domingo, 3 de julio de 2011

DESAPARECID@S

Desaparecido. Si en algún momento de la historia de las sociedades era común decir o escuchar las palabras: anarquista, rojo, partisano; las que desbordan el top actual son desplazado, ‘sin papeles’ y desaparecido. Todas remiten a realidades dolorosas pero la última alude además, a una no-realidad. A una situación en trance que permanece precisamente por su ausencia.


En la pretendida bellaXalapa rebosante de basura, sitiada por el ruido, paralizada por el exceso de autos, des/gobernada artríticamente por el alcalde devenido mujercita, ahora se acumulan en las paredes, espectaculares y postes, carteles con imágenes de varones y mujeres, jóvenes en su mayoría, que son buscados por sus familiares. Los habitantes más presentes en esta ciudad fea, son los desaparecidos.



Y como ha de suponerse, el alcalde devenido mujercita cree que si él fue capaz de performarse y ser otra, bastará con desear que los ausentes aparezcan para que acontezca así, milagrosamente. Si la pasada gubernatura (y la alcaldía por arrastre) pecaba de omnipresencia, la actual adolece de estampa y efectividad: lo que distingue a los nuevos gobiernos es su ineptitud.


Por ello, ante la falta de resultados contundentes, feaXalapa vive de las puntadas de su testa necrocefálica. La novedad: bicicleta en familia. La comuna ha convocado a que los domingos las familias paseen en bicicleta por las calles atestadas de autos de esta sacrificada ciudad, ¿para qué? lo ignoro, querrá que todos devengamos bicicleta como él/ella lo hizo.



Y cuando escribo sacrificada no exagero. Si la actual situación de la ciudad del estado no se publicita en los medios no significa que vivamos en el mejor de los mundos posibles. Callar y ocultar la realidad no la modifica. El hampa teje sus redes y lentamente estamos cayendo en las garras de la ingobernabilidad -política- y a la vez en la eficacia de un poder alternativo que sí está organizado y que funciona.


De ahí que los desaparecidos aparezcan por todas partes, que las ausencias se hagan presentes en los espacios públicos de la ciudad, que los muertos sean nombrados –cuando así ocurre– como bajas colaterales, que las balaceras se denominen operativos y a la ineptitud se le llame gobierno.



Desde esta realidad escribiré mientras esté presente y en tanto sea posible hacerlo. Ahora sabemos que la rojez no ha sido lo peor que hemos vivido en Veracruz. En la incertidumbre que estamos habitando cotidianamente, la única pregunta que me hago cada día es: ¿cuántos desaparecidos habrá hoy?

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