domingo, 11 de abril de 2010

YO TAMBIÉN SOY PAULETTE; YO TAMBIÉN BESÉ A RICKY MARTÍN

El mes de abril avanza casi a la misma velocidad que la inteligencia de quienes (des)dirigen este país recula, y como el número de víctimas acaecidas por la infructuosa lucha contra el narcotráfico también crece, pocas salidas dignas le quedan al inquilino de Los Pinos. De ahí que la telenovela (¿debo decir reality show?) Paulette esté reventando los puntos de rating de la televisión mexicana.
Lo que este teatro televisado en prime time acusa (entre otras cosas) es el hambre de emociones reales que tiene la audiencia, hastiada ya de miles de muertos sin nombre ni rostro a causa de la inpetitud del ejército tan bárbaro como la delincuencia (bien) organizada. La masa bruta quería y reclama mártires rubias, indefensas, inocentes, con nombre en francés aunque no sepa pronunciarlo y de preferencia víctima de la madrastra o de una madre presuntamente cruel. Eso es lo que excita a una gran población embotada por las malas noticias y las crisis. Lo que ésta gente entiende por noticias desventuradas y crisis.
¿Creen que alguno de estos individuos que llora en cada capítulo por el melodrama mexiquense se preguntó por la reforma política del Estado? ¿Se pronunciaron por la última alza a la gasolina y otros productos estos subhumanos que teniendo -algunos y algunas- televisión por cable siguen sintonizando los canales de televisa y tv azteca? ¿Hubo alguna manifestación contra el presidentito de este país por su pésima actuación ante los damnificados y afectadas por el temblor en Mexicali? ¿También hubo marcha del silencio para exigir que los legionarios de cristo y otros curas pederastas y la iglesia misma paguen por sus crímenes contra cientos de jóvenes y niños?
No hubo un solo cacerolazo ni lo habrá. La gente quiere enajenarse indefinidamente (gratis, desde luego) y no reflexionar sobre su jodida realidad de cada día porque está convencida de que ésta es así y ni modo. Cuándo va a despertar esta masa sedada si las telenovelas estúpidas se reproducen como el virus de la gripa AH1N1 y siempre queda una historia de cenicienta qué ver. A pocos y pocas les importa indagar por dónde va el estado de este paisito porque no existe quién guién en esta aventura.
De la celebración de el bicentenario y el centenario sin duda se cuentan por miles quienes están hartos de ese sonsonete. Con un poco de voluntad y mucho menos dinero del que se ha tirado en eventos sin sentido para tal fin, se hubiese destinado una partida para acondicionar escuelas y hospitales con todo aquello que requieren para ser instituciones que presten un servicio digno a una población que reclama esas atenciones. Eso hubiera significado un acto de verdadera justicia social, habría sido más visible y habría involucrado a todos y todas (las personas hubieran realizado servicio social o recibido una paga por participar en el acondicionamiento de dichos inmuebles). Pero no, se ha invertido mucho dinero en realizar obras innecesarias habiendo tantas urgentes.
Pensar la realidad de este país por supuesto que harta, acojona, deprime; lo cual no impide que se ejerza una mínima resistencia ante tanta estupidez gubernamental, cenutriez ciudadana, actos y discursos colmados de sinrazón, manipulación, chantaje. Ya parará alguna vez la sangría de gente que nada tiene que ver con el narcotráfico y ha muerto de manera por demás absurda, sin ser resarcida de ninguna manera, sea en lo económico (para los deudos) o en lo moral.
La guerrita contra la 'minoría ridícula' terminará cuando muere el generalito que la emprendió. Que si existieran los milagros, pediría un avioncito volando a Rusia y un banco de niebla en la pista de aterrizaje al momento de descender, que si hay ensalada rusa y carne polaca, también existe el mole mexicano. Soñar, no cuesta nada. Soñaré.

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