguieron nada o poquito. Así se juega en este paisito, se celebra el gol como si éste fuera en sí mismo el triunfo del partido. Una multitud re/clamando, fácilmente se lee-entiende-asume como la conquista del premio, cuando se trata sólo de una manifestación que si bien toma el pulso del malestar de la ciudadanía no determina nada.

Nada, si no se pasa a la acción. Y acá es donde tuerce el rabo la cochina, porque para actuar hace falta no solamente impulso, inercia, buenas intenciones, rabia y deseos de un futuro menos incierto, sino compromiso, responsabilidad, informarse (ver la tele críticamente o no encenderla), analizar, cuestionar, interpelar e interpelarse, hacerse corresponsable, negociar y dar el siguiente paso. Y es en este nivel del proceso de la indignación donde suele zozobrar la euforia y no cuajar el anhelo de transformar una situación (social, política, económica).

Porque salir a dar de voces es más sencillo (es un decir) que ‘intelectualizar’ un poco a partir de dar la palabra, escuchar y responder a las voces de quienes tienen/quieren decir algo (mucho) y que son bastantes. Celebro las marchas pero es hora también de pasar a otro tipo de acciones: exigir propuestas específicas, pocas, viables, que beneficien al bien común, diseñadas para un periodo que trascienda el sexenio y no aceptar más promesas, poses y arengas ni obras de relumbrón.

Que nos definan (aclaren, evidencien) las candidatas y candidatos su posición frente al mercado, la economía nacional, la educación, la salud y seguridad públicas, la corrupción, las políticas sociales (aborto, ciudadanías incluyentes, inmigración), así como las acciones (viables) que emprenderán para responder a tales aspectos, y que se ahorren el dinero público que desperdician y la sarta de sandeces con que atosigan a un electorado que de tanto hartazgo, ya no escuche o no entiende o ambas. Una obra vale más que mil palabras, dicen por ahí. Pues que se llene de silencio productivo este país como se ha llenado (vanamente) de sangre y de lágrimas. Se los debemos y nos lo debemos a todas y todos (digo yo, que soy poquita cosa y no se me da lo marchoso).

No hay comentarios.: