miércoles, 10 de marzo de 2010

MATRIMONIO ENTRE PERSONAS DEL MISMO SEXO



Este jueves 11 de marzo de 2010, en el bicentenario del inicio de una malograda independencia (que así es, aunque duela) acontecerán los primeros enlaces matrimoniales (que no las pestilentes alianzas partidistas) entre personas del mismo sexo en el DF. Y aun cuando me mantengo en pie de lucha precisamente por el reconocimiento del derecho a una ciudadadían plena, no pensé vivir para presenciar tal hecho.


Dicha realidad me conmueve, me emociona, porque independientemente de si alguna vez casaré o no, celebro que sea posible. Una isla pequeña en un océano de un conservadurismo que se convierte en abismo.


Cientos de años viviendo al margen de las prerrogativas del matrimonio concebido como un pacto (voluntario) entre un hombre y una mujer, se entiende que adultos, cabales, autónomos. Existiendo en el limbo de los derechos civiles pero cumpliendo puntuales (la mayoría) las obligaciones con el Estado.


La posibilidad de contraer matrimonio no desencadenará un tsunami de bodas ni de adopciones ni de divorcios pasada la euforia del Gran momento. Nadie se ahorca solamente porque tiene en sus manos una soga. Lo que sí me gustaría que sucediera de manera masiva, es la recuperación de la dignidad de los sujetos sexo diversos que se han mantenido, la mayoría de las veces, en la sombra o en la penumbra por el simple hecho de no acatar la heteronorma.


El matrimnio devuelve una visibilidad re-dignificada y posibilita la asunción a una (verdadera) ciudadanía. Esto es lo que significa para mí el derecho al matrimonio y a la adopción. La posibilidad de empezar a vivir de otra manera, la digna, al fin. Falta todavía mucho, sí, pero hagamos un alto en la batalla y que empiece la fiesta.


¡Enhorabuena a aquellas y aquellos que desde ya comienzan a disfrutar de este derecho!


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