sábado, 9 de mayo de 2009

¿QUIÉN PUEDE ABORTAR?

Es sábado caluroso y el primer fin de semana que la gente saldrá en tropel después de que la epidemia de influenza reculó (quién sabe a dónde) en la ciudad de México y por ende, en el resto del país. Mera especulación. El caso es que lo que no retrocede ni muere con ningún virus es la estupidez de quienes nos (des)gobiernan.
El estado de Guanajuato ha amanecido -y como regalo de día de las madres ¡en la madre!- con una ley que impide el aborto en cualquier circunstancia bajo las cuales haya quedado preñada una mujer. De manera que si violan a la esposa del gobernador de dicho estado, ésta parirá al bendito fruto de su vientre. ¡Jesús, qué horror! Dirá ella y buscará la manera de hacerse lavar de ese producto no deseado. Dichosa ella que ha creído.
Pero ¿qué pasará con aquellas que no pueden darse ese privilegio? Porque ahora será uno, y como tal caro, difícil, casi imposible. Todo porque la clase política piensa en votos que se traducen en poder y en dinero, mucho dinero, antes que en la realidad de este país. Pensarán -¿piensan?- que como han muerto muchos por la epidemia, y morirán muchas más, habrá que equilibrar el crecimiento constante de la población mexica y mundial.
Sigo creyendo que cada cuerpo debe decidir sobre su cuerpo y no permitir que sean otros quienes se nos impongan. Ojalá los hospitales del DF abran sus puertas a las mujeres y hombres que peregrinarán hasta sus centros para lograr liberar a una mujer de una culpa, la cárcel, de una situación que no desean vivir y que en sus linderos les es impuesta por decreto.
Ojalá pudieran parir esos hombres que defienden el embarazo a ultranza (¡me oyes, Norberto, Ratzinger y demás caterva de alimañas vergüenza del género humano, más que masculino!) y vivieran en primera persona lo que esto implica, máxime si éste es producto de una violación.
No puedo razonar ahora; soy víscera y estoy furioso. Da lástima saber que mientras en otras partes del mundo se construye una legislación que le devuelva a las mujeres la libertad para decidir sobre su cuerpo, acá seguimos creyendo eso de Creced y multiplicaos.
Es indigno pensar que el único fin de una mujer sea el de ser madre (y en el caso de México, este rol viene acompañado de un tufo de victimismo y alta tracición). Pero la culpa es del indio (y de la india) que sólo se siente realizad@ cuando vea sus hijit@s correr por la milpa, aunque tengan hambre, no vayan a la escuela, incrementen el grueso de las estadísticas de la pobreza. Quiero ver yo a Dios acogiendo el día a día de estas criaturas que nacen y nacerán por decreto de gobiernos cenutrios como el de Guanajuato, aunque sobran, estados ejemplos. Viva yo para ver caer, tanta estupidez humana.

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