sábado, 17 de abril de 2010

HABLEMOS DE POLÍTICA LOCAL

En medio de la nube volcánica que ha provocado las explosiones de varios volcanes en el mundo católico, también es preciso dar cuenta del smog con que revisten nuestra atmósfera cotidiana las campañas políticas ridículas, con las cuales pretenden los candidatos (pocas candidatas) convencer a una ciudadanía apática cuando no harta de la vida pública, para votarlos.
Lo que viene te conviene, reza un spot de Javier Duarte, el candidato oficial. ¿Qué viene? ¿A quién le conviene? ¿Por qué? En la selección de candidatos no ha sido tomada en cuenta la opinión de la ciudadanía, ¿por qué me convendría a mí un candidato que se nos ha impuesto?
Pero la guinda del pastel la tiene el presunto pederasta, según lo afirma Lydia Cacho en Los demonios del Edén, abanderado por el PAN, Miguel Ángel Yunes: "Viene lo mejor". ¿Qué entiende un político por 'lo mejor'? ¿Qué sabe este alumno de la escuela de Maciel qué es lo 'mejor'? Sobre todo uno arribista que no tuvo escrúpulos para abandonar su militancia en otro partido y arrebatarle la candidatura a otros del partido que lo acogió.
¿Dónde quedó la ideología? ¿Todo vale en nombre de alcanzar el Poder? ¿Puede la ciudadanía confiar en candidatos cuya práctica evidencia precisamente desprecio por el cumplimiento de las leyes? ¿Puede ser tomado en cuenta un discurso que arenga que viene lo mejor haciendo lo peor para que se cumpla tal como estaba escrito? ¿Hay opciones para resisitir/combatir esta realidad que la clase política nos impone? ¿No hay otros caminos alternativos a la mediocridad que ya abunda en las campañas como preludio de lo que será la gobernanza?
Es demasiado el dinero que se desperdicia en campañas absurdas diseñadas para un electorado de principios del siglo XX, cuando estamos en la primera década del XXI, habiendo tantas necesidades en el estado y en el país. No acepto la democracia como la contienda entre 'malos' para elegir entre el menos 'peor'. No acepto el juego de la democracia si éste sigue significando votar a candidatos impuestos por la cúpula de los partidos (títeres del gobernante en turno) que no tienen relación alguna con la ciudadanía... que viaje en autobús todo un día un candidato, sin comitiva, sin guradaespaldas, sin ninguna prerrogativa y que luego venga y me diga: vota por mí porque yo sé lo que te con/viene (lo mejor).

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