miércoles, 12 de marzo de 2008

DE SIBERIA AL RIO NILO EN 108 MINUTOS


A todas las mujeres en la celebración de su día internacional.


De mujeres accesorios y de héroes imprudente está poblado el universo de Hollywood. Los protagonistas de las historias épicas repiten con fidelidad veracruzana una serie de clichés ¡en serio! No estoy aquí para discutir si el cine debe ser diversión o copia de la realidad. Ni siquiera me interesa poner en el debate los aciertos del cine de entretenimiento. Lo que ahora me interesa es señalar cómo las producciones “gringas” contribuyen a reproducir los estereotipos femenino y masculino contras los cuales se combate desde los estudios de género. Desde la pantalla, el establishment estadounidense contribuye a afianzar los roles sociales (lo que tradicionalmente llamamos femenino y masculino) que parten del sexo biológico –lo cual no justifica tales actuaciones- y que tanto daño han hecho a las relaciones entre mujeres y hombres.

El reloj marca 10000 A.C: ella aparece –un pelín percudida- vestida de Prada y maquilladísima por Alexander MC Queen. Él, y ellos en general, apuestan por modelos salidos de la factoría de los gemelos Squared. Ella bonita y virginal al extremo. Él virtuosamente cobarde. Ya se sabe que sin sanción no hay redención, sin prueba vencida no hay triunfo. Dejaré de lado (intentaré, pues) ese estilo “híbrido” que poseen las producciones hollywoodenses de los últimos años para contar sus historias: mamuts en el delta del Nilo, tigres dientes de sable dando un tour en la sabana africana (¿o de dónde venían los negritos del show?), pollos-velociraptor-dodos merodeando en la selva ¿euroasiática-africana? En este escenario de campo temático (así ven el mundo las personas educadas en el aprendizaje por competencias, ¿visteS esther-josefina?), las mujeres cumplen papeles sociales tradicionales: madre, sabia, esposa, hermana, recolectora bruja, adivina y princesa (la cereza omnipresente del pastel romanticoide); y los varones: guerreros, cazadores, soldados, reyes, vigías que guardan la seguridad de la comunidad. Y en el relato tradicional (anquilosadamente clásico) la historia la desencadena ella. Por culpa de ella, perdón, gracias a ella, el héroe –que para entonces todavía no es héroe- tiene que emprender una larga travesía, sortear toda suerte de pruebas, demostrar que es el macho más fuerte de la tribu y que por lo tanto se merece el premio y el codiciado trofeo siempre es ella.

En la mencionada cinta ella es bonita, pero imprescindiblemente accesoria (para disgusto de feministas y sensatos): seductora contra su voluntad, coqueta por exigencias del guión. Y encima debe cargar con el hecho de ser la causa de las desgracias, que su presencia, acarrea al pueblo. ¿Por eso la llamará bruja toda la película un hipermacho que ha sido seducido por ella? En tanto que él es guapo y joven, ergo, inexperto –siempre en la óptica made in usa- memo, imprudente pero con gran corazón; eso sí, siempre elegido por los dioses. O sea que en ningún momento hombres y mujeres poseen libertad de acción; carecen de libre albedrío, cumplen tradicionalmente su papel. Ni qué decir de la otredad; ésta se ridiculiza (se feminiza; lo que los guionistas entienden por feminidad). ¿Recuerdan a Xerxes de 300? Acá los sacerdotes y la deidad aparecen travestidos, enjoyadas con accesorios de Versace. Si hasta el peinadito de Allegra les pusieron a los varones de una tribu guerrera. Supongo que ninguno o pocos de los espectadores se sintieron identificados en estos esquemas. Sí, ya sé, se trata de un espectáculo y a éste se va a divertirse no a aprender historia. Pero el cine (como la TV y la radio) también informa –desinforma- y (mal) educa mientras a entretiene (enajena).

Quizá por eso prefiero algún tipo de cine europeo (el de autor, el denominado de arte) en donde se suele hacer –al menos más que en el cine gringo- una crítica más puntual de los roles tradicionales que nos obligan a representarnos mujeres y hombres; cito como ejemplo El hombre de su vida, una película francesa que muestra un interesante tratamiento de la homosexualidad soterrada de un varón “exitoso”. Pero en el reino de Hollywood todo es posible: ¿acaso no la tribu de la alta montaña no termina sembrando maíz? De puro milagro no lo cultivaron en la nieve. Sí, lectores, la humanidad pasó de practicar la caza a la agricultura en 108 minutos. A una velocidad mucho mayor con la que se pretende evolucionen las relaciones entre mujeres y varones.


Texto escrito originalmente el sábado 8 de marzo de 2008.

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