jueves, 28 de agosto de 2008

LEGALIZACIÓN DEL ABORTO

En una esquina, replegada por la infame publicidad que asuela a todos los portales de internet se leía esta noticia el día de hoy:
Con ocho votos contra tres, el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) avaló este jueves la constitucionalidad de las leyes que despenalizan el aborto en el Distrito Federal antes de las 12 semanas de gestación. Luego de discutir el tema durante toda la semana, los ministros coincidieron en que las reformas de 2007 al Código Penal y a la Ley de Salud del Distrito Federal se ajustan a la norma constitucional ( http://noticias.prodigy.msn.com/Encuesta.aspx).
Aunque la noticia es importante por su trascendencia en la vida (pública, social, de salud) de los habitantes de este país, para quien la da a conocer no lo es; sólo así se explica que ocupen mayor y mejor espacio notas intrascendentes del espectáculo nacional (perdonen el pleonasmo) y no se destaque esta información que "habla bien" de la SCJN.
Yo la celebro en tanto que es una posibilidad más para que una mujer decida sobre su propio cuerpo cuando tenga necesidad de tomar una desición de tal maginutd, y que se apruebe la despenalización del aborto es señal -aliciente- de que la retorcida mente panista católica (otro pleonasmo) no ha contaminado (aún) todos los espacios de la vida pública de la ciudadanía. Emparejado con este hecho debería aplicarse una auténtica educación sexual en las aulas y en la familia y arrebatarle de una vez por todas tal prerrogativa al confesionario (demuéstrenme que no es así), que ni lo sabe hacer y sólo daña el libre y sano ejercicio que de su sexualidad un individuo puede hacer. Devolverle a la institución educativa la tarea (y corresponsabilidad) de educar al individuo en las distintas sexualidades que convergen en la realidad cotidiana; inetgrar concpetos como género, equidad de género, diversidad sexo afectivas, masculinidades entre otros temas que no pueden seguir siendo eludidos.
Creo que el aborto no tendría que entenderse -y en la práctica de muchos supongo no es así- un método anticonceptivo sino una acción que las mujeres ejerzan cuando existen la necesidad de recurrir a ella, y que ésta se realice en condiciones favorables para que no sigan pasando por el mal trago (social, moral, de salud) que actualmente, miles de ellas tienen que degustar por recurrir a un aborto.
Las razones por las cuales se toma una determinación de esta naturaleza deberían ser sólo competencia de las partes involucradas y no menester de travestidos obispos y curas jugando a guardianes de la vida; la vida jamás debería ser una imposición y menos aún un mandato divino como afirman no pocos. De modo que me uno a la celebración de este hecho sin ponerme a pensar ¿qué no habría sido de mí si me hubieran abortado? Cuestión estúpida con la que algunos providistas (y seguidores) argumentan su oposición al aborto. De gente así, un oportunísimo aborto legal, nos habría librado hace siglos.

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