domingo, 10 de abril de 2011

CENUTRIEZ Y MUNDO

¿Es mi responsabilidad que exista tanta gente cenutria*? ¿Debo solidarizarme con quien vive su cenutriez? ¿Hasta dónde alcanza mi deber con el prójimo? Refiero lo anterior porque en este paisito disentir está penado. Escribo disentir, que espero sea comprendido por quienes prefieren todo 'peladito y en la boca'.


Leí la respuesta que Elvira Lindo da en su espacio en EL PAÍS a quienes le reprochan (sí, furibundos pequeñocerebrales que los hay y en abundancia) que haya asistido (y compartido con sus lectores) a un concierto en el Carnegie Hall a escuchar la Misa en Sí menor de Bach. ¿Qué le pudo a los memos? Que ella relatara ese suceso, y los otros no entendiéndolo como una crónica, presos de la envidia, han pretendido destrozar a la articulista. La contestación que la escritora da en la edición dominical me gusta. El tono, la adecuación (recuerden que son lerdos quienes decodificaron con sesgo de clase el texto) y la coherencia del artículo.


Si eso le ocurre a ella, autora reconocida, ¿qué no le pasará a un simple opinador que escribe su blog como desahogo (eso es) y para compartirlo con quienes se toman el tiempo para leerlo? No escribo para darle el gusto a nadie, ni para dictar línea, ni para celebrar a quienes tienen el poder. No me pagan por escribir. Escribo porque puedo hacerlo. Que haya quienes se incomodan por lo que escribo, qué se le hace. Es sano disentir, en el entendido de que quien lo hace, argumenta sus razones y se establece el diálogo, no para vencer una opinión sobre otra, sino para favorecer el encuentro.


Pero ¿qué sucede acá? Pues igual que como en España, y en otras partes de este mundo que va rumbo a peor, la gente dice 'eso no me gusta', tira la piedra y esconde la mano. Esa pedagogía de lo cobarde que se celebra a mares. Lo he visto en lo real y en lo virtual, sucede así en el Cielo como en la Tierra. No es que sea lo lógico, sino el camino más fácil (por torcido) por el que se encauza quien gusta. Para no caer en ello existe la teoría (que hay que leer, entender, comprender y no únicamente reproducir merolicamente). Pero como en este paisito la teoría se entiende (cuando se entiende) como:

a) Privilegio burgués, luego entonces, inútil (según quien lo entiende así).

b) Vanal, porque la acción es lo (más) importante.

c) Manera absurda de invertir el tiempo (habiendo tanto qué hacer)


Pocos y pocas son quienes se inmiscuyen en los campos del saber y del conocimiento que dan herramientas para que la acción no sea mero impulso de bárbaros. La masa ha de ser tal, sí, pero no cenutria. Quienes creen que lo teórico está reñida con el activismo (y visceversa) no pasarán de ser bienintencionados. Marchar (en la manifestación que sea) para tener la conciencia tranquila, es como quien copia y pega la información de algún portal de la Red y presenta la tarea como si el deber hubiera sido cumplido a cabalidad.


La teoría no es privilegio sino necesidad. La teoría sin movimiento es agua estancada. Es posible encontrarse a medio camino entre ambas orillas, claro, sólo si se quiere. Si se aprende a debatir, si se quiere debatir para destruir lo que no sirve y de/construir otras realidades (no necesariamente deben ser nuevas) que se correspondan con las necesidades reales de los sujetos no la de colectivos o grupúsculos. Egoístas, malintencionados, zafios, siempre habrá. Pero todos caben, cuando se sabe disentir (ergo, dialogar), lo cual, en este paisito, como en otros, parece estar prohibido. ¿Debo asumir mi responsabilidad por ello? ¿Hasta dónde me alcanza mi deber con el prójimo? Ser cenutrio, hasta donde sé, se conforma solo.


Plus cultural: *cenutrio: persona poco hábil y de corta inteligencia. Lerdo, zoquete.

No hay comentarios.: