lunes, 5 de julio de 2010

FORMAS DE SUBORDINACIÓN

Amanecí doblemente aterrado. Terror al conocer el porcentaje de personas que votó por el candidato rojo. Pero mi terror alcanzó niveles hiperbólicos al constantar la cantidad de votantes que lo hicieron por el PAN. ¡Jesucrista! Entre dos males no queda resquicio para la esperanza. Y apenas un lugarcito para la resistencia.
Que la gente se haya volcado en masa por el más ñoño (estrictu sensu) de los candidatos parece casi natural; con la maquinaria del poder a su favor, las votaciones devinieron en mero trámite de-mo-crá-ti-co para alzarse vencedor y heredero de la corona. Pero que aún existan personas que pese a la traición que su partido les hizo al imponerles un candidato externo (por decir lo menos) haya votado masivamente por él, no sólo es signo de preocupación social en la cada vez más cercana víspera de la celebración de los doscientos años del inicio de independencia (que no acaba) de este país, sino un metro patrón que mide el nivel altísimo de zafiez del electorado.
Votar por cualquier candidato ya comprometía no sólo la dignidad de las personas sino su calidad ética: el PRI al hacer suya la propuesta de pena de muerte, cenutriez por la que apuesta el verde ecologista (¿alguien me explica cómo un partido provida puede estar al mismo tiempo a favor de este crimen?) se hace cómplice del hambre de venganza que tiene ese partido oportunista. No comprendo que por un lado medio país se arranca la piel ante la ley que permite la interrupción legal del embarazo, dice NO a la eutanasia, y por otro, brinca excitada ante la propuesta de pena de muerte en un país donde el concepto impartición de justicia llevaría a la creación de crematorios para indígenas, pobres, no-heterosexuales que son quienes aspirarían a semejante premio.
Apostar por el azul era decir poco menos que welcome, hermana violencia. La tiranía como práctica estatal; la represión más sanguinaria desde los tiempos de las dictaduras del Cono Sur se instalaría en nuestra cotidianeidad. Y hubo miles que creyeron en "de tu seguridad, yo me encargo". ¡Crista muerta y resucitada! ¿Acaso desapareciendo gente es como se volvería más seguro el Estado?
De las otras opciones mejor no referir nada; en este paisito donde todavía 'vende' el regalar playeras, gorras, globos y demás chácharas para ganar votos, qué puede esperarse. Seguro más de una o de uno dijo en su fuero interior amueblado estilo televisora de señal abierta: si perdió mi selección, que gane mi gallo. Áunque éste más bien parezca gallina, ojalá al menos, nos resulte ponedora. Así sea.

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