sábado, 12 de julio de 2008

¿Y AHORA QUÉ?


Una semana sin ingresar a este espacio y tener que hacerlo para protestar no es precisamente una manera feliz de volver. Y sin embargo, urge que redacte estas líneas, que exponga mi malestar y denuncie lo que otros más se empeñan en callar o repetir en voz baja. Aciertan: estoy emputado.


Luego de que aconteciera la 30 Marcha del Orgullo LGBT -la cual pasó sin resonancia alguna en los medios masivos del país- nos despertamos con la noticia de que una organización -homófoba, of course- repartirá 1 millón de folletos "antigay", esto en la Ciudad de la Esperanza, en la Ciudad con Equidad. Me pregunto si basta con tomar uno de estos trípticos para que en automático uno se defina antigay o si es preciso leerlo y aceptar que la homosexualidad es antinatural y que es posible "curarla".


Oh Dios gay mío, exclamé. ¿Curar lo que no es una enfermedad? Si bien lo he dicho siempre, los mexicanitos no tienen iniciativa -perdonen que me excluya- y cuando la tienen, la cagan. Sólo a un oligofrénico se le puede ocurrir promover una campaña antigay y hacer alarde de su "noble" fin, justo cuando los índices de crímenes por homofobia, la violencia verbal y física, la intolerancia están a la alza a la par del euríbor. Las prácticas violentas que se suceden cotidianamente en este país no requieren de más incentivos sino de una deconstrucción de lo que hemos llamado "normalidad" y obrar en consecuencia. ¿Cómo se puede sugerir que se respete la opinión de los otros si cuando éstos se manifiestan es para agredir a una comunidad que exige le sean respetados sus derechos en tanto personas, no en cuanto su condición sexodiversa? No entiendo a las autoridades de este país. No comprendo. Sabemos que estamos reprobados en Derechos Humanos e insistimos en institucionalizar nuestra cenutriez. O la de ellos, que acá otra vez me excluyo.


Y como no es suficiente con lo que este país aporta a la intolerancia, recién me entero que la nueva película de Will Smith,“Hancock”, el personaje a quien representa espeta una serie de expresiones antigay. ¿Olvida el actor que igual pudieron escribir en su libreto un chiste antinegro? Ellos sí se enfurecen si les dices niger, pero resulta que la gente "de color" sí pueden discriminar a otros -sobre todo si es gay; el blanco (i'm sorry, Smith) de todos los chistes, ¿acaso porque lo gay se considera de colores, multicromático? Qué pena que el mundo no haya aún comprendido el poder performativo de la palabra, que no se den cuenta que la enunciación de una frase lleva en su emisión un poder de transformación que modifica a quien emite y a quien recibe el mensaje.


Por eso mi entrada se titula ¿Y ahora qué? ¿Debo esperar a que en los días siguientes surja una nueva canción, otro programa de radio o de televisión con más expresiones antigays, una nueva encíclica vaticana, una campaña más, ¿qué sigue? Entiendo que no es posible modificar la visión homófoba del mundo de un momento a otro, pero es también verdad que los medios de comunicación -junto con las familias y la escuela- poco o nada han hecho para revertir esta situación. ¿Qué se le hace?. A mí, al menos por hoy, se me han atomizado las respuestas.

1 comentario:

David dijo...

Ricardo, produce coraje y un sentimiento de impotencia ante esta noticia... Tendremos que esperara a que no suceda algo negativo con esta forma de homofobía...

UN saludo.
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