domingo, 5 de julio de 2009

FUI, ANULÉ Y PARTÍ...

Lo primero que dije al llegar a la casilla donde me correspondía votar (en Xalapa) fue buenos días. ¿Alguien me escuchó? Tal vez el viento, ninguna de las vacas funcionarias de casilla me respondió. Luego vino el chistecito barato de un sujeto: ¿eres tú el de la foto? Y respondí manteniéndome a la altura intelectual de mi interocutor: no, soy una copia de mí mismo.
Fue lo último que dije. Tomé mi papeleta, le escribí una maravillosa frase de Tom Spanbauer: La compulsión lúcida de actuar polémicamente cristaliza mi libertad. Para ello usé un plumín de tinta azul rey y salí sin decir gracias. Nunca me ha gustado forzar a nadie a ser amable cuando no existe tal posibilidad en su estructura neuronal o genómica, para ser menos imprecisos.
Avancé con esa extraña felicidad que me cubre lo domingos cuando no tengo que cumplir con una jornada laboral y avancé rumbo a espacios más amables y menos habitados por sujetos de moral primitiva... Viva la democracia, pensé, en la mente de quienes aún sueñan.

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