viernes, 30 de julio de 2010

HOMOFOBIA IN SITU

La desiguadad se transmite de padres a hijos, concluye contundentemente el PNUD en su informe de 2010. Pero no nada más la pobreza es la que se pasa de una generación a otra, también las expectativas, las inercias, la corrupción y la homofobia, entre otras linduras que se heredan celosamente.

Hacia muchos años que no ingresaba a un bar o video bar (pretendidamente) heterosexual. Y no es que me urgiera romper la larga cadena de meses acumulados y entrar a un espacio de éstos, sino que cuando te toca, ni aunque te hagas a un lado, por muy Queer que se sea. La noche de este jueves, la madrugada, mejor dicho, he vivido el "Não podes fugir. Ao negro fado brutal" como dice el vate.
Con los pasos imantados por la noche porteña, soporífera, asfixiante, de repente me vi dentro de un local (digámosle así) de música viva (jamás he entendido el concepto) y ambiente heterofestivo. Y ahí estaba yo, con mi queeredad a cuestas escuchando (oh, aflicción para el oído) trova (en pleno 2010) y otras cancioncitas con ese toque contestatario ya caduco. Lo que es que a mí, esas ondas no me gustan pero puedo asumir con estoicismo una tanda de rolas y presumir que a mí también me duele una parte del mundo.
Hasta ahí. Lo que siguió fue un momento desagradable, para mí, of course, que la concurrencia estaba excitada, eufórica, como mirando a su selección en el mundial. Una tanda de chistes sobre putos, jotitos, maricones y demás fauna ajena al prestigioso circo heterosexual, adaptaciones con letras homófobas a melodías que se coreaban con gusto, imitaciones cliché de la cara menos favorable de la diversidad sexual y más. Y la tribu celebraba con vivas y hurras el asunto. De este modo, el júbilo era el combustible para el chou homófobo que desbordaba ánimos y enjundias. Hasta un actorcito de TV del que las revistas de chismes han dado cuenta de una supuesta homosexualidad, animaba las chanzas de corte no heterosexual.
Que una situación así de pie para hacer escarnio de otras prácticas sexuales diferentes a las heteronormadas, puedo entenderlo, que no justificarlo. Pero quedarme ahí y con mi presencia manifestar mi aprobación a ese tipo de prácticas y discursos, nuncamente. No tomé ni agua y en cuanto pude, abandoné el lugar con la sensación de haberme liberado de la mierda que me asfixiaba. Que la gente buga (alguna, claro) se divierta a costa de ridiculizar a los demás, puede venirle en los genes: cada quien tiene los espacios lúdicos que su inteligencia le alcanza y su imaginación le procura.
Lo detestable es que tal celebración de la homofobia se transmite virulentamente y contagia lo que toca, de modo que ninguna campaña contra las prácticas homófobas logrará su cometido si es bastante lo que el sistema heteropatriarcal realiza para mantener su orden.
Yo abandoné el lugar para volver a la noche calurosa, a la ciudad con sus Furias y sus hibiris. Atrás quedaba el mal sabor de una estancia obligada en el averno buga, al que espero no tener que volver en mucho tiempo. Si es jamás, mejor.

1 comentario:

gerfarfan dijo...

Hola.
Acabo de encontrarte y leerte. Me han gustado mucho tus comentarios, particularmente este. ¡Cuánta razón tienes! Y sin embargo... existe.
Saludos.