jueves, 23 de abril de 2009

ALGO PARA RECORDAR...

Es 23 de abril y se celebra El Día del Libro; el 22, El Día del Planeta; el Día Internacional de la Danza el 29, y el 30, El Día del Niño, que sigue siendo excluyente porque todavía no se le ha ocurrido a nadie agregarle y 'de la Niña'. En fin, que el mundo zozobra en crisis y creo que no estamos para festejos. Yo no lo estoy.
Los circos que se montaron en varios países tendrán su propia opinión, pero en los que yo participé no existe nada positivo qué manifestar: libros por acá, por allá y títulos no relevantes (para quien esto escribe); eso sí, todos los best sellers luciendo sus estrellitas de campeones. En las librerías los textos estaban al mismo precio alto de siempre -claro, con su respectivo descuento incluido-, para que no se diga. ¿Algún cartel que hiciera alusión al evento? Si lo hubo, no lo vi. La brutalidad de la crisis impidió -quiero creer- que existieran verdaderas ofertas en el precio de los libros, el contexto nacional (curas narcos, curas pederastas y lo que se acumule, eso sí, cristianos jamás, dejarían de ser iglesia católica; como pueden ver, el tiempo me da la razón; sepulcros blanqueados es lo que son, por ser humildes, los curitas y demás zánganos de este país), la violencia en todas sus manifestaciones, el cambio climático, el tiempo electoral, etcétera; no existen condiciones para abrazar precisamente hoy a un libro y decirle: felicidades.
Después de todo, diario acaricio -y leo, of course- a uno de ellos, me acompañan mientras viajo, me alimentan en plena oleada de la cenutriez irreversible, me desaznan, me consuelan, me han acercado al amor y me han permitido seguir vivéndolo. Muchas son las experiencias que me han reportado los libros y no por ello estoy obligado a darles un beso y abrazo hoy justamente (u obligadamente). Incluso, adquirí tres de ellos; uno más me fue obsequiado (gracias a Alá no fue un harry potter ni una de esas 'revelaciones' de media luna, amaneceres y medianoches que copan las vitrinas o estanterías más visibles; tengo mis reservas respecto a ese tipo de textos: pueden bufarme, si gustan) y me dieron un ejemplar para que lo 'extravíe' cuando concluya su lectura. Vale, no estuvo tan mal.
Habrá que ver si regalarán o habrán obsequiado arbolitos el miércoles pasado o si se les hará justicia a todos los niñ@s violentad@s de múltiples manera el día 30. Seguro que el Vaticano pedirá perdón a todas esas criaturas nacidas a la fuerza y que pasan hambre, explotación -de la que se les ocurra-, malviven en las calles y están excluidos de muchos de los privilegios que goza la jeraquía eclesiástica y la polítca y la empresarial... en fin, ojalá el próximo año, si aún nos queda planeta, ojalá se encuentren un libro al que puedan decirle más que felicidades, sobrevivimos.

1 comentario:

David dijo...

Es cierto, no hay mucho que celebrar, tanto para el dia de la tierra como para el del libro, muy bien lo has escrito.

Un cordial saludo