domingo, 16 de enero de 2011

CUIDADO CON Mr.e

Para ser maricón hay que tener muchos huevos. Para asumirse lesbiana, también. Seguir la ruta más concurrida, la que sigue la masa, inercialmente, sin cuestionarla, es tan sencillo como aspirar profundo y tomar del aire el oxígeno para vivir. Pero subvertir ese orden naturalizado y deconstruirse en aras de adquirir una nueva identidad, implica un esfuerzo enorme y pagar un coste (social, familiar, aún personal) muy alto. El resultado: la libertad. Sin duda, vale la pena.

Me duele el alma. Y mucho. Estoy cansado. Bastante. Sin embargo, dejar de resistir es empezar a aceptar que la vida tal como va en este país, en esta ciudad, es la conveniente; la constatación de que vivimos en el mejor de los mundos posibles. Y no es verdad. Saber que existen geografías peores no me basta para sentirme aliviado. La existencia en esta ciudad empieza a ser insufrible.

Al primer ataque certero del narcotráfico acaecido en días anteriores, sigue la persecución homofóbica orquestada desde el ayuntamiento. El alcalde, hasta hace poco mujer travestida de caballero, descubrió que odia a los homosexuales y ha emprendido una razzia contra gays y lesbianas. Su sueño de embellecer a Xalapa pasa por limpiar a la ciudad de maricones sin reparar en la suciedad de su closet.

Su actitud hipócrita me asquea más que la basura que desborda las calles de la ciudad. Desmemoriada, tirana, falsa, hasta antes de hacerse con la alcaldía se jactaba de ser la samaritana que acudía al auxilio de los pobres, la voz (radiofónica) de quienes clamaban justicia; la defensora de los desamparados. Ahora que tiene el poder, travestida de mujer trajesastreada, labial y zapatillas, ataca a la comunidad que seguramente votó por ella: yo jamás. Así como hay lobos que visten de ovejas, hay maleficios con apariencia de bien.

Y a pesar de los malos tiempos que se avecinan para la comunidad LGBT no existe respuesta de parte de sus integrantes. Un colectivo invita a protestar por las acciones municipales y sólo acuden unos cuantos que se diluyen entre la multitud transeúnte. La desgracia de este pueblo no es solamente ser pobre de oportunidades sino miserable de pensamiento. Acrítico, irreflexivo, apolítico, conformista, ignorante, valemadrista, no sabe cuándo defender su libertad y sus derechos y cuándo acudir en gozosa y ciega masa a pedir su sombrilla y camiseta del candidato y partido en turno.

Un pueblo no solamente tiene lo que se merece sino lo que se empeña en mantener. Éste, el mexica en general, y el xalapeño en particular, vive bajo el desgobierno de pretendidos políticos que ignorando en qué consiste su función, viven para expoliar a la sociedad ingenua que los coloca en el poder. Y que a cambio, le da migajas que si bien no quitan el hambre (todas las hambres), al menos no la agiganta.

Es triste observar cómo la degradación de una sociedad empieza por la desidia de sus habitantes por no participar en nada que les incumbe, delegando la responsabilidad en otros más irresponsables, hasta engarzar una cadena de desdichas, vacíos de poder, corrupción, caos, miseria e ignorancia infinitas.
Toda dictadura empieza por una renuncia decidida a defender la libertad propia y la de los otros. En Xalapa, son bastantes, quienes creen que un superhéroe travestido los salvará de su mediocridad. Yo, no me la creo.



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