lunes, 3 de noviembre de 2008

NOVIEMBRE

Faltan menos de 30 días para que empiece lo que denominábamos la temporada decembrina y la ciudad ya está saturada de "artículos navideños".
Si hace un año me horrorizó la fiebre decembrina en octubre, esta vez la "madre" de todas las crisis nos adelantó la Navidad en agosto; de suerte que los centros comerciales, convertidos en auténticos parques temáticos, nos ofertaban: el verano, halloween y Santa Claus; todo en un solo lugar y al alcance de nuestro deseo; que para mí es hartazgo.
Con tal situación, los comercios, lejos de prepararse para paliar los efectos de la crisis financiera mundial, sólo han acentuado sus consecuencias y peor aún, han anulado -eso me ha pasado a mí- el anhelo de prepararnos para la Navidad. Ahora mismo lo que menos se me antoja es un árbol "navideño" y la parafernalia que la secunda. Tanto adelanto de temporadas ha menguado todas y vivimos perpetuamente las cuatros estaciones y sus festividades, como si no fuera ya suficiente con lo que el cambio climático ha hecho al planeta -con ayudadita del ser humano, of course-.
El caso es que la voracidad genera empacho; y si pensaban -¿pensaban? ¿Oh Dios gay mío!- que con acciones como éstas lograrían sortear la mala racha -que será una larga temporada- económica, se han jodido y jodido a muchos; que a mí, dicho sea de paso, me hartaron hace muchos años estas fiestecitas de la plebe que la impía iglesía católica ha impuesto en nuestro calendario civil.
¡Feliz navidad a tod@s! ¡Feliz día de resurrección, fin de cursos, verano 2010 y bicentenario de la independencia! Después de todo: cenutrio prevenido, vale por Dios.

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