jueves, 11 de octubre de 2007

PROHIBIDO ESTACIONARSE 2


No se necesita ser urbanista ni venir del campo para afirmar que las vialidades de todas las ciudades están diseñadas únicamente para los automóviles, relegando a los peatones (los verdaderos habitantes de las urbes) a meros estorbos móviles que hay que erradicar porque afean el paisaje. Todas las ciudades han dejado de ser lo que eran para existir en un continuo estar siendo o estar dejando de ser, pues la obsesión de los alcaldes, gobiernos estatales o federales les están dando en la madre, ¿hay otro tipo de palabra para expresar la desgracia que tanta construcción ha traído a nuestro entorno urbano?
Basta con salir a una calle cualquiera y curiosamente la encontraremos en construcción, reconstrucción, remodelación o algún otro estado imperfecto pero jamás concluido. Es como si las autoridades y todos los involucrados en el ramo de la construcción (destrucción) tuvieran miedo dejar quieta una ciudad, como si con ello ésta muriera o empezara un proceso de descomposición irreversible. La consigna es destruye y simula que rehaces mejor. Pero lo más lastimoso de esta ansia destructora es que las obras que se instrumentan para mejorar el caos vial terminan empeorándolo. No porque la obra en sí no funcione sino porque fue mal planeada desde el principio; a ello hay que agregar la mala calidad de los materiales empleados y la larga duración de las obras.
Pienso en la monumental estupidez que están construyendo en la confluencia de las avenidas Orizaba y Xalapa de esta ciudad. Antes de que la ingeniería local sorprendiera con su talento sui generis, el tráfico se distribuía con el auxilio de cuatro semáforos; con la inteligente planeación que han realizado –amén de tirar árboles, alterar para siempre la circulación vehicular y con ello la tranquilidad que había en muchas calles aledañas- se pondrán en funcionamiento diez semáforos y me temo que sean más. ¿Acaso el municipio recibe un monedero electrónico por cada aparato que adquiere? ¿Qué justifica esa obsesión por semaforizar la ciudad? ¿Quieren ralentizarla? ¿Entrar al selecto club de las ciudades lentas que ya causa furor en la Europa más moderna?
No cabe duda que hasta para trazar una calle hace falta un neurona en prejubilación –como las que NO tiene Norberta y de ahí su sueño de que se imparta catecismo en las escuelas- y de ella adolecen los que aprueban este tipo de actos de lesa ingeniería. Eso sí, en ninguna de las recientes y pomposas obras de distribución vial se consideró la existencia del peatón. El indio que se joda, por pobre, por indio, por pendejo. No se crean cruces peatonales (ningún semáforo detiene por completo su luz para dar un tiempo prudente al cruce de viandantes; siempre hay uno en verde para que surque veloz el espacio urbano un automóvil), la señalización no se respeta o no existe, los puentes peatonales son escasos y cuando los hay, resultan harto antifuncionales.
Las ciudades son para los autos y para aquellos que necios se empeñan en andarla. Los paseos arbolados están en extinción –también debe haber una tanda de árboles caídos porque los tiran como quien arroja un chicle a la basura y nadie protesta-, los corredores peatonales son sueño de gente con mentalidad primer mundista ¿y de quién es la culpa tener esos anhelos si se es habitante del tercer mundo? Del indio y solamente del indio por atreverse a desear un hábitat diferente. Mientras las inteligencias apuestan por el desarrollo sustentable en el Reino de las Bestias se busca la practicidad aunque ésta sea sólo un anhelo también… que no se den cuenta no les quita su grado de pendejez.
En tanto, festejemos que el gobierno de Ahué cumplió con el pueblo: más vialidades (inviables) y más bodegas con productos made in China, si eso no es progreso, entonces ¿qué quiere el indio? ¿Qué voten por él?

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