sábado, 12 de septiembre de 2009

DE HOMOS Y HETEROS

a K-TV
Cuando la herida se vuelve privilegio
Grítame loca y volveré el rostro para sonreírte: llega la hora en que las palabras dejan de herir y de crear realidades grises, monótonas, que duelen. El mundo es de los audaces, se suele decir, y cuando tú lanzas la pelota yo ya batee a home rom. La suerte de la jota, la buga la desea. Aunque lo niegue.
He referido que la heterosexualidad no tiene que buscar el camino pues éste le ha sido señalado a priori; también he mencionado que sólo la homosexualidad tiene que rehacerse, luego de despojarse de aquello que le es inservible para continuar el recorrido hacia sí mismo. Los intersexuales, los hermafroditas, los travestis y transgénero, también tienen que inventarse la hoja de ruta, la geografía y la brújula que los llevará a su destino. La bugueza la tiene fácil y sin embargo, está en crisis; la rareza, la pandilla Queer, acostumbrada a vivir en la contingencia, asume el caos como con más naturalidad.
Anda. Que le extiendo panegíricos a los raros y deslegitimo a los normales. El blog es mío y escribo lo que quiero. Que no me dicta nadie más que mi deseo o mi necesidad, que a veces, son lo mismo. Nada tengo contra unos y tampoco estoy tan a favor de los otros, que a mí lo que me interesa es la persona. Sus denominaciones de origen son mero trámite (para mí).
Y sin embargo, manifiesto cierta predilección por apostarme del lado de los marginados, los que han quedado afuera del establishment, junto a los que no son siempre correctamente políticos. Estoy del lado de quienes quieren justicia; y que la exigen porque la necesitan, porque han sido expoliados, colonizados, expulsados de sus propios cuerpos, territorios, geografías, deseos, sueños. Y hasta donde sé la justicia tiene precio (¿quiénes están dentro de la cárcel y quienes fuera? ¡Al diablo el romanticismo! ) Pero de a poquito creo se le puede pagar. Con la mano extendida o contando mis moneditas sé de qué lado estoy.
Cuando el privilegio se torna herida
Si hubiese nacido hetero me habría vuelto gay: como Zerolo, como Mercury, como Elton John. La heterosexualidad transgrede, pero aunque lo haga mucho siempre lo hace dentro de los márgenes que previamente ella ha extendido normativamente. O sea, que peca con el permiso de Dios. Y así, considero, no tiene chiste. Es como lanzarse al abismo sabiendo que abajo se extiende la red. En cambio la homosexualidad es transgresora desde el principio ¿cómo puede nacer un puto de dos personales normales? Para mí –siempre he creído eso- que algo fallido hay en el gen buga que luego se achaca a otro denominado gen gay que para más inri, no aparece. Igualito de fugitivo que el monstruo del lago de Ness y pie grande. Pero sus efectos son altamente visibles. De colores.
Ha sido la heterosexualidad la máquina de hacer niños y niñas con la que ha poblado el mundo de hambre, injusticia y miseria por citar males menores. Para referirme a los grandes debo nombrar a la iglesia, la católica que es la que más conozco. Digamos, mi consentida.
Me pregunto, ¿habrá algunos homosexuales metidos en las causas que originaron la crisis económica mundial que asuela a más de medio planeta? ¿Habrá algunos implicados en las empresas que contribuyen al calentamiento global? ¿Existirán algunas que practican la trata de blancas? Yo digo que sí, que las hay malas y malos, allá y de este lado de la orilla. Bugas
y gays.
¿Qué esa brama? Me dirán algunos y algunas. Ninguna. Solamente me he puesto a escribir mientras pasa la lluvia de esta tarde que me impide salir de mi guarida. A escribir y a deambular con el pensamiento por la amplias avenidas de la vida diaria. Si en las actuaciones cotidianas no somos tan diferentes, ¿por qué la elección del deseo nos marca una raya que plantea la diferencia entre estar dentro o afuera, ser normal o raro, incluido o excluido, con privilegios o jodido?
Detrás de todo clasificación se mueve un interés mayor que el de ordenar. En este caso, ignoro qué mueve a seguir chingándonos con la naturaleza del deseo y el origen y la desembocadura de éste. Pero mientras no se escuchen las voces de unas y de otros, seguiremos en este ruido que sigue dando el privilegio y el castigo arbitrariamente –sé que soy ingenuo cuando dudo- a los cuerpos de las mujeres y al de los hombres.
Y yo que quiero un mundo nuevo… tendré que comprármelo a paguitos, si no me alcanza para pagármelo de contado, o la justicia que también la necesito.


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