lunes, 2 de mayo de 2011

LA VIDA DESPUÉS DE BIN LADEN

¿Es el mundo un sitio más seguro tras la muerte de Osaba Bin Laden? ¿Se justifica el regocijo de muchos devenido en fiesta patriotera? ¿La euforia de la muerte violenta de este sujeto restituye la dignidad a las víctimas de los atentados mandados a hacer por el difunto? ¿El carnaval en lugar del duelo, dignifica la memoria de quienes ayer lloraron y hoy saltan jubilosos?




Me parece que el festejo desmedido, independientemente de las múltiples razones que puedan existir para celebrar, es un señuelo para quienes, sumidos en su pena, pueden interpretar este gozo como una afrenta a su muerto. Después de todos, Bin Laden era una persona (con todo y su proceder cuestionable) y su muerte es digna de ser llorada por algunos. Pero es común, que seres triunfalistas, den cabida a emociones que una vez agotadas no han enriquecido ni aliviado el ánimo. Pasada la euforia, la resaca revelará, que diez años después del 11-S, los muertos siguen estando muertos, y lo perdido, perdido está para siempre.




El carnaval avivado desde altas esferas políticas es mera llamarada de petate: incluso brincan de gusto seres que no tienen vela en el entierro, tal es la memez de bastantes. Y cuando el combustible cese, descubrirán que la vida, el mundo, en realidad no habrá cambiado mucho. Quizá un poco ellos, que en su euforia habrán dado salida a sus represiones, pesares, deseos de venganza (que no de justicia), desquite, revancha. Más allá de ello, la pátina existencial sigue cubriendo el día a día de este mundo de suyo convulsionado.




Vender la idea que tras la muerte de Bin Laden el mundo será más seguro, es como regar con agua reciclada un jardín de flores de plástico. Ni las absurdas, invasivas y abrumadoras medidas de seguridad de aeropuertos, embajadas y otros sitios serán eliminadas ni bajarán la guardia. Y para tener el control (el miedo) de la población, surgirá otro 'malo' a cual atacar, otro enemigo dañino en potencia y que merece ser destruido.




La construcción de un otro hostil, permite que quien tiene el poder lo conserve y manipule a voluntad, el miedo de sus gobernados, tal es la lógica de las sociedades contemporáneas, aniñadas, zozobrantes, pusilánimes, artríticas. Demandan al ogro que los cuide de otros más malos, sólo porque han oído que los hay peores que el que los tiene cautivos.




No me sumo a la celebración de la muerte de Bin Laden, en su calidad de persona, merece más honra que la de un muerto exhumado para ser exhibido y captar almas/euros. Qué pena que la muerte violenta de un sujeto, sea motivo de júbilo para quienes no han sabido asimilar el dolor, la pena, la derrota; sin perdón, no puede haber descanso. La guerra, creo yo, continúa.


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