martes, 26 de agosto de 2008

LA CIUDAD DE LOS CAZADORES TÍMIDOS

Mira por dónde y encontrarás que vas en una dirección, entonces pasa un marrón y ya vas en otra dirección. Spanbauer vuelve a atrapar mi atención -y mi emotividad- con el texto La ciudad de los cazadores tímidos. A través de Will, recién llegado a Nueva York desde su natal Idaho, nos enteramos poco a poco, a través de las 662 páginas que conforman la novela, de las andanzas, aspiraciones, anhelos y limitaciones de un grupo de hombres y mujeres queer (los hay gay, bisexuales, trasvestidos) y su relación con el poder en los Estados Unidos bajo el gobierno de los Reagan (Ronald y Nancy) en los inicios de los ochenta, la vida cotidiana en los suburbios de Manhattan, la aparición del sida y los estragos que causa en los habitantes de esta ciudad convertida en una "Ciénega de Lobos".
En un principio, el narrador nos hace amar entrañablemente a los personajes: Rose, Fiona, Tiro Acertado, Charli 2lunas, Rubi Prestigiacomo y al personaje que cuenta, entre otros más, para después despeñarnos en caída libre desde el pináculo de la querencia en la atroz vivencia de la enfermedad y sus estragos. Para quienes conocen de cerca lo que el sida hace en las personas, esta novela nos recuerda que la lucha contra el virus no está ganada: "Todos estamos concretamente en nuestro cuerpo por un momento de nuestra vida" confiesa un persona antes de morir espectacularmente, si se me permite así referirlo, sin embargo, en el relato, la muerte es una entrada para hallar la salida: "Qué acto tan valiente y encantador dejar que el cuerpo celebre".
La novela es eso, una dolorosa celebración de la vida en resistencia, el desgaste que causa jugar al héroe en un tiempo donde ya no se estilan porque nadie los espera, nadie los necesita. La auténtica heroicidad radica en amanecer vivo al día siguiente y joder al poder hegemónico, heteronomativo, excluyente, racista con la consigna de avanzar mientras dure la capacidad de plantarle cara al destino: "La compulsión lúcida de actuar polémicamente cristaliza mi libertad". Con Spanbauer no existe otra manera de vivir so pena de existir solamente. El performance, el reto, la no claudicación son algunas de las situaciones que este autor mantiene vigentes en su narrativa, quizá se explique en su propia condición de "mestizo". En tanto, la lucha por dar la voz (suspendida en la bocina de un teléfono permanentemente descolgado) a los cuerpos represaliados sigue en pie, aupada por la valentía de estos cazadores tímidos que se atreven a devorar la noche y sus demonios, y al día y a su puñado de "capullos", porque existe una ley que tira de sus pasos: "Los hados guían a quien se dejan, y a la que no, la arrastran".

Spanbauer, Tom: La ciudad de los cazadores tímidos, Poliedro, Barcelona, 2002.

Viernes 22 de agosto de 2008

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