viernes, 25 de julio de 2008

COMME SI DE RIEN N'ETAIT: CARLA BRUNI



Je t’aime, Carla Bruni. Si una mujer copa las portadas de las revistas del corazón en este momento es Carla Bruni (CB), esta mujer que se define “epidérmicamente de izquierdas” y está casada, desde el pasado mes de febrero, con Monsieur Sarkozy, “el rey” de Francia. Pero ¿quién es CB y por qué ocupa un espacio en mi blog?


En un primer momento uno se pregunta si la vida de una “primera dama” es importante, o si al menos lo es para quien esto escribe. El que sea o no esposa de un presidente en este caso –y en esta ocasión- es irrelevante. Lo que me interesa de ella es exponer la inteligencia con la que se desenvuelve en una entrevista* que publicó EPS el domingo pasado.


Cualquiera puede suponer que una mujer que ha sido modelo, amante de muchos, cantante y ahora esposa del presidente francés es sólo un maniquí cuyos accesorios se venden por separado. Y no es así. CB es una mujer con inteligencia, sensibilidad y una belleza serena que sólo la inmersión inteligente en el mundo de la moda puede dar, según afirma contundente: “Mi tiempo pasó. Una maniquí es un como deportista de élite: a partir de los 30 años está muerta. Y a partir de los 35 tienes la cara que te mereces”. Más adelante puntualiza: “No es lo que yo quería que que fuera mi vida. Yo leía y pensaba en otras cosas. Lo que siempre quise es ser seria”. Sin palabras. Sólo un halago puede surgir ante la confesión de una mujer que lee. Cualquier persona que lee merece un reconocimiento en estos tiempos de cenutriez creciente.


Bruni se define como “una niña; una niña vieja” para afirmar que mientras unos con el paso de los años se vuelven sabios, ella se conforma como ignorante. Y ese saber plantarse firme en el suelo la hace más bella. Se reconoce enamorada, sí, ella, la de sus cuarenta años y 30 amantes, asegura que si se ha casado con el presidente galo es “porque estoy enamorada”. Sin duda, una respuesta que puede molestar a algunas feministas, pues siendo CB casi un modelo de emancipación, asegurar que ha contraído matrimonio sin pensárselo, “en automático” puede considerarse “un golpe bajo” al universo femenino que busca su lugar en el mundo.

Y acá es donde se consolida mi admiración por esta italiana francesa que ya no sabe ni lo que es. Porque evidencia que es posible conciliar aspectos de la vida pública (ex modelo, cantante, primera dama) con otros de la vida privada (madre de un niño de 7 años, casada) en tanto que es una mujer que asume riesgos, toma decisiones y no por ello cae en contradicciones que vulneren su autonomía. Aún hay muchas voces que siguen señalando como irreconciliable la lucha por espacios públicos en el día y la “claudicación amorosa” ante el amante por las noches. Como si fuéramos dos cuerpos haciendo actos distintos y no uno sólo realizando diversas tareas.


A pregunta expresa del entrevistador ¿Cómo se lleva tener dos sombreros tan diferentes, el de cantante bohemia y el de recatada esposa del presidente? ¿No es algo esquizofrénico? ¿No se vuelve loca? Es muy sencillo –responde-, tengo dos sombreros, pero la cabeza que hay debajo es la misma: la mía, la de siempre.


Y acá los aplausos, ¿cuántas mujeres podrían darnos una respuesta así? Insisto, es cuestión de saber adaptarse a los contextos, ser competente. Renunciar a los radicalismos y darle paso a la negociación, no olvidar que antes de ser la representación social de un género somos sencillamente personas. Por eso CB rechaza ser considerada “la imagen del éxito”: “No. Soy la imagen del trabajo, porque podría haberme conformado con lo que tenía cuando nací”.


Ha sido un placer leer la visión del mundo de una mujer moderna que ha sabido buscar, encontrar y conservar su lugar en el mundo. Je t’aime, Carla Bruni.

*Por Jesús Rodríguez. EPS, domingo 20 de julio de 2008. No. 1660

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