jueves, 1 de julio de 2010

(ME) MANIFIESTO AMARGADO

No votaré este domingo y tampoco ningún otro. No me siento representado en las voces hegemónicas y obtusas que dicen buscar mi bienestar. La palabra ha sido confiscada. He decidido actuar irresponsablemente.
No votaré y no siento remordimiento por ello. He sido civilmente responsable tantas veces y he sido timado por el juego sucio de las urnas tantas veces que me declaro vencido. He agotado la dosis de esperanza que tenía en la democracia y no moveré un pie para cumplir con un deber -qué irónico se lee- cívico. ¿Acaso lo cumplen los candidatos? ¿Hay una moralidad cívica -válgase la expresión- en las candidatas? Quieren poder y punto. Votos que legitimarán su pútrido ejercicio despótico, sus ansias de sentirse alguien, creer que son alguien, ser nombrados y reverenciado, luego entonces, saberse alguien. A eso se reduce su verborrea pro democrática.
He perdido la confianza en la democracia de este pais como en su momento me deslindé del discurso religioso. Y una vez apeado de ciertos proyectos, el proceso es irreversible. Sí, soy un pesimista que no admite treguas ni está abierto a negociaciones para mirar las cosas diferentes (que en realidad son todas rojas).
No existe verdadero interés en las instancias políticas ni económicas de querer variar un poco la dirección de un discurso y acciones sin sentido para la mayoría, que no para quienes las orquestan. Vivimos bajo la tiranía de la mediocridad y la inteligencia disney: observen cómo cualquier acto burdo causa la hilaridad de los espectadores. La mayoría actúa como si fuera protagonista de las múltiples series (teens o no) de la factoría referida.
¿Cómo dialogar con un sujeto infantilizado, dopado, reprimido, condicionado, sujetado, normalizado, desconcientizado, enfermo? ¿Es posible hablar con alguien que celebra el triunfo de su equipo favorito sin que haya empezado ningún torneo? ¿Está habilitado para discutir el teleadicto a la misma historia telenovelada que apenas modifica la trama y el nombre de los personajes? ¿Hay posibilidad de encuentro o confrontación con quien cree que si no reza a una deidad le irá mal?
Ya no entiendo nada. A mí la posmodernidad no me ha puesto el mundo al revés sino dejado fuera del mundo. Entiendo la posmodernidad no como caos sino como ignorancia globalizada y devenida en valor al que no puedo acceder. Finalmente, el problema no son los otros sino yo, que no he sabido adpatarme al nuevo modelo. Miserere mei, Deus, que no espero nada.

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