Lo que más me desagrada de septiembre es que a la mitad del mes lo afean las denominadas ‘fiestas patrias’. Sí, que soy anti mexica (como si la clase política con todas sus prerrogativas diera muestra de solidaridad y amor patrio), que mi amargor intenta en vano quitar la dulzura del orgullo de ser mexicano, que soy un ingrato porque nunca reconozco lo lindo de este México jodido y malquerido. Soy traidor a la patria porque no veo Televisa.
Pues por ese famoso “Grito de Dolores” que se repite metástasicamente en todo el territorio es que detesto (un par de días) este mes de septiembre. Si no fuera por la irrupción del otoño, esta estación sería la más cruel del año.
¿No repara la gente en lo ridícula que es toda esa pompa de plástico, cohetes y adornitos de colores con foquitos fundidos que afean fachadas, calles, negocios y escuelas? ¿No se descubren insanos tragando antojitos esa noche ‘patria’ cuando es la masa y la grasa el sostén de cada día de millones de mexicas? ¿Se puede celebrar a la patria, reclamar el orgullo de ser mexicano cuando hay una clase privilegiada que vive sin padecer la crisis a cuesta del erario público y el resto muriendo de a poco a causa del hambre que provoca la corrupción, el desempleo, el narcotráfico y la iglesia católica? ¿No existen otras maneras de manifestar el afecto por la tierra en la que uno nace, vive y muere?
¿Qué necesita la ciudadanía para despertar de su letargo y empezar a luchar contra tanta injusticia social? ¿Por qué no se apaga la televisión y la radio y se empieza a leer aunque sea una revista del corazón? Lo más feo de este mes de septiembre es la absurda campaña de basura tricolor que se hace pasar por adorno manifiesto de un orgullo nacional y que nada tiene que ver con lo que significa ser ciudadano en el siglo veintiuno.
Celebren México, mexicanitos y mexicanitas, después de todo, quizá en ello sí tengan capacidad de decisión y regalarse la felicidad aunque sea por una noche. A mí, me da flojera. ¡Sobreviva México!
Pues por ese famoso “Grito de Dolores” que se repite metástasicamente en todo el territorio es que detesto (un par de días) este mes de septiembre. Si no fuera por la irrupción del otoño, esta estación sería la más cruel del año.
¿No repara la gente en lo ridícula que es toda esa pompa de plástico, cohetes y adornitos de colores con foquitos fundidos que afean fachadas, calles, negocios y escuelas? ¿No se descubren insanos tragando antojitos esa noche ‘patria’ cuando es la masa y la grasa el sostén de cada día de millones de mexicas? ¿Se puede celebrar a la patria, reclamar el orgullo de ser mexicano cuando hay una clase privilegiada que vive sin padecer la crisis a cuesta del erario público y el resto muriendo de a poco a causa del hambre que provoca la corrupción, el desempleo, el narcotráfico y la iglesia católica? ¿No existen otras maneras de manifestar el afecto por la tierra en la que uno nace, vive y muere?
¿Qué necesita la ciudadanía para despertar de su letargo y empezar a luchar contra tanta injusticia social? ¿Por qué no se apaga la televisión y la radio y se empieza a leer aunque sea una revista del corazón? Lo más feo de este mes de septiembre es la absurda campaña de basura tricolor que se hace pasar por adorno manifiesto de un orgullo nacional y que nada tiene que ver con lo que significa ser ciudadano en el siglo veintiuno.
Celebren México, mexicanitos y mexicanitas, después de todo, quizá en ello sí tengan capacidad de decisión y regalarse la felicidad aunque sea por una noche. A mí, me da flojera. ¡Sobreviva México!
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